El reconocido baterista, figura indiscutida del mundo del jazz, falleció ayer a los 87 años
Mingo Martino, en una fotografía del año 2001 posando junto a la batería, su gran amor
Mingo Martino, en la Ciudad, es sinónimo de jazz. Y su fallecimiento, ocurrido en la madrugada de ayer, a los 87 años, no hará otra cosa que engrandecer la leyenda de un músico incansable que, a pesar de haber recorrido los mejores escenarios del país y del mundo y de haber tocado con grandes figuras consagradas, siguió eligiendo a La Plata para llevar adelante su pasión: la batería.
Nacido en el barrio La Loma el 24 de noviembre de 1924, se inició en el mundo de la música de muy chico. "Mi padre siempre me llevaba a escuchar las orquestas y a los 12 años empecé a tocar el tambor. Después vino la primera batería. Me la compré yo y la pagaba con los trabajitos que iba haciendo. Cuando tenía 13 años toqué por primera vez en público. Eran las inundaciones famosas de Punta Lara, allá por los 40, y se organizaban muchos bailes a beneficio de los inundados. Así me largué", contó el destacado músico, en una de las tantas entrevistas publicadas por EL DIA, a razón de presentaciones, distinciones y giras realizadas.
Su debut profesional, a los 14, fue con la orquesta platense de Rafael Lakin, en la que estuvo hasta 1944, cuando entró a la agrupación de Dante Varela que, para ese entonces, era una de las más importantes del país. Allí sólo estuvo un año porque, en 1945, hizo la conscripción como músico de la banda.
En aquella época, según los recuerdos del baterista, "no había lugares para estudiar y aprendías mirando; por eso me instalaba al lado de bateristas como Pedro Benavidez, quien fue el que primero me enseñó y me aconsejó y en 1950, cuando se abrió el Conservatorio Gilardo Gilardi, pude estudiar tres años con el maestro Antonio Yepes, pero para este entonces yo ya estaba tocando en distintas orquestas".
POR EL MUNDO
Durante la década del 50, además de tocar en los boliches más populares de Buenos Aires, hizo presentaciones en radios y cines, donde se hacían números en vivo, y tuvo la oportunidad de hacerle escuchar al mundo su música: "En 1955 me fui de gira (con la orquesta de Osvaldo Norton) por Latinoamérica y estuve ocho meses viviendo en Bogotá. Eran tiempos en los que los músicos podíamos darnos el lujo de cambiar de orquesta".
En este sentido, el platense formó parte de la agrupación de Barry Moral, tocó con Eddy Pequenino y con Ray Nolan, fue director musical de Marti Cosens y actuó en varias oportunidades con Carlos Argentino. "Tocaba en la Confitería Richmond y en la llamada 'catedral del jazz', la Confitería Odeón de Calle Corrientes. Allí iban los músicos de jazz a escuchar desde las cinco de la tarde hasta la madrugada. En los años 60 integré la orquesta estable de la RCA Víctor y allí prácticamente todos los artistas del Club del Clan, como Violeta Rivas, Palito Ortega y Chico Novarro, entre muchos otros, grabaron con la orquesta que yo integraba".
Declarado Ciudadano Ilustre de La Plata en 2004, el baterista, cansado de tanto viajar, decidió tocar en la Ciudad y fue así como surgió, en 1962, el recordado Grupo Contemporáneo de Jazz La Plata, integrado originalmente por Jorge Curubeto (saxo), Cacho Cantarella (trombón), Santiago Bu (saxo), Oscar Mendy (piano), Tucuta Mendy (contrabajo) y Martino (batería).
DIRECTOR DEL MUSEO
Paralelamente a su carrera como músico, Mingo trabajó en el Museo Provincial de Bellas Artes donde entró de "pibe" y se jubiló como director. "Hice muchos sacrificios para no abandonar la música; iba sin dormir a trabajar y siempre me daban permiso cuando tenía que grabar o tocar en alguna circunstancia especial".
Formando parte del Sexteto de Jazz La Plata, agrupación en la que compartía escenario con grandes músicos locales como Jorge Curubeto, Mariano Meneghini, Alberto Guglielmino, Julio Campos y Lito Escobar, fue homenajeado por la Municipalidad durante el Festival de Jazz La Plata 2008, en el que se reconoció su trayectoria e influencia cultural para la Ciudad.
El músico, que con su Sexteto grabó dos discos, tocó a lo largo de sus 60 años de carrera con artistas como Enrique Villegas, Gato Barbieri, Lalo Schiffrin, Bebe Eguía, Jorge Navarro, Ricardo Pellican, Fast Fernández, Alberto Favero, Pocho Lapouble, Marcela Monreal, Mono Villarreal, Chico Navarro, Trío Los Panchos, Mariano Mores y la famosa cantante Josephy Baker.
Perteneciente a una generación que brindó brillantes instrumentistas y compositores, Mingo se casó en 1950 con Carmen Calabia, tuvo una hija (Graciela) y tres nietos (Mara, Pedro y Catalina). Sus restos, que serán velados hasta hoy a las 9 en 53 entre 18 y 19, serán llevados al Cementerio Parque Iraola donde serán cremados.
"Su vida fue la batería"
"Tenía una personalidad muy especial, un humor increíble, siempre tenía una anécdota para contar. Era un gran músico, una gran persona, un buen padre pero, por sobre todo, un hombre de bien". Así recordó Jorge Curubeto, compañero y amigo de más de cuarenta años, a Mingo Martino, fallecido ayer a los 87 años.
"Para él -agregó- lo más importante era la música. Fue una gran figura del jazz argentino, no sólo de La Plata. Tocó la batería desde el año 35 en las orquestas más importantes y se bajó de los escenarios hace poco tiempo. Mingo dedicó su vida a la música, su vida fue la batería. Y el haber tenido que dejar de tocar le hizo mucho daño a su salud, lo bajoneó".
Curubeto recordó también su facilidad para formar bandas y emprender nuevos proyectos. "Siempre estaba a la cabeza a la hora de formar orquestas, era el que encabezaba. Todos lo conocían y lo querían. Para mí fue un amigo, un hermano, un compañero de andanzas, de historias de vida".
El adiós a un maestro
La noticia de la muerte de Mingo Martino conmocionó ayer al mundo del jazz platense que, a través de sentidos comentarios en las redes sociales, recordó a este músico como un gran "motivador".
Fotos, videos y cientos de historias fueron compartidas por alumnos y colegas de este querido músico, destacándose en la mayoría de los casos su eterna pasión por la batería.
"He tocado para abuelos, padres e hijos; para tres generaciones de platenses. Toqué en el Cervantes, en el viejo Argentino. En el cabarute más infame y en la Catedral, con el padre Colabella, tocando música popular", contó Mingo en una entrevista con EL DIA.
Influenciado por Buddy Rich, a quien definió en alguna oportunidad como "el presidente de los bateros", Mingo recibió durante su trayectoria la Mención de Honor que otorga todas las temporadas la Asociación de Bateristas Argentinos por considerarlo un "aporte a la música nacional".
También, y cuando en 1987 cumplía 30 años con la música, recibió la medalla de oro que otorga la Sociedad Argentina de Actores y Compositores (SADAIC) por su dilatada trayectoria, ceremonia en la que también se distinguió a Juan Bautista Devoto, Libertad Lamarques, Hugo del Carril, Mariano Mores y Pocho Lapouble.
Maestro e influencia de varias generaciones, Martino aseguró sentirse satisfecho con su vida. "Me ha ido bien. Vivo tranquilo, aunque nadie me regaló nada y tuve que hacer muchos sacrificios. He tenido suerte, y en todo lo que me he metido traté de ser el mejor o figurar entre los mejores. No me quejo. Lo único que quiero es seguir hasta el final con la batería, la pasión de toma mi vida".
Los grandes referentes de la música local utilizaron una repetida frase para despedirse de este gran maestro: "Buen viaje, Mingo".
Fuente: http://www.eldia.com.ar/edis/20111229/una-leyenda-musica-platense-espectaculos12.htm
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