miércoles, 15 de octubre de 2008

Seres intensos, espectadores atentos

Miércoles 15 de octubre de 2008 | Publicado en edición impresa

Llanos de desgracia. Dramaturgia y dirección: Beatriz Catani. Intérpretes: Graciela Martínez Christian, Leticia Fiori, Jorge Guntín, Román Kuzmanich, Silvia Rebagliati, Germán Retola, César Rodríguez, Juan Manuel Unzaga. Música original: Juan Pablo Bochatón, César Rodríguez. Diseño de luces: Damián Curcio. Asistencia general: Margarita Becerra. En Espacio Callejón (Humahuaca 3759).Los jueves, a las 22.30. Duración: 60 minutos.
Nuestra opinión: buena

Un grupo de seres marginados están reunidos en escena. En un extremo, cinco hombres desocupados cantan en un bar canciones en idioma extranjero y hablan de cuestiones, en apariencia, sin valor. No los representa un discurso personal, sino que, por el contrario, entre ellos completan ideas y sentidos como si en verdad, cada uno fuera un fragmento perdido en la sociedad que busca completarse en ese espacio y en ese tiempo.

En el otro extremo, están ellas, tres mujeres desocupadas, encerradas en una habitación de hotel. Dos fuman y cantan tangos; la otra, casi la protagonista de la historia, escribe un diario en el que cuenta algunos detalles de su existencia, fuera de su ciudad de origen y con cierta expectativa por lograr que, en otra tierra, su destino pueda torcerse.

Espectadores activos

Ninguno de estos seres parecería poder provocar una acción fuerte porque sus vidas son muy pequeñas. Pero, en verdad, a Beatriz Catani parecería no interesarle, esta vez, construir un drama con esos hombres y mujeres, sino descubrir cierta cualidad de teatralidad que esos personajes portan, y explotarla al máximo.

Si bien dos de los personajes conducen la línea de la acción, no resultan ellos ?el vendedor de helados y la que lleva el diario de viaje? todo lo provocadores que se espera. Y es que, una mujer tirada en la cama fumando y cantando a destiempo un tango; otra, sentada en la misma cama observando a la distancia; un tercer personaje, que cambia de rol y se transforma en un español u otro que se queda con un obsequio esperando tener suerte, resultan de una profunda intensidad.

La atención del espectador no podrá dejar de observarlos, quedará atrapado por sus imágenes, sus pequeñas acciones y hasta los terminará comprendiendo con cierta ternura.

Beatriz Catani propone en esta investigación que la historia la construya o complete el propio espectador si verdaderamente lo necesita. Los personajes están allí con sus cualidades intactas. Sólo habrá que hacerlos jugar en la imaginación. O sólo habrá que entender que ellos, esa noche de la función, dejaron una huella en nuestra conciencia. Y muy fuerte.

Fuente: La Nación

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