Iñaki Urlezaga / Se presentó en la Expo Shanghai
Presentó su espectáculo en el pabellón argentino
Lunes 30 de agosto de 2010 | Publicado en edición impresa LA NACION
Por Verónica Pagés
Enviada especial
SHANGHAI, China.- Cuando Iñaki Urlezaga vino en 1999 por primera vez a Shanghai, como primer bailarín del Royal Ballet de Londres, para la inauguración del Gran Teatro, nunca supuso que iba a entablar con esta ciudad la relación artística y afectiva que ya lo trajo aquí seis veces a bailar. La última sucedió ayer por la mañana -hora argentina- o, lo que es lo mismo, el domingo por la noche, en el Red Hall del Expo Center de la Exposición Mundial Shanghai 2010. Son muchos los cambios a los que Iñaki tuvo que adaptarse, feliz, en sus sucesivos viajes al otro lado del mundo. No sólo están las once horas por delante que el cuerpo tiene que alcanzar, aunque la cabeza ordene otra cosa, sino que están las costumbres del público local que sorprendieron al bailarín platense cuando pisó un escenario chino por primera vez. "La gente comía durante la función, llegaba tarde o se iba sin problemas antes de que terminara el espectáculo, se prendían las luces y sonaban celulares como si nada", recuerda, ahora muerto de risa, Urlezaga, a sabiendas de que muchas cosas han cambiado, como quedó demostrado en la actuación que -invitado por la Secretaría de Cultura de la Nación- realizó como parte de la programación especial del Pabellón Argentino de la Expo Shanghai 2010.
A decir verdad, las 1200 personas que llenaron el enorme auditorio donde el bailarín se presentó con parte de su compañía Ballet Concierto no dejaron ver ninguna de esas costumbres que tanto le llamaron la atención a Iñaki años atrás. Fueron puntualísimos, tremendamente respetuosos y efusivos; en lo único que sí se podía notar alguna costumbre oriental fue en el incesante uso de cámaras de foto o directamente de filmadoras posadas en oportunísimos trípodes que permitían al interesado en cuestión no sólo controlar la grabación, sino poder darse el lujo de mirar el espectáculo ya no sólo por el visor de su equipo.
Es que precisamente eso había que hacer, relajarse y disfrutar de ese Tango argentino , tal el nombre del espectáculo que el bailarín creó expresamente para esta exposición en la que el Pabellón Argentino homenajea también los 200 años de la patria. Por eso, Iñaki dejó las zapatillas de clásico por un rato y se calzó un señor par de "tamangos" para entrarle al tango, que alternó con unas botas camperas que lo animaron a la zamba. Tango y folklore en los pies de un bailarín clásico, un gusto que Urlezaga aceptó darse ancho de orgullo y realización personal. "Es como el grito de la selva: cuando te llaman, volvés corriendo al lugar de donde venís", grafica Iñaki, sobre la emoción que le generó el desafío de visitar otros géneros tan emblemáticos de nuestra cultura.
Fueron seis meses de trabajo incesante en La Plata con comunicación directa con Shanghai, ya que Urlezaga sacó a relucir sus contactos chinos y consiguió que la Filarmónica local se animará a la música de Piazzolla, D´Arienzo, Santaolalla, Garnica y Waldo de los Ríos. No fue fácil, a decir del bailarín, pero por lo que se pudo escuchar el resultado fue óptimo. Si uno no hubiera visto los rasgos asiáticos del jovencísimo director de esa orquesta, Gao Jian, o el del resto de sus músicos -salvo los del bandoneonista porteño Jorge Rutman-, podría haber supuesto que la que estaba en el foso era la orquesta de Café de los Maestros.
Fueron los músicos chinos quienes brindaron el bellísimo marco musical para que los 16 bailarines de la compañía Ballet Concierto desgranaran algo más de diez piezas en las que el tango y el folklore equilibraban una propuesta de alta factura técnica y, sobre todo, emocional. Pero no sólo por eso de que a un argentino se le cae un lagrimón con un tango no bien sale del país, porque si no, ¿cómo se entienden los aplausos de pie del público chino, que no tiene ese cordón umbilical nostálgico y melancólico con el tango o con el folklore?
Se explica como modo de agradecimiento al trabajo de un puñado de jóvenes bailarines que -de la mano de Urlezaga y de la directora de la compañía, Lilian Giovine- lograron emocionar a fuerza de entrega, belleza plástica y presencia escénica. Es evidente que Urlezaga se sabe rodear: bastaba ver a sus primeros bailarines, la salteña Eliana Figueroa, Franco Cadelago y a Macarena Giménez, que con sólo 16 años apabulla en el escenario.
Solos, duetos y números grupales de altísima efectividad se combinaron e intercalaron en un programa en el que se podían descubrir tangos y milongas con zambas, escondidos y gatos, todo suavemente intervenido por el clásico, lo que daba un aire gratamente contemporáneo.
Sólo tres oportunidades de ver este Tango argentino (con algunos recortes, según el escenario en que se muestre) tiene el público chino, y con ganas de más se queda Iñaki, pero, sobre todo, con ganas de mostrarlo en el país.
De hecho, ya anda fantaseando con una puesta en el Valle de la Luna o en algún otro lugar mágico. Por ahora, el lugar mágico es esta Shanghai ajena, intrincada y distante que con el paso de las horas (cuando el cuerpo y la cabeza se alcanzan) deja de serlo para convertirse en franca y amigable. Xièxiè , o gracias, que es lo mismo.
Fuente: http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1299379
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