lunes, 5 de diciembre de 2011

“Cuando entendés lo que es el payaso, entendés la vida”

A 20 años de la muerte de Batato Barea

Diagonales / Clown, actor, poeta, vivió intensamente cada actuación. Un mito del under porteño

05.12.2011 | “Yo no soy actor, actriz y nada de eso; a mí me interesan hacer otras cosas, más instantáneas”, decía el primer clown-literario-travesti que dio la Argentina: Salvador Walter Barea, mejor conocido como “Batato”, un mito del teatro under porteño de los ‘80.

Las imágenes en VHS que se guardan en la memoria colectiva de él son siempre las de un tipo que llevaba un sombrero enorme como un puff y que de pronto abría un cierre y sacaba un caracol enorme y lo acariciaba y lo acariciaba mientras recitaba una poesía escrita en algún espacio de su memoria que acaba de recordar.

Para que estas cosas locas pasaran existió un contexto: el under desenfrenado del regreso a la democracia, de las ganas de decir, de hacer cosas, de desahogarse de ese grito contenido de 6, casi 7, años de silencio y muerte.

El payaso del pueblo. Cuesta imaginarse a un tipo “raro” como Batato en una ciudad como Junín, donde en ese 1961 en que él nacía casi todo el mundo se conocía y sabía casi todo del vecino.

Imaginensé a un chico que no jugaba al fútbol, que se vestía con las polleras de la madre, que leía poemas en voz alta en la plaza principal y, encima, soñaba con tener tetas. Sueño que finalmente cumplió.

“Se puso tetas porque era un revolucionario, como cuando comía cebollas en escena. Nadie entendía entonces lo que hacía, pero no podían dejar de mirarlo. ¿Viste que en teatro se dice “nunca actúes ni con un animal ni con un niño”? Batato era un niño. La Tortonese hacía una escena con un perro –se llevaba un perro– y hasta el perro se quedaba mirando a Batato. Era un genio, así nomás, y un hombre con tetas, no una travesti”, dijo alguna vez Ronnie Arias, recordando a su amigo y compañero de aventuras teatrales.

Cuando bajó del tren en Buenos Aires hizo de todo para sobrevivir, pero como su meta era la actuación rápidamente empezó a rodar la vida en bares y pequeños teatros a los que iban unos pocos.

Así fue atravesando las barreras de todos los ámbitos y abarcó una amplia gama de espectáculos: unipersonales, grupales, trabajos como director o en dúo/trío/equipo.

En ese frenesí actoral, que duró sólo 29 años, participó en grupos como Peinados Yoly, El Clú del Claun y desarrolló, con actuaciones individuales y en colaboración con artistas como Guillermo Angelelli, Alejandro Urdapilleta o Humberto Tortonese, una original concepción estética y artística basándose en textos de Néstor Perlongher, Fernando Noy, Alejandra Pizarnik y Alfonsina Storni, realizando happenings, actuaciones espontáneas sin texto preestablecido y "ataques" artísticos a la conciencia establecida.

Desde el Centro Parakultural, y luego desde el Centro Cultural Ricardo Rojas –donde la sala principal hoy lleva su nombre–, quedaron en la memoria con obras como Tres mujeres descontroladas y María Julia La Carancha, en la que se burlaban de la corrupta funcionaria en pleno menemato.

En su última obra escrita, dirigida y actuada por él, cuando sabía que le quedaban los días contados por el HIV, hizo debutar como actriz a su madre, Nené Bache, quien amasaba fideos en pleno escenario, enseñando la receta al público; allí mismo, una niña de ocho años hacía de sordomuda y respondía gestualmente a sus preguntas.

Era un claro homenaje a los recuerdos más bellos de su infancia y a su madre, la que lo bancó tal como era. “¿Como no voy a estar orgullosa de él?”, decía ella cuando le tocaban al nene.

“Cuando entendés lo que es el payaso, entendés la vida”, decía el payaso de Junín, el clown para el under, el hombre que fue bien hombre para asumirse tal como eran sin importar el dedo señalador porque “mejor pájaro en mano que en el orto”, otra de sus frases que todavía resuenan.

Mañana se cumplirán 20 años de aquella tarde de despedida en la que le colgaron una cruz de globos de colores, obra del artista plástico Sergio Avello, y que llovía sobre Buenos Aires –como él quería– una garúa finita que sólo fue quebrada por el aplauso de sus amigos cuando lo dejaron descansando por fin con su carcajada intacta.

Fuente: http://www.elargentino.com/nota-168344-Cuando-entendes-lo-que-es-el-payaso-entendes-la-vida.html

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

¡Niños y Niñas al Teatro!

  ¡Convocamos a docentes y/o directivos de jardines de infantes y escuelas interesados en inscribirse en los programas de Extensión Cultural...