RELEVANTE FIN DE SEMANA EN LO MUSICAL
«El oro del Rin» inauguró la Tetralogía en el Argentino de La Plata, con una dinámica visual cinematográfica y un Wotan que remedaba a Karl Lagerfeld.
Por: Margarita Pollini
Una producción de primer nivel en lo escénico y lo musical de una obra de complejidades que no necesitan enumeración parece ser el mejor augurio para el comienzo de temporada de un teatro. Con «El oro del Rin», el Argentino no sólo deja abierto su ciclo 2012 y da el puntapié inicial a la Tetralogía completa (a fin de año se verá «La Walkiria» y en 2013 «Sigfrido» y «El ocaso de los dioses»), sino que continúa una flamante trayectoria wagneriana iniciada el año pasado con «Tristán e Isolda».
Si en aquel trabajo firmado por el mismo equipo (Marcelo Lombardero y Alejo Pérez, las cabezas artísticas del Argentino, y sus colaboradores habituales Diego Siliano y Luciana Gutman) la estética lograba aunar las nuevas tecnologías a una tradición, ahora la propuesta va mucho más allá, con una dinámica visual altamente cinematográfica y de impecable realización, y una línea enormemente más neta y despojada, en las antípodas de las puestas de óperas wagnerianas que se han visto por aquí desde siempre y evolucionando de la antigua mitología a una ciencia ficción que fascina sobre todo al público joven. Cierto es que ese despojamiento conviene a todas luces al canon creativo del compositor, ya que todo el «paisaje» subyace en la música misma -su genial desarrollo de motivos conductores- y el texto es de por sí un torrente de imágenes.
Las imágenes proyectadas (desplazamientos vertiginosos sobre y dentro del agua o por encima de un desolador paisaje urbano hasta la morada de los dioses, viajes meteóricos en ascensor entre ésta y el Nibelheim o la visión del magnífico Walhalla) son la clave del dinamismo y la perfecta continuidad de esta versión. La caracterización de los personajes también tiene su inteligencia y toques de humor (el mismo Wagner no los escatimaba), como un Wotan estilo Karl Lagerfeld acusado de frivolidad por una Fricka no menos frívola, los gigantes Fasolt y Fafner como dos operarios descomunales y primitivos que portan coturnos y pelean a golpes de pecho, o los Nibelungos como niños tiranizados.
Completamente iberoamericanos, los elencos reunidos aquí son otro de los logros de esta producción; en el que pudo verse el día del estreno, todos confirman sus ya conocidos valores o muestran una evolución notable. Imposible enumerar el desempeño detallado de cada uno, pero puede decirse que ninguno estuvo por debajo de las tremendas exigencias de sus papeles respectivos: Hernán Iturralde (excepcional Wotan), Héctor Guedes (soberbio Alberich), Adriana Mastrangelo (Fricka impactante), Francesco Petrozzi (de labor excelente en la piel de Loge), Sergio Spina (impecable Mime), Ernesto Bauer y Martin Muehle (perfectos Donner y Froh), Ariel Cazes y Christian Peregrino (memorables Fafner y Fasolt), María Isabel Vera (Erda de voz cautivante y segura), María Bugallo (una Freia bella y juvenil) y las tres deliciosas Hijas del Rin (Victoria Gaeta, Gabriela Cipriani Zec y Florencia Machado).
Con parte del foso del Argentino convenientemente cubierto para esta ocasión y con la segura y meditada guía de Alejo Pérez, la Orquesta Estable del Argentino -ovacionada sobre el escenario junto al elenco- realizó un auténtico «tour de force» de precisión y ajuste. Sentadas las bases musicales y escénicas para esta tetralogía renovada y nuestra, ahora sólo es cuestión de saber cómo sigue la aventura.
«El oro del Rin», prólogo de la tetralogía «El anillo del Nibelungo». Texto y música: R. Wagner. Orquesta del Teatro Argentino. Puesta en escena: M. Lombardero. Dirección musical: A. Pérez (Teatro Argentino de La Plata, 16 de marzo).
Fuente: http://www.ambito.com/diario/noticia.asp?id=628950
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