lunes, 26 de diciembre de 2011

Coppelius, el mago

Lunes 26 de diciembre de 2011 | Publicado en edición impresa

Clásico

Marcia Haydée apeló a su duende con la compañía que dirige Mario Galizzi

Por Néstor Tirri | Para LA NACION

Gnomos, en vez de una muñeca, en la versión de Marcia Haydée. Foto: Genetti/Teatro argentino

Coppelius, el mago / Coreografía: Marcia Haydée / Música: Leo Delibes / Escenografía: Lucas Borzi, Martina Urruty y Santiago Duarte / Vestuario: Gonzalo Giacchino / Iluminación: Rubén Conde / Ballet Estable del Teatro Argentino de La Plata con dirección de Mario Galizzi / Orquesta Estable del Teatro Argentino de La Plata con dirección de Carlos Calleja
Nuestra opinión: muy bueno

Coppelia era una muñeca, obra del viejo Coppelius, empeñado -además- en insuflarle un alma a su creación. De la muñeca se enamoraba el joven estudiante Franz, ante los celos de su novia Swanilda, quien decidía tomar el lugar de Coppelia y adoptaba, como ella, movimientos mecánicos. En fin, salvo alguna excepción, así venía pintando este ballet durante más de un siglo, desde su estreno, en París, en 1870.

Las versiones que desde entonces los coreógrafos hicieron de la obra siguieron con bastante puntualidad ese argumento, una adaptación amable y jovial de un cuento asaz siniestro de E.T.A. Hoffmann. En su Coppelius, el Mago , Marcia Haydée desarrolló una personal visión de esa fábula secular y urdió otro plot : reemplazó a la muñeca con gnomos, cambió la naturaleza de los caracteres y alteró la dinámica de las relaciones; en su versión, el triángulo en conflicto no es más el de Franz-Swanilda-Coppelia, sino Swanilda-Franz-Coppelius, y este último ha dejado de ser el viejo psicópata que fabrica muñecas mecánicas, para convertirse en un joven gitano lugareño que actúa como celestina: rechaza el enamoramiento de Swanilda por él y trata, en cambio, de "engancharla" con Franz.

Las infaltables danzas aldeanas ambientan la prolongada presentación de la comarca y sus habitantes de variadas etnias; en el despliegue inicial, una mazurca deja ver la pareja calidad del Ballet del Teatro Argentino que dirige Mario Galizzi. Al final de ese baile colectivo, Benjamín Parada (Franz) exhibe, en un solo, la admirable firmeza de su eje en los giros. Swanilda, personificada por Julieta Paul, rezuma gracia adolescente, mientras que Bautista Parada, en el rol epónimo, pone a prueba su vigoroso porte y su proyección.

El segundo acto es una incursión a la misteriosa mansión de Coppelius, poblada de gnomos y duendes, algunos de ellos muy logrados (otros, algo ingenuos o infantiles). El mago presenta a Swanilda una de sus inspiradas creaciones: el hermoso muñeco Tuschk, otro gnomo, más apuesto y proclive al amor, y Swanilda se siente tentada. Pero el muñeco es un álter ego de Franz, lo que posibilita el doble lucimiento de Benjamín Parada.

Coppelius, el Mago conjuga así un festival de danzas: mazurcas, czardas, can-can, valses, técnica clásica académica (Elizabeth Antúnez como el Hada del Amor, impecable y etérea) y pantomima, en una divertida historia de aldeanos, gitanos y duendes, orquestados por el irresistible duende de esa gran artista que es Marcia Haydée.

Fuente: http://www.lanacion.com.ar/1435493-coppelius-el-mago

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