Espectáculos / 29.12.2011 | Fueron parte de la década de renovación cultural más importante del siglo pasado. Su medio de expresión era la plástica y conformaron grupos vanguardistas como: Diagonal Cero, Grupo SI, Grupo La Plata, M.A.N., entre otros. Muchos de ellos hoy son pintores reconocidos a nivel nacional e internacional. A otros la vida les deparó destinos distintos del que soñaban en los intensos '60.
Luis Pazos y la corneta 1967 (Gentileza Centro de Artes Visuales y Centro de Arte Experimental Vigo)
Por Ulises Rodríguez
Cuando se hace mención a la década del ‘60, la mayoría coincide en que se trató de uno de los períodos de renovación cultural más importantes del siglo XX. En la sociedad surgieron diversos tipos de subculturas pero la más importante de todas fue la juvenil. En el mundo los hippies, el rock, Los Beatles, las drogas, la liberación sexual, las nuevas tendencias políticas y el poder de expresión marcaban el camino.
En Argentina algunos jóvenes se integraban al creciente movimiento de rock nacional, otros se sumaban a la militancia en partidos de izquierda. Estaban los que compartían costumbres como el pelo largo, la ropa informal, el jean; y al mismo tiempo el Instituto Di Tella nucleaba a las vanguardias en el arte.
En La Plata, la juventud no se quedaba afuera de este fenómeno mundial y, fiel al estilo de ciudad con identidad propia, daba rienda suelta en los amplios aspectos de la cultura.
Con reductos como el Bar Capitol y la boite Federico V, entre esos movimientos de la bohemia sesentosa convivían los distintos grupos de artistas plásticos, cada uno con sus particularidades y su visión del mundo.
Con nombres y estilos definidos se encontraban los del Movimiento Diagonal Cero, los del Grupo Sí, Movimiento Arte Nuevo (M.A.N.), el Grupo La Plata y aquellos que no seguían ninguna línea y creaban a partir de sus experiencias y gustos personales.
Los cambios culturales, de la mano de los procesos políticos, provocaron la disolución de estos grupos. Esos jóvenes soñadores tomaron rumbos que los alejaron del arte, y otros siguieron viviendo por y para el arte.
Más de cincuenta años pasaron en las vidas de estos artistas. Algunos están muy lejos de La Plata y de este mundo. Para entender como se vivían esos tiempos de libertad creativa en Diagonales.com hacemos un recorrido por los diferentes grupos y rescatamos recuerdos de una época intensa atravesada por la creación.
LOS GRUPOS
Movimiento Diagonal Cero
Funcionaba como grupo no colectivo, ya que la producción de cada artista mantenía su estilo y búsqueda particular. Fundado en 1966 por Edgardo Vigo junto a Jorge de Luján Gutiérrez, Luis Pazos y Omar Gancedo (al año siguiente se incorpora Carlos Ginzburg), se presentaban como un grupo de novísimos poetas orientados, no sólo a la producción sino también a la difusión de la poesía experimental, implementada a través de textos críticos, conferencias y debates en lugares de exposición reunidos en torno a la revista Diagonal Cero.
Cornetas de plástico con poemas fónicos, poemas matemáticos y poemas visuales con recortes de diarios o generados por primitivas computadoras, son algunos ejemplos de las obras que marcaron un hito en el inicio de la poesía experimental en nuestro país.
Parte de la producción de Diagonal Cero se exponía y circulaba en espacios no tradicionales, tanto de La Plata (Federico V) como de Buenos Aires (Mimo arte-bar, Galería Scheinsohn).
“Pensábamos las obras para espacios más cercanos a la vida social que al campo artístico, en esos lugares se nos permitía la presentación de trabajos que ofrecían cierta resistencia en ámbitos institucionales”, dice Luis Pazos.
Aunque no convocaban al gran público, estas presentaciones tenían una considerable repercusión en los medios locales que se hacían eco de las controversias y reacciones suscitadas.
-El único que trabajaba era Vigo, que tenía una familia que mantener, el resto -recuerda el artista- vivíamos apasionadamente el momento. Teníamos la dicha de que nos mantenían nuestros viejos y como salíamos en los diarios, en la parte de cultura o sociedad, nos tomaban como locos... pero buenos.
Pazos recuerda que para cada presentación los artistas del Movimiento diseñaban hasta las vestimentas para la ocasión. “Como no tenía un peso, un conocido que vendía telas me anotaba los metros que necesitaba para confeccionarme un traje amarillo con cuello Mao. Se lo llevaba a un tío que era sastre y al ver el color me decía: 'pero eso es de maricón', y yo trataba de explicarle, en vano, que era como los que usaba John Lennon”.
En 1969 se publicó la última Diagonal Cero y organizaron la “Expo/Internacional de Novísima Poesía/69” en el Instituto Di Tella y el Museo Provincial de Bellas Artes de La Plata, siendo ésta la última producción colectiva del grupo. En el transcurso de ese año, las diferencias entre los integrantes del Movimiento se volvieron incompatibles. Pazos y Luján Gutiérrez, en sintonía con el espíritu ditelliano, se orientaron hacia las acciones y experiencias performáticas; Ginzburg abandonó la poesía visual para trabajar en el arte proyectual y Vigo continuó con múltiples proyectos.
“Nuestro motivo de existencia era: La vida es una fiesta y el mundo un jardín de infantes. No había lugar para la tristeza, pero llegó un momento en que tuvimos que vivir de algo y empezar a trabajar porque no podíamos tener 30 años y estar mantenidos por nuestros viejos”, se ríe Pazos.
Finalizada la edición de Diagonal Cero, el grupo perdió el principal espacio que los nucleaba, y de esa forma se dio por terminada la etapa de labor en conjunto.
Grupo SI
Unía a los jóvenes interesados fugazmente en la pintura informalista, aquella que renuncia a la forma para experimentar con los colores y texturas, explorando la materialidad y el gesto del artista en la obra. Estaba compuesto por estudiantes de artes plásticas, arquitectura, profesores de pintura o artistas autodidactas.
Uno de los espacios de conexión entre estos jóvenes fue la cátedra de Visión dirigida por el profesor Héctor Cartier, en la Escuela Superior de Bellas Artes. Sus clases de los sábados a la mañana tenían tantos alumnos regulares como oyentes. Mientras que en la facultad de Arquitectura, el arquitecto Alfredo Kleinert dictaba la materia Plástica y guiaba a los estudiantes en sus primeras experiencias pictóricas.
Entre los que conformaban el grupo se encontraban César Ambrossini, César y Nelson Blanco, Horacio Elena, Omar Gancedo, Saúl Larralde, Carlos Pacheco, Eduardo “Lalo” Painceira, César Paternosto, Alejandro Puente, Horacio Ramírez, Carlos Sánchez Vacca, Dalmiro Sirabo, Antonio Sitro, Hugo Soubielle, Mario Stafforini, Antonio Trotta.
El primer encuentro se produjo entre los artistas seleccionados para el Salón Estímulo de 1959, que tuvo como jurado estrella a Kasuya Sakai, uno de los pioneros del informalismo en la Argentina a fines de los '50.
“Esa fue una época de estallido cultural, en la que vivíamos el arte en la piel. Teníamos entre 18 y 20 años y fue una etapa de formación que nos marcó para toda la vida. En Ringuelet teníamos un taller en el que trabajábamos nuestras obras, nos pasábamos horas discutiendo sobre pintura, hacíamos fiestas y todo sin molestar a nadie, de la manera más sana que se pueda imaginar”, recuerda Eduardo Painceira, miembro del grupo.
Hacia el año '62, luego de cuatro muestras colectivas, los integrantes del Grupo SI se alejan del Informalismo para profundizar sus búsquedas particulares. Los itinerarios artísticos variarán desde la estricta pintura de sistemas a la geometría sensible, del soporte ortogonal a los marcos irregulares, del plano a las construcciones proyectadas en el espacio. Otros se volcarán hacia la figuración, desde imágenes oníricas a rescates de la historia del arte y la cultura popular.
Cada integrante del grupo incorporaba constantemente amigos y compañeros que no formaban parte del círculo por intereses artísticos distintos, pero participaban amistosamente, como Víctor Grippo -que frecuentaba el taller de Ringuelet y el Bar Capitol- y César López Osornio, que en 1960 viajó a Japón donde experimentó con el informalismo, influenciado por el Grupo Gutai.
Dalmiro Sirabo, otro de los integrantes de SI, define a la época como “un período de continuas innovaciones en la que estábamos atravesados por dos senderos: el de la experimentación y el de la investigación. Seguíamos las grandes líneas del pensamiento plástico moderno y ese era nuestro mundo”.
En los años siguientes expusieron en diversas galerías y espacios del circuito artístico local y porteño, relacionándose con otros artistas. Con los cambios políticos, a mediados de los '70, varios se fueron del país para reafirmar su carrera en Estados Unidos y Europa; otros continuaron trabajando desde sus talleres platenses y hubo quienes se alejaron definitivamente de la pintura para dedicarse al periodismo, a la poesía visual o la antropología.
En todos los casos, la experiencia para los que conformaron el Grupo SI trascendió como un momento de experimentación y libertad creativa.
M.A.N. (Movimiento Arte Nuevo)
Comenzó en 1965 propuesto por Ángel Nessi, director del Museo Provincial de Bellas Artes en ese momento. El puntapié inicial fue una exposición colectiva que convocó artistas locales y porteños, y se convirtió en foco de la crítica periodística, centrada sobre algunos objetos que proponían nuevas definiciones de la obra de arte.
Durante el tiempo que funcionó el grupo lo integraron: Ángel Nessi, Saúl Yurkevich, Jorge López Anaya, César Ambrossini, Luis Benedit, Nelson Blanco, Carlos Cañas, Aníbal Carreño, Víctor Chab, Miguel Dávila, Jorge de la Vega, Ernesto Deira, Rubén Elosegui, Mario Gurfein, lberto Heredia, César López Osornio, Rómulo Macció, Honorio Morales, Ricardo Martínez, Fernando Massa, Carlos Pacheco, César Paternosto, Alejandro Puente, Rubén Santantonín, Hugo Soubielle, Pablo Suárez, Osvaldo Stimm, Antonio Trotta, Ileana Veghezzi y Edgardo Vigo.
Grupo La Plata
Como desprendimiento del Movimiento Diagonal Cero, desde 1969, este grupo experimentó en el arte performático y en la creación de situaciones, proyectándose en la escena artística local e internacional de la década del ´70. Fueron sus miembros: Jorge de Luján Gutiérrez, Luis Pazos y Héctor Puppo.
Visión Integral
Se definían por el arte concreto. Gonzalo Chávez, uno de sus miembros, rescata que fue “una juventud llena de inquietudes en un momento muy rico de la historia, que absorbían valiosa información que le llegaba de todos los ámbitos del arte”.
La historia personal de Chávez está atravesada por su militancia política en la Juventud Trabajadora Peronista (JTP). “Cuando integrantes de la Triple A me fueron a buscar a mi casa se robaron todos mis obras. Fue como un vendaval que arrasó con todo y me arrancaron pedazos de mi vida”.
Su padre y su hermano fueron asesinados por esta organización armada y el entonces artista pasó a la clandestinidad.
Otras visiones
Dentro del campo artístico platense de los '60 trabajaron otros artistas integrados dentro del Grupo Diálogo, Artistas Geométrico-Cinéticos, CEV (Centro de Experimentación Visual) y una minoría que, por su acción individual o por su adscripción a distintas tendencias plásticas, no integraron ningún grupo.
Sus propuestas les valieron un espacio relevante en la historia del arte local. Entre ellos se destacan: Miguel Ángel Alzugaray, César López Osornio y Lido Iacopetti, que cuenta: “Siempre fui más solitario, nunca me agrupé porque quería una pintura distinta, no me interesaban ni los geométricos ni los informalistas, buscaba una nueva imagen. Eso no impedía que fuera amigo del resto como Blanco, Vigo, Pacheco, Sirabo, que componían otros grupos”.
En esos años Lido tenía su taller en una casa muy precaria de 4 y 59: “Se llovía por todas partes, así que para pintar tenía que buscar el rincón por donde no hubiera goteras, fue una época muy feliz”.
Foto: Cluster Four grupo de música beat en Federico V (Gentileza Centro de Artes Visuales y Centro de Arte Experimental Vigo)
Durante la década del '60 funcionaron en la ciudad diversos espacios, como bares y boites, en los que se desarrollaba una intensa actividad cultural, que a la vez eran concurridos puntos de encuentro y debate.
Durante la década del '60 funcionaron en la ciudad diversos espacios, como bares y boites, en los que se desarrollaba una intensa actividad cultural, que a la vez eran concurridos puntos de encuentro y debate.
Uno de ellos era el Bar Capitol (51 entre 7 y 8), que permanecía abierto toda la noche. Los primeros en tomarlo como punto de encuentro fueron los del Grupo SI, donde debatían fervientemente, entre vino y ginebra, sobre las nuevas vías del arte.
Las paredes del bar funcionaron también como soporte para las primeras obras del grupo informalista, que luego itineraron por diversos museos y galerías.
Simultáneamente, estudiantes, amigos y artistas de otras disciplinas se fueron sumando al ámbito del Capitol, generando un espacio de discusión y creación, para mostrar y mostrarse, debatir y construir.
“El Capitol era nuestra unidad básica, allí convivíamos los pintores, los escritores, los músicos, los bailarines, actores y todos los personajes que fueron parte de la bohemia platense”, recuerda Lalo Painceira.
El otro sitio por excelencia era la exclusiva boite Federico V. Fundada por Jorge Vecchioli y Rosario Vitale, el 16 de junio de 1966, el local estaba ubicado en 48 entre 10 y diagonal 74.
Se identificaba por el logo en su puerta, diseñado por Vecchioli y realizado por el escultor Rubén Elosegui. Contaba con una capacidad reducida, de aproximadamente 80 personas. Su interior estaba tapizado con alfombra beige, al igual que los sillones, en armonía con los pisos de madera. El techo era corredizo y un pequeño jardín sobre nivel otorgaban amplitud al espacio.
Además de ser un local bailable, Federico V ofrecía un espacio para exposiciones y experiencias artísticas contemporáneas. Nelson Blanco y Antonio Trotta fueron algunos de los artistas que expusieron allí.
Fue el escenario para acciones conjuntas del Movimiento Diagonal Cero. En 1967, Luis Pazos presentó dos de sus obras fundamentales: “El Dios del Laberinto” y “La Corneta” y, en 1968, Edgardo Vigo realizó la exposición/conferencia: “Vigo y sus cosas”.
Bajo el mecenazgo de sus dueños, Pazos y Luján Gutiérrez organizaron dos happenings a los que denominaron: La Fiesta del Humor y La Fiesta del Terror. “Mi arreglo con la boite era que organizábamos las fiestas y cobrábamos con bebidas. Entonces una señorita que me gustaba la invitaba a tomar champagne y quedaba como un rey. Eso me permitía tener muchas novias sin un peso en el bolsillo”, dice entre risas Luis Pazos.
Fuente: http://diagonales.infonews.com/nota-169712-seccion-114&Redirect=false-Bohemia-y-vanguardia.html
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