03.12.2011 | La obra del grupo Barataria une música, palabras, danza e impresiones bajo una misma temática
La lectura de un artículo periodístico y el constante acercamiento hacia una corriente artística como el impresionismo condujeron al grupo Barataria a una nueva creación. El nacimiento de la pieza teatral "No hay nada más que un mar en movimiento" se dio durante este 2011, aunque la idea estaba dando vueltas desde “hace mucho tiempo”, tal cual recuerda la directora Nina Rapp, que también es la pianista del espectáculo.
La obra se estrenó en abril, en el Centro Cultural El Núcleo (6 Nº 420 e/ 40 y 41), hubo una pausa, se repuso en el mismo escenario y volvió a presentarse hasta fines de octubre, hasta llegar a las 15 funciones.
Los integrantes del elenco se propusieron investigar la ruptura que produjo el impresionismo y para ello acudieron “a la plástica como inspiradora: tomamos cuadros de referentes como Monet, y más que nada obras de Joaquín Sorolla y, en base a eso y a textos propios -de Omar Musa y míos- armamos todo”, especificó Rapp, que para el nombre de este proyecto utilizó como base una frase de Debussy que indica “no hay nada más que la música en movimiento”. Como el grupo se basó en la idea del mar decidieron reemplazar la palabra “música” por “mar”.
La bailarina Sofía Diotto es la otra ideóloga de la obra y se acopló al elenco (que viene trabajando en conjunto “desde hace rato”) de forma muy natural. De esta manera, el equipo completo de "No hay nada más que un mar en movimiento" se completa con las intervenciones de Marianela Giménez Finocchiaro (canto), Omar Musa (textos) y Ana María Haramboure (textos), una actriz reconocida de la ciudad que también participó en espectáculos recientes como "Los hermanos Iberra, una historia de amor y de guerra" y "Lo nuestro es eSfímero".
El objetivo primordial siempre fue combinar texto, música y danza, algo que se logró de manera “un poquito arbitraria”. El trabajo consistió en tratar de que “los textos junto con los temas musicales tuvieran algo en común, que se refirieran a un tema, como el mar. Yo hice la música para piano, en los textos se alude mucho a la naturaleza, a sensaciones, impresiones, y está la labor de la bailarina, que es quien genera el movimiento. Ella enlaza todos estos núcleos y los va uniendo”, continuó explicando Rapp, que ejemplificó: “en una de las canciones, ‘Claro de Luna’, Omar Musa lee un texto de Baudelaire referido al tema. Así fuimos uniendo los materiales, tratando de darles un sentido, pero lo que más creemos que logra la unidad es que siempre estamos en escena súper tratando de que haya fluidez en el espectáculo, que se vayan enlazando las cosas aunque aparentemente no tengan relación, que de hecho la tiene”.
Adaptándose
El equipo llega a la sala de calle 6 con bastante tiempo de anticipación. Más de dos horas y media antes de comenzar la función se disponen a acomodar la escenografía -en especial las columnas de telas con luces de colores- que según Omar Musa “es sencilla pero necesita su dedicación”. Mientras Máximo Panizza prepara la iluminación, la cantante recorre la pista afinando al compás del piano que toca su madre, Nina. En el camarín están las otras mujeres del elenco: Ana pinta la pierna de Sofía de azul y blanco y le avisa que el maquillaje está listo.
–Yo pinto a todos pero intento que ellos aprendan sus cosas porque ya van preparando sus personajes- cuenta la actriz, que luego se incorpora para terminar de acomodar su vestuario.
La bailarina terminó de retocar sus ojos de un fuerte azul y llegó el turno de vestirse, pero cuando ingresó el fotógrafo advirtió “no me vas a sacar así”, a lo cual la directora (que recién ingresaba al lugar) agregó: “Manuel nos escrachó a todas”.
En un ambiente distendido y relajado prosiguió toda la previa: “tanto antes como en el post función hay buen humor, le damos mucha importancia a la relación grupal y buscamos la relajación, la paz, disfrutar de todo y lo hacemos por placer”, reconoce la directora, quien califica al grupo como “muy armónico”.
A minutos
Van a ritmo lento. Los preparativos de los intérpretes condicen con sus dichos. Cuando falta un cuarto de hora para comenzar la función, el único hombre del elenco se pasea por el escenario (ya vestido) y recita sus textos. Ana acomoda sus rulos con crema (que coloca especialmente en las puntas) y Marianela no descansa (vocaliza hasta en el baño). Nina ya está ubicada en el piano y da pocas indicaciones:
–Viste cuando llegás y hacés ese gesto acá adelante que me gusta… -le comenta a la bailarina y de inmediato se dirige a Ana- ¿te trajeron la luz que va dentro de la valija?
Tras la respuesta afirmativa todo el equipo debe “esconderse” porque una espectadora quiere pasar al baño y la sala dispone de uno que está ubicado en la parte trasera. “Nos ocultamos para que no nos vean y no se pierda la sorpresa”, aclara la directora.
Cuando vuelven todos a sus “posiciones” faltan segundos para arrancar. Los cinco integrantes del elenco están en escena y mientras el público ingresa al lugar, el ruido del agua aparece… como para entrar en clima y predisponerse a lo que vendrá…
Fuente: http://www.elargentino.com/nota-168279-No-hay-nada-mas-que-un-mar-en-movimiento.html
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