Con Código de Familia, el Teatro del Globo buscará generar un espacio para los autores argentinos
Viernes 07 de enero de 2011 | Publicado en edición impresa
Carlos Pacheco
Para LA NACION
El Teatro del Globo es una de las salas más tradicionales de la ciudad, aunque sus programadores al cabo de los años hayan variado. Pepe Cibrián Campoy y Angel Mahler le aportaron, en las últimas temporadas, un perfil particular. Allí desarrollaron su escuela de comedia musical y espectáculos de fuerte repercusión.
Ahora, ese espacio que pertenece a la Biblioteca de la Asociación de Mujeres, tendrá nuevas programadoras y una periodista, Rosario Lufrano, estará al frente, junto a la asociación Armar Artes Escénicas (que integran Graciela Rodríguez y Silvia Pritz) y la directora Eva Halac.
La intención es otorgarle un perfil que en algún momento llevó María Luisa Bemberg o Alberto Closas, cuando en distintos momentos fueron empresarios del lugar. La idea de máxima es generar un espacio para los autores argentinos, ya sean clásicos o contemporáneos. Y a la vez desarrollar un proyecto filantrópico ideado por Margarita Biondi, hija del famoso cómico. Parte de lo recaudado se destinará a un proyecto que posibilitará que un grupo de payasos recorra diferentes hospitales llevándoles alegría a los niños.
La obra con la que se inaugurará la nueva gestión se denomina Código de familia . Es la primera producción del autor Ponciano Funes. El elenco lo integran Tomas Fonzi, Alejandra Darín, Raúl Rizzo, Arturo Bonín y Gabo Correa, dirigidos por Eva Halac. El estreno está previsto para el 13 del actual.
La trama muestra el caso de un joven abogado que, en tiempos sociopolíticos particulares, debe resolver un tema en apariencia sencillo. Su tarea estará atravesada por algunas consecuencias inesperadas, en un marco de país que, a la vez, no podrá soslayar.
Tomas Fonzi es el protagonista de la pieza. El joven actor, cuya actividad en televisión y en cine es muy divulgada (su última participación fue en Botineras ), se muestra muy entusiasmado con este nuevo desafío. Aunque parezca extraño, es su tercera participación en teatro. Debutó en 2002, junto a Alfredo Alcón y con dirección de Lluis Pasqual en La tempestad de William Shakespeare, en el San Martín; y en 2005, compartió con Osvaldo Tesser el elenco de Novia con tulipanes, de Gonzalo Demaría, en el Portón de Sánchez.
Ahora se introduce no sólo en un texto que dice haberle interesado desde el primer momento sino que, además, en un territorio por él conocido, ya que su familia está muy ligada al mundo de la abogacía. "Yo no tengo mucho oficio en el teatro, por eso este proyecto tiene un gran atractivo para mí", comenta. Y también me obliga a redescubrir ese magnífico mundo del teatro, ese evento casi mágico que compartís con el público".
Código de familia tiene cierta estructura cinematográfica, algo que el intérprete conoce muy bien y allí también encuentra un punto de apoyo muy importante para desplegar su creatividad.
"La obra es un cuento -explica- con todo un contexto histórico detrás: la Guerra por las Malvinas, la dictadura que va cayendo. Todo esto le da una densidad y un clima muy particular. Podría decirse que es una obra de finales. El final del gobierno de facto, el final de la guerra, el final de ciertos sistemas legales. En ese marco, un grupo de seres siguen adelante con sus vidas, cotidianamente, y siguen apareciendo valores como el amor, el desamor, los encuentros y los desencuentros."
Retomar historias
Eva Halac viene de dirigir 1810, de Martín Coronado, antes se animó a recrear otros clásicos argentinos, aunque más próximos: Un guapo del 900, de Samuel Eichelbaum, y El reñidero , de Sergio De Cecco. En Código de familia encuentra ciertos valores que la provocan: es una comedia, con tonos de policial negro y, fundamentalmente: cuenta una historia, algo no muy habitual en el teatro actual, según su opinión. "Como espectadora, a veces me cuesta encontrar una historia - explica- y me encanta que me las cuenten".
-¿Por qué creés que es tan difícil hallarlas?
-Hace bastante que empezó una búsqueda con un lenguaje más cercano a la realidad. Y a ésta se la tomó como unidad de tiempo real; y el tiempo real, de la realidad, no alcanza para contar una historia. Una historia nunca está sola, está llena de otras historias y esta simultaneidad privilegió muchas veces hablar de ella o del enfoque y no de la historia. Hoy necesitamos de ese vértigo para escuchar un texto. El fragmento real, sin historia, ya no entretiene.
"En Código de familia, el tema no está tirado de entrada -comenta Eva Halac- . Un poco como en el cine va mutando y va cambiando el blanco de la escena a medida que va transcurriendo. El autor conoció a los personajes y esto es interesante porque aparecen elementos de la memoria. La distancia aporta ciertos detalles que quedaron resguardados. Esos fragmentos del recuerdo del autor no siempre están puestos en el policial, sino que se cuenta algo del vínculo de las personas, se cuenta algo de la emoción que se vivía en aquel tiempo de dictadura, de estar viviendo en una guerra. Y asoman cuestiones muy llamativas como, por ejemplo, que la cotización del dólar cambiaba todos los meses, se hablaba de millones de pesos con suma naturalidad, la producción del país estaba en picada y todo se traía desde el exterior.
- A juzgar por tus últimas creaciones, ¿te interesa centrarte en la historia del país?
-La historia en sí misma no me interesa. A veces hay un enfoque sobre diferentes puntos que asoman como texturas de un tema que no se ven en esta época. La misma distancia me permite hoy detenerme en ciertas cuestiones que me movilizan. No es que me interesa la historia, me interesan temas. Acá aparece el tema de la ley, en el 82. Lo que observo es como ciertas expresiones del derecho, puestas en práctica, generan una situación absolutamente absurda.
"Soy una consumidora de teatro y debo tener una vocación frustrada", dice Lufrano.
Fuente: http://www.lanacion.com.ar/1339357-el-regreso-de-una-sala-emblematica
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