Jueves 28 de octubre de 2010 | Publicado en edición impresa
Francesca da Rimini. Opera de Riccardo Zandonai. Con: Nicola Beller Carbone, Enrique Ferrer, Luis Gaeta, Sergio Spina y elenco. Dirección musical: Carlos Vieu. Puesta en escena: Louis Désiré. Coro y orquesta del Teatro Argentino. Próximas funciones: hoy, a las 20.30, y el domingo, a las 17. Teatro Argentino de La Plata. Nuestra opinión: muy buena.
No obstante ser la más exitosa creación de Zandonai (1883-1944), y una de las obras representativas del posverismo, Francesca da Rimini es una ópera poco conocida. El libreto, basado en el drama de Gabriele D´Annunzio, y éste a su vez en el "Canto V" de la D ivina comedia del Dante, cuenta una trágica historia de amor en el siglo XIII, con reminiscencias de la leyenda de Tristán e Isolda . Francesca es obligada a casarse con Giovanni Malatesta, mientras, enamorada del hermano de éste (Paolo, il bello ), un tercer hermano (Malatestino) delata a los amantes y desencadena el final de ambos. La composición se resume en un collage de estilos que ora evocan a Wagner, ora a Debussy, Ravel o Saint-Saëns, un continuo dramático que rehúye a las formas cerradas y que, aun siendo poco personal en su lenguaje, resulta atractivo y bien construido en la totalidad.
Uno de los motivos de esa escasa frecuentación reside en la exigencia de un elenco numeroso y de jerarquía vocal, complejidad que aquí fue resuelta con un reparto sobresaliente. Nicola Beller Carbone encarnó una estupenda Francesca, rol de soprano-spinto con amplias demandas dramáticas. Segura y de bello color, su protagónica voz atravesó la espesa trama orquestal, rica armónica y tímbricamente, resistiendo sin evidencia de cansancio su extensa parte. Enrique Ferrer fue un convincente Paolo, tenor estentóreo de voz robusta y muy buena presencia escénica. Fueron una excelente dupla en el apasionado dúo del tercer acto. El siempre sólido Luis Gaeta dio vida al cruento barítono Giovanni y se lució junto al también solvente tenor Sergio Spina, como Malatestino, en la intrigante escena del cuarto acto. A la caracterización de sus voces los dos "malos" de la historia sumaron un definido desempeño actoral. Las voces fueron lo mejor de la propuesta.
Louis Désiré (responsable de régie, escenografía y vestuario) planteó una puesta de tipo metafórico con un omnipresente objeto-símbolo al estilo Harry Kupfer, en este caso una mano gigante de significado incierto, que si bien no alcanzó a comunicar el indescifrable sentido de esa figura tan potente en el centro de la escena al menos obtuvo un buen resultado visual. Los trajes dieron la nota medieval y la iluminación de Rubén Conde aportó climas y colores intensos.
La orquesta, por su parte, tuvo un buen desempeño bajo la batuta de Carlos Vieu. Fue acertada la interpretación de los tempi sosteniendo la unidad y continuidad sin estancamientos de excesiva lentitud (fundamental para evitar la pérdida de tensión en un discurso de forma abierta). Se aprovecharon los contrastes de atmósferas, producto de la variedad tímbrica y la textura sinfónica de la composición, y se alcanzaron bellos clímax en los momentos dramáticos. La actuación orquestal fue el pilar sólido sobre el cual se construyó una óptima producción.
Un desafío que el Teatro Argentino superó con creces, ya que programó una ópera difícil y arriesgada y logró brindar un espectáculo notable que sin dudas amerita ser visto como una estupenda oportunidad para conocer la tragedia de Francesca da Rimini.
Cecilia Scalisi
- Opera de exportación
La ópera de Riccardo Zandonai, que se presenta en La Plata hasta el domingo, es una coproducción entre el Teatro Argentino y la Opera de Montecarlo, y no una producción del teatro monegasco, como se publicó el último viernes por error. Es así que Francesca da Rimini ya tiene fecha de estreno en territorio europeo: en marzo de 2012 se presentará en la Salle Garnier del Principado de Mónaco.
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