Chamuyo Nº9 - Octubre 2010
Sobre los malabares que hace el circo para seguir siendo criollo. Dibujos y reflexiones sobre un modo de entender la cultura.
El teatro argentino nació gauchezco, criollo y circense. También, revolucionario. El 6 de octubre la Argentina celebra el día del Circo Criollo y recuerda el natalicio de José “Pepe” Podestá, actor, atleta, trapecista, músico uruguayo que cruzó el charco para darnos el circo y el teatro nacional. Hoy, la realidad del circo es ambigua: por un lado brotan los talleres de acrobacias en todos los barrios y, por el otro, la tradición advierte que Buenos Aires los discrimina por negarles los espacios y batalla por conservar la identidad de un género propio.
Una historia en voz alta. Hasta 1886 el circo era de pantomímico y contaba historias oriundas de Italia, Francia y España. En medio de una gira del Circo de los Hermanos Podestá, en Chivilcoy, “un lugareño con el que Podestá compartía un Vermú -detalla con precisión Jorge Videla, integrante del Circo de los Hermanos Videla y director de la Escuela de Circo Criollo- lo felicitó por la obra y le preguntó porqué los personajes no hablaban, pues no todo el pueblo terminaba de comprenderla”.
En la siguiente función, Juan Moreira habló y maravilló a los presentes que se identificaban con ese rebelde romántico. “Fue tan grande el éxito que todos lo copiaron y Podestá contrató a un escritor para dar vida a Juan Cuello, la historia de otro gaucho y segunda obra criolla, que hoy el teatro desconoce”, señala Jorge Videla.
El circo criollo se caracteriza por tener dos partes, una primera acrobática y una segunda teatral. Vivió sus años de mayor esplendor entre 1890 y 1916: revolucionaba a los pueblos del interior porque Juan Moreira les hablaba de las injusticias y la libertad, al tiempo que en Buenos Aires su cartelera competía con la que ofrecía la Opera.
“Los Podestá convierten en protagonista y símbolo a un marginado social, y siendo ellos marginados como actores de un género considerado ´inferior´ imponen temas y nuevos estilos actorales”, repasa Beatriz Seibel, autora de Historia del circo (1993), y el recién publicado Historia del teatro argentino II 1930-1956: Crisis y cambios. Ediciones Corregidor, 2010), entre otros trabajos.
Sin embargo, con los años fue un género maltratado y hasta olvidado: “En 1950 había 40 circos criollos y 10 compañías acrobáticas. La llegada de la televisión, a mediados de 1960, generó la gradual desaparición”, repasa Siebel, y Oscar Videla, el otro integrante del Circo de los Hermanos Videla y de la Escuela de Circo Criollo, agrega: “Sólo quedan tres circos criollos (de dos partes): la familia de Papelito, la familia García, otra familia en Tucumán; y otras 30 carpas acrobáticas que sólo ofrecen circo de primera parte”.
Su hermano, Jorge Videla, dispara que “el circo es discriminado en Buenos Aires porque en la Ciudad piden requisitos imposibles y en el conurbano los prohíben, mientras que en otras partes del mundo es bienvenido y protegido”, a la par de pedir regulaciones “serias” que le permita regresar a los barrios.
Lucas Nine, quien publicó el libro de ilustraciones “Circo Criollo”, atribuye responsabilidades a la industria del entretenimiento: “El circo vivió mientras se pudo crear cultura popular al margen de la industria” y reconoce movimientos de “resurrección y de reapropiación del legado tradicional” por parte de las nuevas generaciones. En ese sentido, Beatriz Seibel, apuesta a que “los principales referentes del circo actual son los jóvenes que buscan ser artistas completos: acróbatas, payasos, actores cómicos y dramáticos”.
Clases de circo. La juventud también accede a los espacios a través de la moda y la circense se instaló con fuerza al masificarse los talleres que invitan a tomar clases acrobáticas. Mientras que para muchos se trata de una alternativa al gimnasio o un divertido pasatiempo, para otros es una forma de vida a la que debe tratarse con mayor respeto.
La Escuela de Circo de los Hermanos Videla forma artistas desde hace 30 años, y sus alumnos se lucen en compañías de todo el mundo. Ellos son gente de circo e integran una familia con cinco generaciones en la arena. Todo comenzó cuando su abuelo, conocido como el payaso “Tony Panchito”, se entregó a los 13 años al circo y legó herencia: sus nietos son Jorge y Oscar Videla, quienes dirigen la Escuela y cuyos hijos –a su vez- participan en compañías internacionales y sus nietos aprendieron a caminar haciendo malabares.
“Soñábamos crear una escuela para formar artistas y nos pasamos porque formamos profesores”, lamenta Jorge Videla y agrega “no los critico pero les pido que no usen el término de ´Escuela de circo´ porque es abusar del término, la deberían reemplazar por ´artística´”. En su rol docente, los Videla buscan que la tradición no se pierda: “La gente de circo no comulga con los talleres pero reconozco que debemos aceptar el cambio y luchar para proteger nuestra identidad” dice Jorge.
Con más ganas que experiencia, muchos talleres incursionan en destrezas acrobáticas como alternativa deportiva. La Caravana, por ejemplo, ofrece talleres de entrenamiento: “Son cursos de disciplinas circenses que no tienen relación con el circo criollo porque no enseñamos la parte artística, salvo excepciones” dice Cecilia, una de sus directoras y agrega que “la mayoría viene por moda y como alternativa al gimnasio”.
María Fagnani, quien abordó en un trabajo monógráfico de Artes Teatrales para el Bachillerato Internacional, indagó sobre los elementos que el circo contemporáneo rescata del tradicional y concluyó que “el circo se aleja y vuelve a acercarse a la primera tradición, tomando alguno de sus más importantes elementos”.
Como sea, el circo brega por mantener identidad y vigencia. Su espíritu está intacto y sigue siendo popular, aunque las propuestas más divulgadas sean las de compañías internacionales cuyas entradas superan los 500 pesos. Las carpas de lona, antes de lienzo, con arena para la primera parte y escenario para la segunda, son las que por 15 pesos insisten en la tradición de garantizar un espacio para soñar con libertad, rebeldía y humor. Se llama Circo Criollo e invita a volar.
Fuente: http://www.chamuyoweb.com.ar/revista/sociedad/item/126-circo-criollo-entre-moda-y-tradici%C3%B3n.html
Sobre los malabares que hace el circo para seguir siendo criollo. Dibujos y reflexiones sobre un modo de entender la cultura.
El teatro argentino nació gauchezco, criollo y circense. También, revolucionario. El 6 de octubre la Argentina celebra el día del Circo Criollo y recuerda el natalicio de José “Pepe” Podestá, actor, atleta, trapecista, músico uruguayo que cruzó el charco para darnos el circo y el teatro nacional. Hoy, la realidad del circo es ambigua: por un lado brotan los talleres de acrobacias en todos los barrios y, por el otro, la tradición advierte que Buenos Aires los discrimina por negarles los espacios y batalla por conservar la identidad de un género propio.
Una historia en voz alta. Hasta 1886 el circo era de pantomímico y contaba historias oriundas de Italia, Francia y España. En medio de una gira del Circo de los Hermanos Podestá, en Chivilcoy, “un lugareño con el que Podestá compartía un Vermú -detalla con precisión Jorge Videla, integrante del Circo de los Hermanos Videla y director de la Escuela de Circo Criollo- lo felicitó por la obra y le preguntó porqué los personajes no hablaban, pues no todo el pueblo terminaba de comprenderla”.
En la siguiente función, Juan Moreira habló y maravilló a los presentes que se identificaban con ese rebelde romántico. “Fue tan grande el éxito que todos lo copiaron y Podestá contrató a un escritor para dar vida a Juan Cuello, la historia de otro gaucho y segunda obra criolla, que hoy el teatro desconoce”, señala Jorge Videla.
El circo criollo se caracteriza por tener dos partes, una primera acrobática y una segunda teatral. Vivió sus años de mayor esplendor entre 1890 y 1916: revolucionaba a los pueblos del interior porque Juan Moreira les hablaba de las injusticias y la libertad, al tiempo que en Buenos Aires su cartelera competía con la que ofrecía la Opera.
“Los Podestá convierten en protagonista y símbolo a un marginado social, y siendo ellos marginados como actores de un género considerado ´inferior´ imponen temas y nuevos estilos actorales”, repasa Beatriz Seibel, autora de Historia del circo (1993), y el recién publicado Historia del teatro argentino II 1930-1956: Crisis y cambios. Ediciones Corregidor, 2010), entre otros trabajos.
Sin embargo, con los años fue un género maltratado y hasta olvidado: “En 1950 había 40 circos criollos y 10 compañías acrobáticas. La llegada de la televisión, a mediados de 1960, generó la gradual desaparición”, repasa Siebel, y Oscar Videla, el otro integrante del Circo de los Hermanos Videla y de la Escuela de Circo Criollo, agrega: “Sólo quedan tres circos criollos (de dos partes): la familia de Papelito, la familia García, otra familia en Tucumán; y otras 30 carpas acrobáticas que sólo ofrecen circo de primera parte”.
Su hermano, Jorge Videla, dispara que “el circo es discriminado en Buenos Aires porque en la Ciudad piden requisitos imposibles y en el conurbano los prohíben, mientras que en otras partes del mundo es bienvenido y protegido”, a la par de pedir regulaciones “serias” que le permita regresar a los barrios.
Lucas Nine, quien publicó el libro de ilustraciones “Circo Criollo”, atribuye responsabilidades a la industria del entretenimiento: “El circo vivió mientras se pudo crear cultura popular al margen de la industria” y reconoce movimientos de “resurrección y de reapropiación del legado tradicional” por parte de las nuevas generaciones. En ese sentido, Beatriz Seibel, apuesta a que “los principales referentes del circo actual son los jóvenes que buscan ser artistas completos: acróbatas, payasos, actores cómicos y dramáticos”.
Clases de circo. La juventud también accede a los espacios a través de la moda y la circense se instaló con fuerza al masificarse los talleres que invitan a tomar clases acrobáticas. Mientras que para muchos se trata de una alternativa al gimnasio o un divertido pasatiempo, para otros es una forma de vida a la que debe tratarse con mayor respeto.
La Escuela de Circo de los Hermanos Videla forma artistas desde hace 30 años, y sus alumnos se lucen en compañías de todo el mundo. Ellos son gente de circo e integran una familia con cinco generaciones en la arena. Todo comenzó cuando su abuelo, conocido como el payaso “Tony Panchito”, se entregó a los 13 años al circo y legó herencia: sus nietos son Jorge y Oscar Videla, quienes dirigen la Escuela y cuyos hijos –a su vez- participan en compañías internacionales y sus nietos aprendieron a caminar haciendo malabares.
“Soñábamos crear una escuela para formar artistas y nos pasamos porque formamos profesores”, lamenta Jorge Videla y agrega “no los critico pero les pido que no usen el término de ´Escuela de circo´ porque es abusar del término, la deberían reemplazar por ´artística´”. En su rol docente, los Videla buscan que la tradición no se pierda: “La gente de circo no comulga con los talleres pero reconozco que debemos aceptar el cambio y luchar para proteger nuestra identidad” dice Jorge.
Con más ganas que experiencia, muchos talleres incursionan en destrezas acrobáticas como alternativa deportiva. La Caravana, por ejemplo, ofrece talleres de entrenamiento: “Son cursos de disciplinas circenses que no tienen relación con el circo criollo porque no enseñamos la parte artística, salvo excepciones” dice Cecilia, una de sus directoras y agrega que “la mayoría viene por moda y como alternativa al gimnasio”.
María Fagnani, quien abordó en un trabajo monógráfico de Artes Teatrales para el Bachillerato Internacional, indagó sobre los elementos que el circo contemporáneo rescata del tradicional y concluyó que “el circo se aleja y vuelve a acercarse a la primera tradición, tomando alguno de sus más importantes elementos”.
Como sea, el circo brega por mantener identidad y vigencia. Su espíritu está intacto y sigue siendo popular, aunque las propuestas más divulgadas sean las de compañías internacionales cuyas entradas superan los 500 pesos. Las carpas de lona, antes de lienzo, con arena para la primera parte y escenario para la segunda, son las que por 15 pesos insisten en la tradición de garantizar un espacio para soñar con libertad, rebeldía y humor. Se llama Circo Criollo e invita a volar.
Fuente: http://www.chamuyoweb.com.ar/revista/sociedad/item/126-circo-criollo-entre-moda-y-tradici%C3%B3n.html
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