
07-10-2010 / Los actores y el asistente de dirección anticiparon la obra en una charla con Diagonales
Ojos traidores llega este sábado a La Plata de la mano de dos actores de lujo, Erica Wallner –quien ya hizo Clarita este año en nuestra ciudad– y Miguel Habud. La cita imperdible para disfrutar de esta comedia en la que “dos mundos diferentes se acercan entre sí”, es a las 21, en el escenario del teatro La Nonna (47 esquina 3).
Antes de la presentación, los actores y el asistente de dirección, Jorge Butera, charlaron con Diagonales sobre esta obra de Ricardo Cardoso, que fue dirigida por Iván Stepler.
Erika Wallner relató el origen del proyecto, la historia de Ojos traidores: “Yo no estaba aquí en Buenos Aires y me avisan que se quiere hacer una comedia y se estaba buscando cual, finalmente quedó Ojos traidores. Y lo íbamos a hacer en el auditorio de la Uocra como teatro leído. Entonces nos juntamos y no quisimos hacerlo leído, nos pareció una falta de respeto al público aunque sea por pocas funciones, ya que la idea era hacer solamente cuatro sábados. Entonces nos pusimos firmes, empezamos a estudiarlo y lo hicimos sin leerlo. Para nosotros creo que fue algo muy importante pensar que el público nos sigue y que no podemos defraudarlo. Se hizo con mucho éxito, esas cuatro funciones de junio fueron a lleno total y el público se fue encantado”.
–¿Cómo fue el trabajo con el director, Iván Stepler?
Miguel Habud: – Stepler estuvo en Buenos Aires sólo por 15 días, ya que casi todo el tiempo está trabajando en el exterior. Cuando propusimos hacer la obra actuada y no como teatro leído, el director dijo "yo la voy a plantear, al voy a montar y después se arreglan solos". Stepler dejó la puesta armada en dos semanas y después continuamos el trabajo con Jorge Butera. Y a las cuatro funciones de la Uocra se sumaron otras, ya que se empezó a vender la obra.
–¿Y empezaron a hacer gira?
M.H.: –Sí y, además, ya teníamos todo, estaba la obra, la utilería lista, el vestuario.
–¿Cómo viven eso de cambiar de escenario cada fin de semana y hacer teatro fuera de la Ciudad de Buenos Aires?
Erika Wallner: –Giras siempre hemos hecho. Y lo que yo pienso de la gira, de venir a La Plata por ejemplo, es que a mí me gusta, y sé que a Miguel también, darnos la mano con la gente y acercarnos a los lugares. Porque es importante el contacto fuera del escenario con el público y si no venís tampoco hay mucha gente que va a Buenos Aires, entonces es importante esa cosa mancomunada al acercarse.
M.H.: –Y el público disfruta de eso. Aparte la gente agradece cuando uno se acerca a su lugar, me dicen, por ejemplo, “que bueno que vino, que yo lo veo siempre en la novela”. Lo bueno es que si no pueden ir a verte a Capital, agradecen que uno pase por su localidad, por su teatro, que los tenga en cuenta.
E.W.: –Además uno está en su país y es su gente.
M.H.: –Y es bárbaro, es grato. Pero la gente agradece porque les parece que uno nunca va a ir a ese lugar.
Jorge Butera: –Los actores tratan de hacer eso, estar en todas partes a pesar del sacrificio.
E.W.: –Hay una frase muy famosas que dice “el actor es el ciudadano del mundo”. Cuando se puede transponer la General Paz y la gente te sigue y te reconoce, es maravilloso realmente. Cuanto más público tenés, de diferentes lugares, te vas enriqueciendo también.
La trama. La historia de Ojos traidores es la de un hombre y una mujer perdidos en la gran ciudad. Pero hay algo adentro que empuja para adelante, que no se resigna, una pequeña luz interior que hace posible el encuentro, por supuesto que con dudas, con miedo, pero también con esperanza. Los dos están aferrados a trabajos con los que apenas sobreviven, pero también intentando encontrar con quién mirarse, comunicarse, con quien hablar.
–¿Qué pasa con estos personajes en la obra?
M.H.: –Estas personas se conocen por error un día. La rutina de este tipo, que es separado, está solo y trabaja por la noche en un bar, es que una vez por semana una mujer lleva su traje a la tintorería y se lo trae de vuelta. Y ahí tiene una excusa para charlar algo con ella de lo que le puede haber pasado en la semana, que nunca varía demasiado. Y ese día, no viene la mujer que siempre venía sino que viene otra, que es el personaje de Erika. Y todo cambia, porque él esperaba a la mujer de siempre y viene otra, con otra personalidad, otro temperamento, otra visión de la vida. Y desde el primer momento chocan, chocan todo el tiempo. Pasa así toda la hora y pico del espectáculo, con un enfrentamiento constante hasta que terminan mostrando que no son tan distintos, son bastantes parecidos, y empiezan a coincidir y se entusiasman con ciertos momentos de la charla.
J.B.: –Es un juego de palabras todo el tiempo: que sí, que no, uno quiere correr para un lado, el otro para el otro. Los dos quieren lo mismo, porque en última instancia los dos andan buscando rehacer su vida, pero ninguno quiere dar el brazo a torcer porque han tenido experiencias anteriores muy feas. Entonces dudan, y más habiéndose conocido recién. Pero después de tantas idas y venidas, charlas, discusiones, ponerse de acuerdo, amor de una parte, corrida del otro, porque el juego es así, de repente se enamora ella y el que quiere reconocer que está enamorado de repente es él... y todo eso llega a un final totalmente distinto al que la gente piensa.
E.W.: –Es una comedia para reírse, con algo de sentimental también porque son dos personas solas que en un punto de la vida se encuentran.
–Por lo que cuentan, parece que la obra transita distintos climas...
E.W.: –Tiene peleas, cosas emocionales, románticas.
M.H.: –También hay recuerdos sentidos de la soledad de cada uno.
E.W.: –Pero siempre dentro de la comedia, nunca cae en lo dramático, pero tampoco tiene un tono frívolo.
J.B.: –Es una comedia casi dramática por momentos, que vuelve a ser comedia de repente y que vuelve a tomar un aspecto de drama sin llegar a serlo. Es ese juego: de repente se pone muy sentimental con los recuerdos, más dramático cuando se pelean por las distintas opiniones que tienen y se ponen muy en comediantes cuando empiezan las discusiones divertidas.
M.H.: –Imaginate que recién nos conocemos y empezamos a discutir. Y de ahí, estos personajes salen a tratar de remontar eso, los dos ceden un poco por momentos, se vuelven a confundir, como una ola, van y vienen.
–¿Durante todo el tiempo que dura la obra están los dos en escena?
M.H.: –Todo el tiempo, por un instante sale ella, que se supone que va a la baño, pero va y viene, viene rápido y sigue discutiendo…
–¿Cómo fue el trabajo actoral para permanecer más de una hora en escena con una obra tan ágil?
M.H.: –Nosotros ya nos conocíamos, habíamos hecho juntos Los cuentos navegables arriba de la Fragata Sarmiento. Eso ya nos dio la pauta, aparte de haber hecho ambos televisión y teatro, de cómo movernos juntos, nos conocemos los tiempos y el training. Y acá en un momento se planteó qué hacer, porque la obra es para una pareja, entonces me metí años para el personaje con pelo blanco y bigotes postizos. Así ella personifica a la señora que plancha la ropa todos los días y yo a un señor solitario, que vive en su casa sin demasiadas pretensiones hasta que aparentemente alguien le hace renovar la esperanza en algo.
–¿Qué les suele transmitir el público después de ver la obra?
M.H.: –Se ríen mucho primero y reconocen en los dos personajes gente cercana o familiar: “es igual a mi mamá”, “es como mi mujer”.
J.B.: –Y en el final, cuando hay un cambio muy importante del personaje, la gente como que dice “bien, reaccionó”, siente que hace lo que tenía que hacer, como que todos estaban esperando que reaccionara así.
–¿Y por qué el título, Ojos traidores?
–En realidad el título pertenece a una de las frases que en un momento de la obra se dice. Ella es un poco desconfiada y discute todo. Entonces, en un momento de la discusión sale la frase como latiguillo, porque tiene una idea de la persona, está como prejuzgando. Y el autor, Ricardo Cardoso, lo denominó así por eso.
Fuente: http://www.elargentino.com/nota-109335-medios-122-Erika-Wallner-y-Miguel-Habud-presentan-la-comedia-Ojos-traidores-en-La-Plata.html
No hay comentarios.:
Publicar un comentario