
“Hola, soy Raúl Beppo Andrioli, mi oficio de muchos años es el de titiritero! Los invito a conocer estos territorios libres de mis sueños, donde encontraran poemas, fotos, videos, recuerdos, anecdotas y añoranzas variopintas” esta es la frase con que el titiritero oriundo de Azul, radicado en La Plata desde hace varios años, recibe a quienes llegan a http://lostiteresdebeppo.wordpress.com.
Raúl nos envió un correo para invitarnos a incursionar por su página. Lo hicimos y tomamos prestado de su sección “Álbum de Recuerdos” este relato sobre su encuentro con Jorge Cafrune en Azul. Invitamos a visitar su sitio para descubrir otros recuerdos, poesías y relatos.
Mi encuentro con Jorge Cafrune
Escribe: Raúl Beppo Andrioli,
lostiteresdebeppo@yahoo.com.ar

Allí en esa localidad que está justo en el centro de la provincia de Buenos Aires, jugué con juguetes de mi propia invención, allí por la radio empecé a apreciar y a querer a ídolos populares como el turco Cafrune, y de puro caradura, en mi admiración llegué a imitarlo.
Por suerte muy pocos se enteraron de esta presunción. Hice todo el primario, en una escuela rural de chapa, con una única maestra, la señora Celia Inés Gutierrez de Selva, y llegué a ser el único alumno de la promoción de ese lejano sexto grado.
Fue a instancias de esta maestra que continué el secundario.
Con el secundario, descubrí la ciudad y el cine.
Como no tenía plata para entrar todos los días, me las ingenié y le propuse al director del diario “comentar” las películas que llegaran a Azul, a cambio de que él me gestionara la entrada gratis, (no quería plata, sino poder ver cine, mucho cine), y así después de algunas idas y venidas logré mi propósito.
Al mismo tiempo que comentaba cine, se me ocurrió entrevistar a los artistas que llegaban de la Capital Federal a brindar sus espectáculos. Así fue que entrevisté a muchos de ellos, el primero fue Eduardo Falú, la segunda Ginamaria Hidalgo, y el tercero fue EL TURCO. Esa noche de la entrevista lo esperamos en la puerta del Gran Hotel Azul, porque teníamos el dato que allí iba a alojarse antes del espectáculo.
Se hacia tarde y no aparecía, con mi amigo Héctor Mañandez que también escribía poesía, y firmaba las notas como Tristan Calé Tostoi (yo lo hacia como Raúl Jacobson), nos entristecimos un poco, porque calculábamos que en el apuro, por presentarse a dar su espectáculo, no nos iba a poder atender. Y para nosotros esta nota era toda una ilusión, un tremenda expectativa. Demás está decir que el sueño de cualquier pibe que abraza el periodismo es poder entrevistar o estar, aunque sea, unos minutos con su ídolo.
Cuando ya la cosa parecía irreversible, oímos el trueno del motor de su auto desfilar por las calles de Azul, dio una vuelta a la plaza San Martín, delante de nuestros ojos y de un montón de curiosos ocasionales, y se estacionó frente mismo del hotel, en mitad de la calle. Así fue que nos enteramos que su poderosa máquina, no era otra que el automóvil de competición que le acababa de comprar a Dante Emillozzi en Olavarria y al que ya le había pintado en los costados la leyenda: Olavarria -Jujuy.
Se bajó del “bólido” (junto con el venía de acompañante este hombre mayor que aparece en la foto que no sabemos quien es), y enseguida sin detener el motor, y dejando la puerta abierta del mismo, le indicó a un muchacho que esperaba en el cordón de la vereda, que se encargara de estacionar el vehículo. Se dirigió a él, con estas palabras: “buscale un palenque al potro. Con cuidado, mirá que recién lo estoy domando”.
Ahí mismo lo abordamos y le planteamos hacerle el reportaje, y para nuestra sorpresa nos dijo que si, que lo acompañáramos a su habitación que después de darse una ducha, charlaría unos minutos con nosotros.
Y así lo hizo mientras se tomaba una ginebra.
En la publicación que se adjunta queda confirmado mi relato. Después fuimos en caravana “escoltándolo” hasta el Club Social Azul que estaba a unas tres o cuatro cuadras del hotel, donde tuvo lugar el recital.
Una vez más el turco nos demostraba su solidaridad y su calidad humana.

Murió cumpliendo su sueño de recorrer su querida Patria de a caballo, como nos había contado en la nota que generosamente nos concedió en aquel momento.
Muchos años mas tarde, en La Plata, escribí el relato: “El Día que los caballos mataron a los autos” a su memoria, con la secreta esperanza de que los caballos como las letras de esas canciones que el cantaba, vuelvan a llenar ese territorio perdido, ese vacío intransitable, ese agujero en el alma que nos dejó su ausencia.-
Raúl Beppo Andrioli. La Plata, agosto del 2006.-
Fuente: http://www.fmdelpuebloazul.com.ar/noticia/index.php?option=com_content&view=article&id=314:los-titeres-de-beppo-en-internet&catid=37:sociales&Itemid=63
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