Teatro / Arrancó el festival iberoamericano de Bogotá
La mayor fiesta teatral de América del Sur levantó el telón
Por Alejandro Cruz | LA NACION
El teatro callejero tomó las calles de Bogotá, y sus ciudadanos disfrutan de la fiesta con orgullo. Foto: AP
BOGOTA.- El departamento de Hiula está ubicado en el sector andino colombiano próximo a la frontera con Ecuador. De allí viene Juan Pablo. Es una de las ocho caras de esta fiesta de las mil caras. De hecho, ése es el slogan que este año escogió el Festival Iberoamericano de Teatro de Bogotá, este megaencuentro escénico que está teniendo lugar aquí. Juan Pablo forma parte de una escuela de circo que funciona en su comunidad. Ocho de sus integrantes son los que están vestidos como personajes de la comedia del arte desplazándose sobre zancos y en medio del paisaje urbano. El contrapunto entre el ritmo de la ciudad ese no tiempo de estos personajes es sumamente interesante. En el lugar que les toque (ahora mismo están en la plaza de Bolívar) ellos siempre están listos para las fotos con esa fama de infinita cordialidad que, con tan buen derecho, se ganaron los colombianos.
Juan Pablo está contento. Tiene motivos: es actor y, desde su lugar, está formando parte de este festival del cual siempre había escuchado hablar. Tiene, también, otro tipo de motivos menos espirituales: si en su pueblo un jornal se paga 20.000 pesos colombianos (11 dólares) el festival, por seis horas de trabajo, le paga 70.000 (39 dólares). Sumado a eso, les dan hotel; les dan comida. El único inconveniente es que se tiene que rapar todos los días para que el maquillaje le cubra la totalidad de su rostro. Claro que, claramente, es un detalle menor. Lo que no es un detalle menor es su alegría.
La performance callejera de la cual forma parte es una de las tantas que se realizan por Bogotá. De hecho, en una simple caminata por el centro histórico me topo, sin andar con el programa de mano, con tres experiencias de este tipo. Por un lado, el hecho habla de la extensa tradición de teatro callejero que hay aquí. Desde otra perspectiva, de la manera que tienen los organizadores de pensar a la ciudad como un escenario.
Quien hizo todo esto posible fue una argentina. Se llamó Fanny Mickey. Fue actriz y fue, hay que remitirse a los hechos, una increíble gestora cultural. Lo reconocen todo el arco político, todo el arco cultural. Lo reconoce también Don Augusto. El es taxista, es el que me lleva hasta la Ciudad del Teatro para ver la presentación del grupo Bomba Estéreo, grupo local que fusiona el reggae con los elementos pop, electrónicos y del rap. "Ella fue la que convenció a la política para hacer que todo esto fuera posible. Fue una señora de tremendo coraje que impulsó al teatro como nadie lo ha hecho, señor", dice mientras circula por una zona de Bogotá que desde hace 3 años está en ruina porque hay futuros de planes perfectos que, por ahora, no cumplieron su cometido. Para entender la dimensión de este encuentro pensado por una señora apellidada Mickey, vale un ejemplo: el mismo día que Juan Pablo estaba en la Plaza de Bolívar y la misma noche que Don Augusto me lleva de un teatro a otro se presentaron 21 espectáculos en salas (15 de ellos, internacionales), en la Ciudad del Teatro (un enorme predio ferial) cuento 34 espectáculos de todo tipo (pero pueden ser más, es fácil perderse ante tamaña escala) y en las calles otras 15 performances (entre nacionales y extranjeras). O sea, así ocupa el festival un día "calmo" semanal a una ciudad custodiada por infinidad de policías, militares, perros entrenados y agentes privados (con vestir a toda esta gente la industria textil debe tener asegurada una producción más que significativa).
La Fiesta de las Mil Caras genera así un fenómeno tan expansivo que es imposible quedarse al margen de él. Allí radica su magia mas allá de los nombres de fama internacional que todas las noches suben a escena. Cada dos años, Bogotá tiene su fiesta: se llama Festival Iberoamericano de Teatro.
De Suiza, España o Argentina
El Festival Iberoamericano de Teatro de Bogotá comenzó el jueves de la semana pasada y culmina el domingo 8 de abril. De la Argentina, Joaquín Furriel y Rodrigo de la Serna están presentado Lluvia constante. "Nos quisimos dar el gusto de venir y acá estamos: disfrutando todo esto", comentaba Furriel anteanoche. El actor trabajó el año pasado bajo las órdenes del español Calixto Bieito. Justamente, en estos días, Bieito presenta Desaparecer, un homenaje a Poe. La semana próxima desembarcará 1984, el montaje de Tim Robbins que se presentará en el San Martín. En estos días, de Suiza llegó Donka, una carta a Chejov, circo contemporáneo que, próximamente, irá al Festival Polo Circo.
Fuente: http://www.lanacion.com.ar/1461035-una-ciudad-invadida-por-artistas
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