jueves, 15 de marzo de 2012

El anillo del nibelungo


EL ORO DEL RHIN

El Maestro Marcelo Lombardero, Director de escena y creador del vestuario de la ópera “El Oro del Rhin”, en el Teatro Argentino de La Plata, cuenta cómo será la primera parte de la famosa tetralogía “El anillo del Nibelungo”, de Richard Wagner.

Marcelo Lombardero es un trabajador infatigable que a su labor de Director Artístico del Teatro Argentino sumó el desafío de poner en escena “El oro del Rhin”, título que iniciará la temporada 2012 del Teatro Argentino.

Encontramos a alguien apasionado por su creación artística y por el trabajo que conlleva, intenso y agotador. Habló con libertad y con mínimas interrupciones, por lo que este acercamiento al universo wagneriano, desde “Aquí La Plata”, queda a cargo de Marcelo Lombardero.

- Maestro, cuéntenos, por supuesto todo lo que pueda, acerca de lo que veremos en este acontecimiento.

-Es una producción atípica, comienza diciendo y sigue: es extraña y experimental, como debe ser toda producción de la tetralogía de Wagner. Nosotros hace mucho tiempo venimos trabajando una idea de teatro-cine o cine-teatro con uso de proyecciones y videos en el momento, con escenografía virtual pero escenografía funcional ad-hoc. Esta vez fuimos un poco más allá, hay mucha cosa filmada dentro de la puesta, digamos que hay mucha interacción no solamente en el escenario sino mucha cosa hecha previamente, es casi como hacer un film en vivo y estamos utilizando una tecnología muy de avanzada...

¿Es la primera vez que se utiliza aquí, en el teatro, esta tecnología?

-Hicimos algo parecido en “Tristán e Isolda” pero sin utilizar la tecnología 3D y “high definition” como vamos a utilizar ahora.

-¿El público deberá utilizar anteojos para la tecnología 3D?

-Estamos trabajando en eso, no sabemos si llegamos a “El Oro...” por una cuestión de tiempo y costos. Pero en una de las cuatro seguramente va a ser necesario el anteojo.

-Maestro, ¿porqué eligió esta tetralogía?

-Trabajamos en este proyecto hace más de 3 años. Nos lo planteamos con Alejo Pérez pensando en el bicentenario de Wagner; ustedes saben que en el año que viene se cumplen dos bicentenarios muy importantes, sobre todo para la gente que nos ha dado de comer tanto tiempo: Verdi y Wagner, los dos, nacieron en 1813. O sea que para el género lírico y para la ópera el 2013 es un año muy especial. Pensando en eso y pensando que a este teatro le había sido vedado en su historia presentar óperas de Wagner.

-¿Por qué motivo?

-Bueno...por varias razones, algunas culturales, otras de presupuestos. Nosotros somos un poco osados en esta historia. En principio, hoy en día se cuenta con artistas capacitados para hacer este repertorio en nuestro continente. Yo soy un convencido de que hoy en día se canta cada vez mejor y que en Iberoamérica hay excelentes cantantes. Es más, si uno recorre un poco los teatros del mundo se va a encontrar siempre con grandes cantantes de este continente. Entonces, la idea es empezar a festejar este bicentenario de Wagner desde nosotros, armar un elenco capaz de afrontar este desafío enorme...

-¿El desafío se refiere a lo relacionado con las voces?

-Si, bueno, hay un poco de mito también al respecto...

-¿Porque suele hablarse de las sopranos Wagnerianas...?

-Sí, por eso decía que hoy contamos con artistas capaces de hacer estos roles como en cualquier otro lugar. Por supuesto que los fanáticos a veces dicen “bueno no hay más” y esto es lo mismo que dicen los fanáticos del fútbol “los de antes eran mejor... nadie va a jugar como la máquina o como la academia...” Contra eso no se puede ir, y eso es un contrasentido porque en definitiva si no hay interpretes posibles que puedan representar una obra...

-Claro... la obra de arte qué sentido tiene si no hay quién la pueda ejecutar...

-Exactamente, entonces nosotros tomamos ese desafío. La idea de hacer por primera vez la tetralogía en el Argentino también tiene que ver con que es la primera vez que se hace pensada para cantantes, artistas iberoaméricanos, esto también fue un trabajo de búsqueda...

-¿Casi una política cultural?

-Lo es, tiene que ver con eso, con el hecho de valorizar lo nuestro y además de poder aportar al bicentenario de Wagner desde estas regiones del sur. Creo que además tenemos la tradición y los elementos suficientes como para aportar humildemente desde nuestro lugar, desde el teatro, desde nuestros conocimientos... lo más sencillo en estos casos sería contratar una compañía alemana y traerla completa. Primero, no lo podemos hacer por una cuestión de costos, segundo, no nos interesa aunque tuviésemos ese dinero.

Nuestro país es un país absolutamente multicultural, hay una tradición wagneriana, una tradición musical muy grande, pero además de eso y esto hay que recalcarlo: la mayoría de los intérpretes de esta obra tiene experiencia en óperas alemanas y en ópera wagneriana. Por eso, tenemos un elenco que está probadamente capacitado para hacer esto. Estamos trabajando, en esta producción de “El Oro del Rhin” particularmente, desde noviembre del año pasado. Aquí hay cantantes brasileros, chilenos, uruguayos, peruanos, cubanos. En “El oro del Rhin”. Después en “La Valquiria”, en “Sigfrido” y en “El ocaso de los dioses”, las obras que completan la tetralogía, habrá cantantes de ópera de otros lugares de latinoamérica, siempre de Iberoamérica. No habrá cantantes alemanes, norteamericanos o nórdicos....

-Parece un panorama muy atractivo .

-Es un desafío muy duro, muy difícil. Hay quienes nos miran con sorna en este sentido, que dudan de nuestra capacidad, pero yo creo que justamente la posibilidad de poder decir esto desde nosotros le da un valor agregado. Eso desde el punto de vista artístico musical y desde el punto de vista de los cantantes y del resto del elenco, pero además está el Teatro que está haciendo un esfuerzo de producción enorme para afrontar esta obra. Significa poner al Teatro Argentino en un lugar donde hay pocos teatros del mundo -y casi ninguno de Latinoamérica- que se anime a hacer una cosa así y además afrontar el desafío de armar esta saga de 4 óperas en dos años que comienza ahora, en marzo.


¿Cuándo se darán las otras óperas?

-La segunda ópera de la tetralogía, “La Valquiria”, será en noviembre de este año, la tercera “Sigfrido” a principios de 2013 y en octubre o noviembre de ese año terminamos con “El ocaso de los dioses”. Esto es poner a todo el Teatro en funcionamiento, hasta hemos tenido que hacer trabajos especiales en el foso, que tiene el mito de ser chico y en donde no entraría la orquesta wagneriana para esta ópera. Por eso hemos tenido que ampliarlo para estos 100 músicos que necesita esta obra monumental. Ustedes piensen que van a entrar 8 cornos, 4 trompetas, 4 arpas, 14 primeros violines, 14 segundos violines más los 18 yunques que tienen que sonar en otro lado... una gran parafernalia instrumental. Nuestro cuerpo técnico tuvo que trabajar a destajo para armarlo y realizar su acondicionamiento acústico, dado que va a estar casi tapado por el escenario -va por debajo del escenario-. Nos inspiramos en una idea de Wagner quién creó un foso con características muy especiales.

-Hay un dicho que dice “audacia a fortuna ayuda”

-Cuando uno plantea hacer una ópera, sobre todo la tetralogía wagneriana, a más del gran desafío hay que pensar que Wagner fue un innovador y un gran audaz. Piensen que su idea fue generar un espectáculo en saga; en 1850, 1860 era una cosa absolutamente impensada. Una ópera era una obra individual y además era el espectáculo elegido por la burguesía, era “el” espectáculo de la época. Hoy en día, con todas las sagas cinematográficas que se han visto, al hecho de que no sea un espectáculo cerrado sino que continúe en el tiempo, se lo toma como una cosa absolutamente habitual. Pero pensar, en aquella época, en un espectáculo operístico en capítulos fue una cosa absolutamente innovadora. Además otra cosa genial de Wagner fue pensar un teatro para que ese espectáculo se realizara allí. Es decir, no solamente el espectáculo en sí sino también el ámbito donde esto ocurriera. Inventar instrumentos para esta ópera y todas las invenciones tecnológicas y dramáticas.

Hay un problema con Wagner, que es justamente donde nosotros nos basamos para hacer esta puesta, que son los wagnerianos...

-¿En que sentido, que no les agradarían las innovaciones?

-No, no me refiero a eso, me refiero al mito que se creo acerca de Wagner después de su muerte y que mucho tiene que ver la familia, su viuda Cósima Liszt y sobre todo, muchos personajes que interpretaron a Wagner más allá del propio Wagner, sobre todo un yerno del músico, a quien él no conoció, que fue un famoso cretino que se llamaba Houston Chamberlain, un inglés que fue uno de los que sentaron las bases para lo que luego ocurriría con el Tercer Reich, con Hitler y demás. Y estos han hecho que el arte y los escritos de Wagner

fueran luego utilizados por esa ideología. Wagner por supuesto no vio al nacionalsocialismo, no conoció a Hitler. Wagner fue un personaje extraño para su época, fue un gran compositor, escritor, ensayista, político, arquitecto, revolucionario de izquierda en su momento. Fue un hombre que abrevó en la filosofía de Schopenhauer, que inspiró a Nietzsche y que éste luego lo detractó. Fue un personaje muy complejo, hay quienes dicen que después de Jesucristo y de Napoleón es de Wagner de quien más se ha escrito.

Nosotros lo que planteamos en esta idea del Ciclo del Anillo es por supuesto hablar desde nosotros, mal podríamos contar esta historia desde un lugar que no sea el nuestro. Hay quién dice, bueno y porqué querés contar esta historia y es porque justamente el arte sirve para eso. No es periodismo el arte, pero sí tiene que reflejar o por lo menos darse a entender en los tiempos en que vivimos. Poner esta historia, esta obra justamente y sobre todo “El oro del Rhin” en un lugar mitológico, lejano, poco comprensible que aleje estos personajes del espectador nos parecía un contrasentido. “El oro del Rhin” es un drama absolutamente humano, casi una comedia de enredos burguesa, el texto todo el tiempo esta refiriendo estas cuestiones, la obra habla del poder, habla de la riqueza, habla de la ambición, habla del robo y habla de castas. Entonces nosotros la hemos traído hacia aquí y hacia ahora, más o menos ahora. Hemos dotado a estos personajes de humanidad en el sentido de sacarlos de esta cuestión mítica. Hay que ver que los dioses, a diferencia del dios judeocristiano, tienen gran similitud con los dioses griegos: han tomado su deidad por la fuerza, por su belleza, por sus poderes... por lo que fuera y son dioses imperfectos.

La idea de traerlos acá pone el drama en carne viva. Otra cosa que nos importaba era hablar de esta historia del poder y esta saga va a hablar de lo que hoy es el material más precioso, que no es le oro, es el agua. Es un “guiso” muy complicado de armar pero estamos muy contentos y muy ansiosos por mostrarnos porque también es cierto que este tipo de espectáculos ha tenido una mirada única en los últimos 30 o 40 años. Ha habido solamente una manera estética de mostrarlos y nosotros estamos tratando de hacer una nueva mirada, ¿porqué? primero, porque nos parece que es la mejor manera de contar esto hoy, sino este espectáculo sería una pieza de museo y el teatro no es un museo, es una cuestión artística. Segundo, la producción de las óperas de Wagner en el mundo siempre son motivo de innovación, de nuevas miradas y de rupturas, porque además el propio Wagner era un compositor experimental e innovador.

Desde este punto es una puesta absolutamente tradicional, quienes vengan a verla van a decir que esto es un contrasentido y lo estoy diciendo desde el orgullo.

-¿Esta puesta precisa también un espectador activo?

-Yo trato de que el espectador se relaje y entienda el cuento que le estamos contando. Si hay mensajes subliminales trato de no tratar de estúpido al espectador, al contrario pienso mucho en él. También pienso que el público tiene muchas cosas en qué concentrarse cuando se sienta a presenciar una ópera, sobre todo una obra compleja como es esta. Ya tiene suficiente problema con digerir todo el lenguaje musical y un idioma que no es el suyo. Se canta en alemán, con subtitulado electrónico. También mi trabajo debe ser el ayudar a sentir el espectáculo sin preocuparse.

- ¿Es decir, disfrutarlo?

-Absolutamente, de eso se trata. Los wagnerianos dirían que ir a presenciar una obra de este tipo es casi un hecho religioso, como ir al Bayreuth de Baviera, construido por el propio Wagner, con entradas agotadas cinco años antes. Como quien va en peregrinación al Vaticano o a la Meca o a donde sea.

Yo descreo de eso porque me parece que la intención de Wagner era que la gente se divirtiera, se sentara y disfrutara del espectáculo que era absolutamente lúdico, como si fuera un afrodisíaco. Era también generar un espectáculo que al espectador lo motive lo emocione y además de eso, por debajo, un mensaje filosófico y/o político o épico.

En este tipo de obra ponerse muy crítico, muy cerrado, atenta contra el mensaje que uno quiere dar. En los últimos años con el equipo que trabajo: el escenógrafo Diego Siliano, Luciana Gutman en vestuario, Fiorrucio, la gente de video, todos, estamos trabajando en una estética que podríamos llamar hiperrealista.

-¿En que consiste?

-El hiperrealismo significa poner en escena una realidad reconocible. Yo pertenezco a una generación que es heredera del cine, de la televisión, del videoclip. No puedo dejar esta obra fuera de todo eso. En cuanto a la puesta de “El oro del Rhin” hay un aspecto al cual no le podemos escapar -y no hemos querido escaparle- que es la cuestión fantástica y mágica que tiene la obra. Desde el punto de vista de nuestra modernidad lo fantástico se traduce en lo que conocemos como ciencia ficción. Y hoy es como que la tecnología ha vencido a la magia, la ha transformado, como que la hace realidad.

Nuestra obra habla de ecología, de política, del futuro y del presente. La ciencia ficción no hace más que retratar el presente. Estéticamente si uno se pone a pensar, desde lo visual si uno quiere saber como eran los años 80 tiene que ver “Blade Runner”, si quiere ver los años 60 tiene que ver “Viaje a las estrellas”. Eso no habla del futuro, habla de su época. Todo esto es lo que queremos mostrar a partir del 16 de marzo.

Sobretodo lo que queremos es acercar a la gente que no es el publico habitué de este tipo de espectáculos, a las nuevas generaciones. Los planteos que Wagner hace allá por 1850 pueden ser entendidos desde hoy utilizando sus armas y nuestras armas. Una síntesis, un sincretismo wagneriano. Porque además hay que pensar que Wagner se adelantó al género de ópera, quiso hacer “casi cine”, un espectáculo que después fue cine.

La ópera fue el espectáculo máximo hasta la irrupción del cine sonoro. El cine sonoro hace una crisis en la ópera, hasta ese momento la obra de arte total, “el” espectáculo era la ópera.

¿Que hubiera pasado si Wagner hubiera conocido el cine sonoro? Qué hubiera realizado con la tecnología de hoy en día? Es extraño pensarlo. Sí es cierto que la música del cine abrevó en su música y muchas ideas cinematográficas abrevaron en Wagner. De hecho la idea de la saga y mucha literatura. “El Señor de los Anillos” de Tolkien es una reinterpretación de la saga de Wagner. Quienes vengan a ver la ópera dirán esto se parece a “El Señor de los Anillos”.

No, es al revés.

-Y del vestuario ¿qué nos puede adelantar?

-Es como si fuera de ahora, es fantástico pero tiene un dejo de presente-futuro.

Tiene una elaboración muy especial. Además, cada grupo está muy categorizado: los gigantes, los nibelungos, los dioses ... También hay mucha iconografía local. Estamos muy cerca, esta obra pasa como por acá. El Rhin esta por acá.

Entrevista: Pampi Curuchaga

Fotos: Guillermo Genitti / Teatro Argentino

Gráfica: Diseño Teatro Argentino

Fuente: http://www.aquilaplata.com/destacados/24-y-25-xjdfj.html

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Agenda Teatro La Plata

  14 de marzo de 2025 “El haz más hermoso del mundo” de Jazmín García Sathicq VIERNES 14/03/2025 Match, deporte y humor.- Hoy a las 21 en Sa...