En nuestra ciudad, un taller gratuito practica el tradicional baile apuntando a los beneficios físicos y emocionales que aporta. Abierto a la comunidad, está dictado por profesionales de la danza, la medicina y la psicología.
"Hasta que no te pegás un abrazo milonguero, no te das cuenta”, dice Yanina Freries, entre risas, con una frase que siempre repite, desde el taller gratuito de tangoterapia que coordina en nuestra ciudad.
Es que, junto con el resto del equipo que brinda las clases, eligieron bailar tango porque “defienden el abrazo”, según sus palabras; ese abrazo tan lleno de beneficios y, en una palabra, tan placentero en todo sentido.
“El abrazo que devuelve el contacto físico que hoy en día se ha perdido, y realmente hay que probarlo”, insiste Yanina, psicóloga de profesión, en una charla con Hoy.
Junto al profesor de Danzas Alejandro Lencina, la psicóloga y tangoterapeuta Pamela Galinski y la médica Lorena Praderio, Yanina brinda el taller dos veces por semana, los lunes y jueves, en la sede del Sindicato del Personal Mensual del Hipódromo, en calle 3 entre 41 y 42.
Uno de los grupos está dirigido exclusivamente a la tercera edad, mientras que el otro está abierto a la comunidad, y asisten personas de poco más de veinte años.
Básicamente, explica Yanina, lo que se hace es utilizar al tango en todas sus expresiones artísticas -la danza en primer lugar- como un vehículo para alcanzar la plenitud psicofísica. Y los beneficios son prácticamente incontables.
“A nivel físico, se mejora el equilibrio, la coordinación psicomotriz, el aparato circulatorio, el ritmo cardiovascular, por nombrar sólo algunos”, señala, al tiempo que enumera los aspectos positivos a nivel emocional: “Aumenta la autoestima y la socialización, a partir de la conformación de un grupo y la interacción entre personas”.
En cada clase, casi no se deja ningún aspecto sin abarcar. Durante los primeros quince minutos tiene lugar lo que llaman el “caldeamiento”, que consiste en un momento de relax, con control de la respiración y entrada en calor. Después, cuarenta minutos de baile, donde se ponen en práctica las tácticas aprendidas. Por último, se traslada a las palabras lo que cada uno experimentó en cuerpo y alma.
“En esta parte todos participan, y cuentan lo que vivieron y sintieron. Y este es un ejercicio que les sirve a todos más allá de la clase; les sirve para el resto de su vida”, expresa Yanina, al tiempo que cuenta acerca de una de las alumnas del taller que, con 85 años, prefiere sentarse durante la clase y escuchar atentamente los tangos, cantando las letras. “En los últimos minutos, ella también toma parte y cuenta cómo la pasó”.
Primera clase
¿Cómo llegan los alumnos la primera clase del taller? “Con mucha resistencia, sobre todo por la palabra terapia”, afirma Yanina, aunque aclara que “todos muestran una enorme curiosidad”.
Es que, en general, la mayoría de los asistentes se acerca “a mirar”, pero después no pueden evitar engancharse. “Les da mucha vergüenza, o dicen que no saben bailar, pero enseguida se dan cuenta de que hay buena onda”.
En el caso de los adultos mayores, muchos de ellos tienen limitaciones físicas propias de la edad, y piensan que no son capaces de bailar. “A ellos se les hace un examen clínico y una entrevista psicológica para saber con qué cuestiones llegan”, apunta Yanina.
“Casi todos, tengan la edad que tengan, son tímidos, y las que aprenden acá son herramientas que les sirven para socializar fuera de la clase, en su vida diaria”, concluye.
Profesores y campeones
Alejandro Lencina y Pamela Galinski, dos de los que brindan el taller, son la pareja que ganó la eliminatoria de la subsede La Plata del Mundial de Tango 2010, hace dos semanas, en la categoría de tango salón. A fin de mes, competirán en las semifinales en Capital Federal.
Fuente: http://www.diariohoy.net/accion-verNota-id-98903-titulo-La_vuelta_de_los_abrazos_perdidos
"Hasta que no te pegás un abrazo milonguero, no te das cuenta”, dice Yanina Freries, entre risas, con una frase que siempre repite, desde el taller gratuito de tangoterapia que coordina en nuestra ciudad.
Es que, junto con el resto del equipo que brinda las clases, eligieron bailar tango porque “defienden el abrazo”, según sus palabras; ese abrazo tan lleno de beneficios y, en una palabra, tan placentero en todo sentido.
“El abrazo que devuelve el contacto físico que hoy en día se ha perdido, y realmente hay que probarlo”, insiste Yanina, psicóloga de profesión, en una charla con Hoy.
Junto al profesor de Danzas Alejandro Lencina, la psicóloga y tangoterapeuta Pamela Galinski y la médica Lorena Praderio, Yanina brinda el taller dos veces por semana, los lunes y jueves, en la sede del Sindicato del Personal Mensual del Hipódromo, en calle 3 entre 41 y 42.
Uno de los grupos está dirigido exclusivamente a la tercera edad, mientras que el otro está abierto a la comunidad, y asisten personas de poco más de veinte años.
Básicamente, explica Yanina, lo que se hace es utilizar al tango en todas sus expresiones artísticas -la danza en primer lugar- como un vehículo para alcanzar la plenitud psicofísica. Y los beneficios son prácticamente incontables.
“A nivel físico, se mejora el equilibrio, la coordinación psicomotriz, el aparato circulatorio, el ritmo cardiovascular, por nombrar sólo algunos”, señala, al tiempo que enumera los aspectos positivos a nivel emocional: “Aumenta la autoestima y la socialización, a partir de la conformación de un grupo y la interacción entre personas”.
En cada clase, casi no se deja ningún aspecto sin abarcar. Durante los primeros quince minutos tiene lugar lo que llaman el “caldeamiento”, que consiste en un momento de relax, con control de la respiración y entrada en calor. Después, cuarenta minutos de baile, donde se ponen en práctica las tácticas aprendidas. Por último, se traslada a las palabras lo que cada uno experimentó en cuerpo y alma.
“En esta parte todos participan, y cuentan lo que vivieron y sintieron. Y este es un ejercicio que les sirve a todos más allá de la clase; les sirve para el resto de su vida”, expresa Yanina, al tiempo que cuenta acerca de una de las alumnas del taller que, con 85 años, prefiere sentarse durante la clase y escuchar atentamente los tangos, cantando las letras. “En los últimos minutos, ella también toma parte y cuenta cómo la pasó”.
Primera clase
¿Cómo llegan los alumnos la primera clase del taller? “Con mucha resistencia, sobre todo por la palabra terapia”, afirma Yanina, aunque aclara que “todos muestran una enorme curiosidad”.
Es que, en general, la mayoría de los asistentes se acerca “a mirar”, pero después no pueden evitar engancharse. “Les da mucha vergüenza, o dicen que no saben bailar, pero enseguida se dan cuenta de que hay buena onda”.
En el caso de los adultos mayores, muchos de ellos tienen limitaciones físicas propias de la edad, y piensan que no son capaces de bailar. “A ellos se les hace un examen clínico y una entrevista psicológica para saber con qué cuestiones llegan”, apunta Yanina.
“Casi todos, tengan la edad que tengan, son tímidos, y las que aprenden acá son herramientas que les sirven para socializar fuera de la clase, en su vida diaria”, concluye.
Profesores y campeones
Alejandro Lencina y Pamela Galinski, dos de los que brindan el taller, son la pareja que ganó la eliminatoria de la subsede La Plata del Mundial de Tango 2010, hace dos semanas, en la categoría de tango salón. A fin de mes, competirán en las semifinales en Capital Federal.
Fuente: http://www.diariohoy.net/accion-verNota-id-98903-titulo-La_vuelta_de_los_abrazos_perdidos
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