Natalia Oreiro
Mientras se ocupa de su bebé, la actriz disfruta de los primeros capítulos de Lynch. Asegura que su prioridad es su hijo, y adelanta que a mitad de año filmará con Lucía Puenzo.
Por R.P.
31/03/12 – 10:45
Madre. Oreiro por ahora alimenta a su hijo con teta, fiel a su filosofía ecologista.
Natalia Oreiro está estrenando su rol de madre con Merlín Atahualpa. Días antes de que el bebé cumpliera tres meses, presentó junto a su hermana Adriana la nueva colección de la marca Las Oreiro, con un show musical en la pasarela. Además, va por la tercera semana de la miniserie Lynch, que estrenó el 16 de marzo online y el 18 en Movie City. La filmó en Bogotá, junto a un casting de actores de Colombia, Argentina, Chile, México y otros países de América Latina. “Es una serie de humor negro –define Oreiro–, con la muerte como eje central, con toques surrealistas y bizarros, pero también mucha realidad”.
—¿Cuál es tu participación en Las Oreiro hoy?
—Yo tengo mi profesión de actriz y la marca para mí es como un hobby. Yo estoy más en el área de imagen, la parte creativa, la decoración de los locales y los desfiles. Para mi hermana, es su profesión y está más en lo cotidiano.
—Usaste modelos de la marca durante tu embarazo, ¿pensaste en lanzar una línea para futuras mamás?
—Por ahora no, estamos muy enfocadas en la nueva línea más cosmopolita y urbana. En el futuro podría ser un lindo desafío.
—Le regalaste unos vestidos a Soledad Silveyra…
—Sí, es una genia, la adoro desde siempre. En Mi primera boda, donde hacía de la madre de la novia, la vestimos con Las Oreiro, descubrió que Las Oreiro era para vestirse y a nosotros nos encanta, porque es una mujer con unas curvas increíbles.
—Hay ropa de Las Oreiro en la miniserie “Lynch”, ¿cómo surgió la idea?
—En Lynch me visto toda con ropa de mi marca, incluso los jeans, camperas y botas, que es algo no tan conocido de la marca. Se dio porque yo llegué directo a filmar, con cuatro valijas de ropa. Y les encantó como iba con el personaje así que quedó, y me hice muy amiga de la vestuarista, Natalia. Nos escribimos todo el tiempo.
—¿Qué fue lo que te interesó de “Lynch”?
—La temática. No tenía para nada pensado hacer una mini serie. Acababa de terminar de filmar Infancia clandestina y había empezado a hacer Mi primera boda. En el medio viajé a España a presentar Miss Tacuarembó, y ahí me llamó mi manager español para hacer este proyecto. Yo me quería ir de vacaciones, era mucho trajín. Me mandó los guiones. Yo soy fanática de Six feet under, y cuando leí la sinopsis de la historia me fascinó que transcurriera en una funeraria.
—¿Desde qué perspectiva se trata la muerte?
—Es una serie de humor negro, en la que hay capítulos más dramáticos como el primero, pero en general el color de la serie es negro con la muerte como eje central, con toques surrealistas y bizarros, pero también mucha realidad. En cada capítulo hay un invitado que es el cliente. Además, la serie tiene cinco directores de cine de América Latina, y lo interesante es que le agregan algún detalle particular a cada episodio.
—¿Cómo fue grabar con un equipo de nacionalidades tan variadas?
—Estábamos como en la misma realidad. Charlábamos cuando teníamos que hacer tiempo, porque a uno a veces cuando está filmando le pagan por esperar más que por actuar. Entre escenas siempre nos quedábamos hablando y viendo cómo el país de cada uno se ve desde afuera.
—¿Te sorprendieron las percepciones sobre Argentina?
—No, la verdad es que estamos muy bien vistos (risas).
—¿Cómo fue el vínculo con Perugorría?
—Hablamos mucho, es un crecimiento cultural. Yo adoro Cuba, fui cuando era más chica y también a festivales de cine. Poder hablar con un actor cubano que ama a su país, que vive en Cuba, me da mucha satisfacción. Su carrera es desde Cuba. Hablamos de Cuba, de su música. Él es muy culto e inteligente pero también muy divertido.
—¿Cómo manejás las exigencias del trabajo y el cuidado de Merlín?
—El trabajo no es más importante, los valores te cambian cuando sos mamá. Sin duda que mi prioridad es mi bebé y todo está en función de su bienestar, pero yo sigo siendo yo. Él me eligió como mamá, y si la mamá está feliz, él va a ser un bebé feliz. Esta es mi profesión y es una responsabilidad asumida. Quisiera poder compatibilizar las dos cosas. No soy solamente mamá, y trato de vivirlo sin culpa.
—¿Qué te cambió la maternidad?
—Un ejemplo claro es que yo en cualquier proyecto que presento, pregunto qué hay que hacer y lo hago; y ahora soy menos flexible y tengo menos tiempo para laburar. En el rodaje, un par de noches nos pasamos algunas horas y a la tercera dije que no, porque yo tenía que descansar aunque ellos no lo supieran. A largo plazo, me tomé desde septiembre pasado hasta mediados de este año en una película con Lucía Puenzo. Parece que vuelvo a la televisión con Adrián Suar en 2013, pero todavía no cerré. Antes hacía más proyecciones, ahora es más el día a día. Debo aprender a ser mamá.
Hasta milanesas, vegetariano
—¿Quién eligió el nombre?
—El papá. La gente habló mucho de eso, pero no hay nada de siglas ni del Rey Arturo. Me parece que es estúpido darle tantas vueltas. Él tiene estos padres, no tiene un verdulero y una ama de casa, que quizá le hubieran puesto José.
—Vos sos vegetariana, ¿y él?
—Él es de vientre vegetariano, y por ahora está con la teta, así que lo va a seguir siendo. Será vegetariano hasta que pueda elegir. Hasta que vaya a la casa de los abuelos y diga “Quiero una milanesa”.
—¿Le ves algún parecido?
—No, por ahora no, es muy chiquito. Además yo quiero que se parezca a él, no a mí o al papá. Tiene un papá músico pero por ahí él quiere ser futbolista.
—¿Ya estás aprendiendo cosas de su personalidad?
—Tiene mucha personalidad: hay días que es más Merlín y otros más Atahualpa. Merlín es más dulce y Atahualpa más guerrero. Igual, aunque a la noche no duerme nada, en general es muy tranquilo: llora solamente cuando tiene hambre o le duele la panza.
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