lunes, 5 de junio de 2000

Buscando un lugar en el mundo

5 de junio de 2000

"Un señor alto, rubio, de bigotes", de Humberto Constantini, monólogo interpretado por Ricardo Gil Soria. Fotografía: Ezequiel Gil Soria. Asistencia: Eduardo Santamaría. Dirección: Ricardo Gil Soria. Pasaje Dardo Rocha.

El hombre camina apurado. Sciardys se llama. Va a verlo al Sr. García de parte del Sr. Perrondo. Puede que esta vez sí. Que por fin consiga algo. Tiene los zapatos gastados de tanto caminar, de tanto recorrer calles atestadas de gente, entre paredes altísimas que lo aplastan y ventanas que lo miran indiferentes, de tanto subir en ascensores, andar por pasillos, buscar oficinas, preguntar por tantos señores García que lo hacen esperar para luego decirle que por ahora no, que tal vez más adelante, que se dé una vuelta en un par de meses. Y todos los edificios se parecen, todos los ascensores, los pasillos, las oficinas, los sillones, las mesitas, los cuadros, los señores García...

Y de vuelta a la calle, esa calle sin cielo, repleta de gente ocupada, gente con rumbo, que sí sabe dónde va. Gente que no busca como él, porque ya encontró. A trajinar otra vez, pero sin mirarse los zapatos. Caminar erguido, llevándose el mundo por delante, con aire triunfador, con una sonrisa de oreja a oreja, pletórico de optimismo, en positivo, para alejar la mala onda.

Acomodarse el nudo de la corbata, los puños de la camisa, y nada de mirarse en los espejos de las vidrieras, no vaya a ser que le devuelvan una imagen desagradable.

No hay mal que dure cien años. Algo tiene que aparecer. Hay que ser paciente y saber esperar. Al fin y al cabo, esperar es una ocupación fundamental. Y si la espera se alarga, uno puede meterse en la carpa del tiempo -filosofa Sciardys-, cerrar todas las aberturas y acurrucarse, quietito, sin hacer ruido, fuera del tiempo. Alguien tiene que darle una mano. Y al final del día, después de golpear tantas puertas y de tocar tantos timbres, ese alguien aparece: un señor alto, rubio, de bigotes, el Sr. Ojeda que, curiosamente, está al tanto de todos sus problemas. Hasta de esa puntada en el pecho que no lo deja respirar. Y Ojeda lo trata bien, casi como a un viejo amigo, y le encuentra un lugar, aunque tal vez no sea el que Sciardys quería ni esperaba. Pero algo es algo...

Este cuento de Humberto Constantini (1924-1987) se publicó en 1963, y casi 40 años después conserva su acuciante vigencia. "Un señor alto, rubio, de bigotes" es el retrato de un antihéroe, es decir, del hombre común y corriente, reducido a sujeto descartable, desconectado de su propia esencia y de la del prójimo, despojado de su dignidad y de su autoestima, matando el tiempo y dejándose matar por él, sin raíces ni alas, sin sueños que lo eleven del ras del piso. Patético monigote que corre sin saber adónde, que busca sin saber qué, que muere sin haber vivido.

Ricardo Gil Soria construye con sus recursos actorales un personaje que inspira compasión y ternura, un fracasado profesional, un perdedor, un pobre tipo al borde del abismo, un hombre que camina por la cornisa, que salta de la euforia al derrotismo, de la pedantería y la soberbia a la actitud servil, rastrera y genuflexa. Un hombre que sabe que le quedan muy pocas fichas por jugar y ningún as en la manga; de ahí el apuro, la ansiedad, la angustia.

Con una concepción escénica deliberadamente despojada, Gil Soria arma el pequeño mundo de Sciardys y nos hace testigos del fluir de su conciencia, de su monólogo interior, del incesante parloteo consigo mismo. A través de sus gestos y movimientos, imaginamos las calles, los edificios, las oficinas, las secretarias, las salas de espera, el café, el taxi. A través de sus tonos, percibimos el ánimo cambiante del personaje, mientras deambula por ese laberinto sin salida.

Los climas de la pieza se verían realzados por una puesta de luces más elaborada, que subrayara los momentos en que el personaje interactúa con el mundo exterior, contrastándolos con aquellos en que está inmerso en sus propios pensamientos. También el sonido podría aportar algún dato del afuera (voces, ruidos, efectos) que matizara el relato.
"Un señor alto, rubio, de bigotes": dolorosamente actual.

Fuente: http://www.eldia.com.ar/ediciones/20000605/espectaculos5.html

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