domingo, 1 de agosto de 2010

Los artesanos detrás del telón

La Plata, domingo 1° de agosto de 2010

El Teatro Argentino de La Plata es uno de los pocos del mundo que mantienen su propia producción escénica. Alrededor de 150 obreros trabajan en los talleres técnicos. Recorrida por ese universo de artistas que no salen a escena pero que hacen verdaderas obras de arte con sus manos y su capacidad creativa

Textos: Matías Kraber
Fotos: Gentileza Teatro Argentino

Desde que todo se prendió fuego, están a 25 metros de la superficie. 25 metros del hormigón de la calle. En el cuarto piso subsuelo del ascensor. Muchos llevan más de 23 años de oficio vistiendo overoles, con olor a aserrín, a metal chamuscado, a témperas, a pegamento.

Están allí, debajo del escenario, bien detrás del telón, a espaldas de un público que aplaudirá de pie a los protagonistas del elenco, y en el aplauso se olvidarán de ellos: los casi 150 obreros que trabajan en los talleres técnicos del Teatro Argentino de La Plata.

Era una siesta de octubre de 1977 cuando se desató el incendio y se tragó todo un teatro de estilo renacentista por donde pasaban las mejores obras clásicas del país. Se ordenó la demolición y El Argentino se volvió nómada: por 22 años ocupó el escenario de iglesias y del viejo Cine Rocha hasta la primavera de 1999, cuando se levantó el gigantesco complejo de cemento que ocupa la manzana de 53 a 51 y de 9 a 10.

Todo empieza en madera

“Yo entré en el ‘71, un par de años antes que se quemara todo. Y ya llevo 39 años de trabajo acá adentro. Tuve la desdicha de padecer el incendio y la dicha de volver a trabajar para obras”, dice Miguel Angel -cara rosada, ojos celestes saltones y voz gruesa-, uno de los carpinteros más veteranos de los once que integran el taller de producción escénica del Teatro Argentino, donde también trabaja la madera su hijo Nicolás -28 años, un retrato jovial de su padre-, que heredó el oficio desde chico, cuando apenas era un pibe de la escuela primaria.

Miguel dice que trabajan mancomunados en el taller. Que todo arranca precisamente ahí: al fondo del pasillo del cuarto subsuelo, cuando el escenógrafo llega con los planos, bocetos y un montón de ideas para que la carpintería le dé cuerpo de madera a la época donde transcurre una obra clásica: El barbero de Sevilla, Las bodas de Fígaro, Giulio Cesare o Tosca -una ópera de tres actos-, que inauguró la temporada del nuevo teatro allá por 1999, y que demostró empíricamente que los obreros y artesanos de los talleres técnicos estaban
para jugar en primera.

“Tosca fue imponente. Fue volver a lo nuestro. Volver a la sala real del teatro, a lo que era el laburo en magnitud. Esto era ponernos a prueba nosotros mismos. A ver si seguíamos en vigencia. Y eso creo que se dio cuando inauguramos este teatro”, dice Miguel, pasado el mediodía
de un viernes laboral, mientras baja la perilla de luces de una habitación que parece un aserradero techado donde sólo quedan maderas apiladas, algunas columnas blancas en el suelo y polvo. El resto ya está en el escenario, ornamentado y decorado, listo para que arranque la ópera
Giulio Cesare in Egitto.

Bases de hierro

Carlos en acción en el taller de herrería del Argentino

Carlos traza con tiza un rectángulo de 9 x 11 metros en el suelo donde realizará una estructura de metal para un cuadro artístico. Carlos es electricista y trabajó con caños durante muchísimo tiempo haciendo el servicio técnico en los ramales de la empresa YPF. Llegó al teatro como capataz de la instalación eléctrica y se quedó.

Eligió quedarse y se convirtió en uno de los encargados del taller de herrería y efectos especiales. “Ser electricista es un oficio rutinario. En cambio, acá siempre estás trabajando tu cabeza para inventar, eso es lo que tiene de maravilloso lo artístico”, dice Carlos -las manos agrietadas y la vista cansada- dos días antes del estreno donde estará detrás de escena, en un rincón oscuro, haciendo los efectos especiales que vuelven realista la ficción.

Nadie frena. El pasillo del subsuelo es un depósito en movimiento constante. Termina el viernes, termina una producción récord de 18 días de trabajo para el montaje de Giulio Cesare in Egitto -ópera en tres actos con música de Georg Friedrich Händel y libreto de Nicola Francesco Haym- adaptada a los años ‘50 de la Argentina de Eva Perón. Juan Garmendia -coordinador general de talleres técnicos- llega al escenario y observa. Está todo fantástico, por suerte llegamos bien, piensa en voz alta y saluda a los demás compañeros del detrás de escena que hablan y ríen a todo volumen.

Está todo listo para abrir el telón y ellos vendrán como espectadores a sentarse y disfrutar. A esperar que el aplauso final los convoque.

Fuente: http://pdf.diariohoy.net/2010/08/01/pdf/tiempos.pdf

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