domingo, 2 de enero de 2011

El teatro argentino expande cada día sus fronteras y sale al mundo

Un fenómeno de las dos últimas décadas

Publicado el 2 de Enero de 2011

Por Jorge Dubatti

Las condiciones de circulación internacional cambiaron y cada vez son más los creadores nacionales que presentan sus obras en otros países o que son convocados para trabajar en el exterior. El crecimiento como centro irradiador y el achicamiento como receptor teatral.

En 2010 muchos creadores del teatro argentino presentaron sus obras en el exterior o fueron convocados para trabajar en otros países. Hay un fenómeno de “internacionalización del teatro argentino”.

¿Qué variables determinan esos intercambios y demandas? Daniel Veronese, Mariano Pensotti, Lola Arias, Claudio Tolcachir, Federico León, Heidi Steinhardt, Ricardo Bartís, Marcelo Mininno, Rafael Spregelburd, Eduardo Pavlovsky, Manuel Santos, Santiago Loza, Diego Lerman y muchos otros, llevaron sus obras por festivales internacionales. Diqui James y Gaby Kerpel presentaron Fuerzabruta en Nueva York y regresaron con el espectáculo a la Argentina.

Tolcachir fue contratado en Madrid para dirigir Todos eran mis hijos. Bartís fue convocado por la Bienal de Venecia entre los siete mejores directores del teatro contemporáneo para entrenar actores europeos y crear una obra breve sobre los pecados capitales. Elena Roger, Sandra Guida, Alejandra Radano, Marcos Montes, Carlos Casella, Javier Daulte, trabajaron en los Estados Unidos, Francia, España o México.

En su caso, Lola Arias se instaló en 2010 en Alemania y gestó el proyecto Ciudades Paralelas, cuya presentación se realizó primero en Berlín, luego en Buenos Aires, y seguirá próximamente en Varsovia, Zurich y México DF. En 2009 y 2010 se realizaron festivales internacionales dedicados al teatro argentino en Bayonne (Francia) y Santos (Brasil), y se prepara otro dedicado a la dramaturgia argentina en Canadá para 2011.

La internacionalización ha sido un fenómeno creciente en el teatro argentino de las últimas dos décadas. Sin duda, cambiaron las condiciones de circulación internacional, ahora más favorables: hay más festivales y más gestores especializados, medios de transporte más accesibles, mayor desarrollo de políticas de intercambio, nuevos instrumentos (videos, blogs, mails, facebook, etcétera) para hacer visible la labor de los grupos. Pero también es cierto que la escena porteña es reconocida por las poéticas de su teatro, por su cantidad y calidad de producción.

Rafael Spregelburd tiene una extensa experiencia laboral más allá de las fronteras del país. Estrenó sus últimas dos obras, Todo y Buenos Aires, antes en Europa que en la Argentina. En 2010 recibió en Italia el Premio Ubú por su obra Bizarra. Para Spregelburd, hay una cartografía de intereses diversos que dependen de cada país.

“En Latinoamérica –afirma– está más o menos asumido que el teatro argentino se viene posicionando en un lugar interesante, de matriz siempre política y bastante poco lírica, y que a veces puede señalar tendencias, o mostrar un posible teatro del futuro. En Europa el panorama está muy dividido, entre aquellos países que, me parece a mí, cultivan desde hace casi dos décadas un fluido intercambio (ensayo mencionarlos en orden de intensidad: Alemania, Cataluña, España y Francia) y otros países donde el ‘descubrimiento’ es más reciente o donde estos desembarcos suelen ser demasiado aislados como para poder leerse con personalidad: Suiza, Austria, Portugal, Italia, Reino Unido, Holanda, Bélgica y República Checa”. Spregelburd destaca además aquellos países “donde la información es escasa (Japón, Corea, Canadá, incluso Estados Unidos) y los intercambios son propiamente de élites.

Cuando estos países conocen poco, pero conocen ‘algo’, este pequeño dato sirve como única lente para recibir las obras.” Finalmente, asegura que “las experiencias más interesantes suelen ocurrirme en lugares donde nuestra recepción es esporádica. No habiendo mucha información previa o mucho prejuicio sobre cómo será nuestro teatro, es muy gozoso ver cómo se reciben las obras como si se trataran de una experiencia más universal. Recuerdo pocas adhesiones tan enfáticas, desinteresadas y desfachatadas como las que tuvimos en Eslovaquia, en Suecia o en Nápoles. En lugares como Berlín, Madrid o Barcelona, las obras suelen ser más un objeto de estudio (de estas particularidades que Europa cree poder aprender de las periferias) que un objeto de disfrute teatral y poético”.

En 2010 Mariano Pensotti presentó El pasado es un animal grotesco en el Kunsten Festival des Arts de Bruselas, el Festival de Otoño de Madrid y Theaterformen en Braunschweig, Alemania. En 2011 –adelanta Pensotti– se presentará en Berna, Berlín, Norwich, Zürich, Rotterdam, Ámsterdam y Ginebra. Para Pensotti, “siempre es muy difícil para uno saber qué es lo que a un otro le puede interesar de tu trabajo.

En relación a los programadores internacionales y al público extranjero, imagino que encuentran en El pasado... algo similar al público local: el intento de narrar una historia muy ambiciosa, compuesta de una multitud de pequeñas historias que se entrecruzan, centrada en la idea del paso del tiempo y ambientada en el pasado más reciente y a la vez contada a través de recursos mínimos y con un gran trabajo por parte de los cuatro actores. Creo también que hay algo bastante particular en la mezcla que El pasado... propone entre literatura, teatro y una suerte de cine rudimentario.

Finalmente creo que las historias en sí mismas han generado un nivel de identificación personal fuerte, tanto en el público porteño como en el extranjero. El recorrido de los personajes a lo largo de 10 años, entre sus 25 y 35 años, si bien tiene un trasfondo que considero ‘muy argentino’ (entendiendo por esto una simplificación gigantesca de lo local que igualmente todos aceptamos), ha resultado contener elementos bastante universales: la construcción de la individualidad, cómo los sucesos históricos y sociales afectan la vida privada, el permanente deseo de ser otro, los encuentros y desencuentros amorosos”. “Creo que también –agrega Pensotti– atrae la narración de historias de un trasfondo bastante triste o denso pero a través de una maquinaria teatral sumamente vital y lúdica”.

Heidi Steinhardt llevó El trompo metálico en 2010 de gira por España. “Los programadores extranjeros –dice Heidi– tienen conocimiento sobre los modos de producción del teatro independiente argentino y el contraste entre esos recursos (en general muy escasos) y la calidad de los trabajos resulta sorprendente, a veces, incluso para nosotros también. Por otra parte algo sucede con la actuación. Creo que los actores argentinos suelen llamar mucho la atención fuera del país y no sólo en el teatro porque también sucede en el cine”.

Sin duda Buenos Aires está hoy más fluidamente integrado a los circuitos internacionales que en el pasado. Pero eso no quiere decir que el movimiento inverso –la presencia de teatristas extranjeros en Buenos Aires– sea equivalente o simétrico. Por el contrario, si algo le falta a Buenos Aires para ser una gran capital teatral, es mayor recepción de espectáculos extranjeros. En este último aspecto, está muy lejos de París, Nueva York o Barcelona. Si ha crecido como centro irradiador de teatro, sin duda se ha empequeñecido como centro receptor del teatro internacional.

Fuente: http://tiempo.elargentino.com/notas/teatro-argentino-expande-cada-dia-sus-fronteras-y-sale-al-mundo

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