La inauguración del Anfiteatro Municipal movilizó a la mitad de los habitantes: tres mil almas. El tango, un título del mundo del boxeo, el recital y la alegría reflejada en el rostro de un pueblito fraterno.
Hace exactamente 25 días, esa zona, contigua a uno de los accesos al pueblo, era un montón de nada… de pastizales y hendiduras que los días de aguacero invitaban a la pesca. Un mago no fue. Un esfuerzo mancomunado, un grupo de gente con entusiasmo, movió el “avispero” y la estructura de cemento que tenía forma de tribuna se convirtió en un verdadero lujo para tomar asiento. Un petit anfiteatro que quedó hecho un chiche.
“¡Para nosotros es de otro mundo!”, decía Alberto en la esquina, enfilando hacia el almuerzo por las calles de tierra con arenilla. Adiós, don Faggiani, y qué linda está como siempre la cancha de los “Verdes” del Club Verónica (en 1916 Faggiani abuelo lo fundó, en los ‘90 él fue presidente y en el 2000 también siguió la tradición su hijo José Luis).
Punta Indio es el nombre del partido y, como siempre se presta a confusión, vale escribirlo: Verónica (la de la Base Aeronaval y su fábrica velera) es la cabecera. Desde los parajes pequeños que la integran, como Alvarez Jonte, Las Taonas, La Viruta, Luján del Río, Monte Veloz y Pipinas, un puñado más adhirió al espectáculo grande: un título mundial de boxeo femenino, con cultura a granel.
La noche, como los 365 días del año, fue de calma profunda, con la conspiración cósmica para que con una remerita alcance y se la pase bien, con la compañía de números artísticos locales y un buffet que sacaba combinaciones de manos pero para despachar chorizos caseros. Toda la recaudación gastronómica fue para levantar el duro golpe judicial que vive la única biblioteca.
“Esto parece el paraíso, aunque tengamos en el medio a la capital del infierno” (la frase estaba teledirigida al impecable ring de 16 cuerdas), donde los cinco peleones fueron a sangre fría. Y dos fueron entre mujeres, como para confirmar la pelea que tienen en la sociedad actual por la igualdad.
El día que me quieras
Aseguran que el 3 de marzo (coincidió con el Día del Campo) pudo haber sido el más lindo en décadas. Ya el 2 a la noche se ofreció otro show también gratuito, con Osvaldo Príncipi que desembarcó con su nuevo espectáculo que mezcla el deporte de los puños, la lírica y la canción. Se sumaron artistas locales.
“Ella aquieta mi herida, todo todo se olvida...”. El pibe tironeaba de la pollera de la mamá: “¡Mirá la cámara de televisión!”. A las cinco y media ya había cola, no importó el calor.
El boxeo, como dicen, es de la clase humilde y algunos lo denominaron como el deporte más noble, pero no tanto como estos habitantes de Verónica que respondieron con un conmovedor silencio de respeto al entonarse las estrofas del himno de Italia (la retadora Milena Tronto, de 34 años, quería volverse a Rimini con el cinturón, pero aquí se quedó).
Nos separan 77 km, hora y cuarto de la capital provincial, desde donde un día -hace 17 años- partió Gabriel Montenegro para ser un poblador más. Jugar al fútbol era su única herramienta visible, pero en su interior creció algo muy poderoso: “Empecé a vender pastelitos, a hacer changas. Luis Colabianchi me ayudó con un terrenito y aquí vivo feliz con mi fiel mujer y mis tres hijos”. La semana anterior, Gaby estuvo al frente del 3° Encuentro de Deporte y Fe, para unos doscientos jóvenes, en el predio Betel, donde dieron su testimonio de vida los exjugadores de Primera Zermatten y Catalán.
La seguridad reina
El señor que circulaba en su bicicleta de carrera se acercó al periodista de Hoy y se presentó como firmaba sus caricaturas: “Brambilla, mucho gusto”. “No llegué a publicar tanto”, pero el orgullo de ser el único caricaturista a sus ochenta primaveras ya nadie lo podrá quitar de sus ojos que se abren grandotes ante tantos móviles de la TV Pública y el escenario móvil para el rock.
Los Pericos, esos que dicen “todo va a estar bien”, reventaron la noche después de los fuegos. “Dicen que fue el primero de muchos recitales”, deslizó Miguel Pérez, el cronista de automovilismo, que se marchaba cansado pero contento a las 2 de la madrugada. “Las estrellas curiosas nos mirarán pasar...”.
Entre los mozos, de moñito, estaba Raúl Paulos, exreferí y chapista de aviones. La sorpresa “pegó más fuerte” que Mateo “El Chino” Verón en la de semifondo cuando confesó que no era de algún servicio de catering, sino que pidió estar “ayudando” por realizar en vida este sueño.
Y hubo algo que nos pasaba a los visitantes y no podíamos saber bien qué, hasta cruzar dos palabras con Diego Carosella, aquel crack sin palanca que murió campeón en los torneos de barrio. No hicieron falta policías en el anfiteatro, a no ser para cortar la calle afuera. Punta Indio parecía la Argentina hace un tiempo, cuando la droga no corría como reguero de pólvora. Dieguito, con cargo importante en la nueva intendencia, se fue a andar a caballo por la puerta de su casa, en el límite costero del río de esta comarca no tan distante del Gran La Plata.
Fuente: http://www.diariohoy.net/accion-verNota-id-179988
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