En el Teatro Coliseo Podestá
23-10-2008 / Junto a Pablo Echarri, Carlos Belloso, Carlos Santamaría y Vando Villamil hacen un éxito de taquilla con una obra que contiene una gran carga de drama y humor negro. En su presentación de este fin de semana en La Plata, tuvieron que agregar una función a las dos iniciales
Pablo Echarri es el protagonista de Pillowman, la obra que se presenta hoy y mañana en el Teatro Coliseo Podestá (10 entre 46 y 47), pero el éxito de este espectáculo no sería tal sin el excelente trabajo que realizan Carlos Belloso, Carlos Santamaría y Vando Villamil, bajo la dirección de Enrique Federman. Los tres actores coprotagónicos de la obra hablaron sobre sus roles y el contenido de esta pieza del dramaturgo irlandés Martin Mc Donagh.
–¿Cómo perciben la reacción del público con una obra de humor negro y tan ácida?
Carlos Santamaría: –El público reacciona de maneras diversas, es una obra que a mucha gente le causa mucha hilaridad, se ríe muchísimo, y hay otra gente que no comprende de qué se ríe esa gente que se ríe. Creo que esa es la prueba de que la obra puede disparar a diferentes lugares, muy variados.
–¿Qué les queda a ustedes, como actores, después de hacer una obra de estas características y que produce reacciones tan diversas en el público?
Carlos Belloso: –El texto es realmente profundo y uno como actor bucea en las profundidades. Obviamente que a uno le queda eso, le queda un brillante texto del que uno es intermediario y puede llegar a hablar como el autor por intermedio de los personajes, pero al mismo tiempo también como tiene humor negro, que para mí es uno de los humores que más permite reflexionar y también al actor le cabe eso: una reflexión y, encima, profunda. Al mismo tiempo, toca miles de temas, el gancho de la obra quizás sea ser un thriller policial que poco a poco uno va descubriendo que dice mucho más que cualquier thriller convencional, empieza a hablar sobre temas más profundos. Desde que la leímos la obra por primera vez, los cuatro dijimos que queríamos hacerla sí o sí.
Vando Villamil: –Para un actor no son muchas las posibilidades de trabajar un material de tan alto contenido. Creo que eso nos queda de Pillowman, haber tenido la suerte como actores de transitar un espectáculo que se conjuga entre el contenido y lo comercial, creo que eso es maravilloso.
Una obra dramática. La obra narra la historia en la que se ve envuelto Katurian (interpretado por Pablo Echarri), un escritor de ficción, que es acusado de terribles y sangrientos asesinatos a niños.
Cargada de humor negro, esta pieza juega entre la comedia y el drama a través de una delgada línea plagada de diálogos hilarantes y situaciones extremas.
–¿Cómo es la puesta en escena de la obra?
C.B.: –Consta de dos actos y la obra tiene cuentos, son cuentos narrados, cuentos escuchados, cuentos sintetizados. Son también cuentos realizados, porque no solamente somos nosotros cuatro hay otros actores que apoyan la apuesta. Y es simple pero a la vez compleja. Es un interrogatorio y en él van surgiendo historias, historias de los personajes e historias contadas y narradas por el escritor Katurian. Y la apuesta apunta a eso, a que se reflejen todos esos cuentos. También hay que aclarar que hay una puesta original que viene de Broadway, algunas cosas se respetaron y otras había que reacomodarlas.
V.V.: –Otro aspecto fundamental de la puesta es que es una obra absolutamente de actuación, podría suceder en cualquier escenografía prácticamente. Entonces ahí hubo que poner los cañones, ahí trabajamos muy solidariamente los cuatro actores para lograr lo mejor para narrar esta historia. Es un thriller y se tiene que entender, y es complicado, muy agudo, había que estar muy seguro de por dónde iban las actuaciones.
Personajes extremos. La trama de Pillowman gira alrededor del Katurian (Echarri), su hermano (Belloso) y los dos policías que lo interrogan (Santamaría y Villamil). Comienza cuando el escritor es detenido por la policía. Él es el principal sospechoso de los asesinatos de los niños porque muchas de las historias que escribió son idénticas a ciertos crímenes que están sucediendo en su ciudad. Los detectives policiales deberán descubrir el misterio y entonces se toparán con el oscuro secreto que revela la intransigencia y maldad de un estado policial totalitario en un régimen opresivo.
–¿Qué limitaciones encuentra el personaje del hermano del escritor?
C.B.: –Yo tengo una forma de trabajar que meto todo en una licuadora. O sea, ninguna limitación, es un desborde total, a partir de ahí vamos viendo y se descarta lo que no sirve. Y a las escenas con Pablo (Echarri) las fuimos trabajando de esa manera, tratando de entender la obra desde esos recovecos que sirven justamente para que el texto no sea sólo información.
–¿Se puede lograr empatía con el público, dado el carácter sinistro de los personajes de los policías?
V. V.: –Creo que sí y que eso es una de las grandes claves de esta obra: la pluma es tan exquisita que logra sacar humor de donde nadie podría, creo que es el anhelo de cualquiera, algo muy difícil de hacer, y es una virtud que tiene este autor. Se logra la empatía, se logra sacar la risa en el medio del horror. Eso está muy bien porque la vida es muy dura, mucho más dura que esta obra de teatro, las cosas que pasan en la vida son tremendamente más dolorosas que lo que pasa en esto que es nada más que una obra de teatro pero que sirve para mostrar ese tipo de cosas, sirve para ilustrar y para hacer reflexionar a la gente sobre esos lugares. Hay gente que no se atreve, hay gente que no se atreve a meterse con nada. Pero creo está bueno intentarlo, incluso revisando el pasado y permitiéndose el humor sobre eso, porque pase lo que pase en la vida no nos van a sacar la risa.
Fuente: http://www.elargentino.com/Content.aspx?Id=11926
23-10-2008 / Junto a Pablo Echarri, Carlos Belloso, Carlos Santamaría y Vando Villamil hacen un éxito de taquilla con una obra que contiene una gran carga de drama y humor negro. En su presentación de este fin de semana en La Plata, tuvieron que agregar una función a las dos iniciales
Pablo Echarri es el protagonista de Pillowman, la obra que se presenta hoy y mañana en el Teatro Coliseo Podestá (10 entre 46 y 47), pero el éxito de este espectáculo no sería tal sin el excelente trabajo que realizan Carlos Belloso, Carlos Santamaría y Vando Villamil, bajo la dirección de Enrique Federman. Los tres actores coprotagónicos de la obra hablaron sobre sus roles y el contenido de esta pieza del dramaturgo irlandés Martin Mc Donagh.
–¿Cómo perciben la reacción del público con una obra de humor negro y tan ácida?
Carlos Santamaría: –El público reacciona de maneras diversas, es una obra que a mucha gente le causa mucha hilaridad, se ríe muchísimo, y hay otra gente que no comprende de qué se ríe esa gente que se ríe. Creo que esa es la prueba de que la obra puede disparar a diferentes lugares, muy variados.
–¿Qué les queda a ustedes, como actores, después de hacer una obra de estas características y que produce reacciones tan diversas en el público?
Carlos Belloso: –El texto es realmente profundo y uno como actor bucea en las profundidades. Obviamente que a uno le queda eso, le queda un brillante texto del que uno es intermediario y puede llegar a hablar como el autor por intermedio de los personajes, pero al mismo tiempo también como tiene humor negro, que para mí es uno de los humores que más permite reflexionar y también al actor le cabe eso: una reflexión y, encima, profunda. Al mismo tiempo, toca miles de temas, el gancho de la obra quizás sea ser un thriller policial que poco a poco uno va descubriendo que dice mucho más que cualquier thriller convencional, empieza a hablar sobre temas más profundos. Desde que la leímos la obra por primera vez, los cuatro dijimos que queríamos hacerla sí o sí.
Vando Villamil: –Para un actor no son muchas las posibilidades de trabajar un material de tan alto contenido. Creo que eso nos queda de Pillowman, haber tenido la suerte como actores de transitar un espectáculo que se conjuga entre el contenido y lo comercial, creo que eso es maravilloso.
Una obra dramática. La obra narra la historia en la que se ve envuelto Katurian (interpretado por Pablo Echarri), un escritor de ficción, que es acusado de terribles y sangrientos asesinatos a niños.
Cargada de humor negro, esta pieza juega entre la comedia y el drama a través de una delgada línea plagada de diálogos hilarantes y situaciones extremas.
–¿Cómo es la puesta en escena de la obra?
C.B.: –Consta de dos actos y la obra tiene cuentos, son cuentos narrados, cuentos escuchados, cuentos sintetizados. Son también cuentos realizados, porque no solamente somos nosotros cuatro hay otros actores que apoyan la apuesta. Y es simple pero a la vez compleja. Es un interrogatorio y en él van surgiendo historias, historias de los personajes e historias contadas y narradas por el escritor Katurian. Y la apuesta apunta a eso, a que se reflejen todos esos cuentos. También hay que aclarar que hay una puesta original que viene de Broadway, algunas cosas se respetaron y otras había que reacomodarlas.
V.V.: –Otro aspecto fundamental de la puesta es que es una obra absolutamente de actuación, podría suceder en cualquier escenografía prácticamente. Entonces ahí hubo que poner los cañones, ahí trabajamos muy solidariamente los cuatro actores para lograr lo mejor para narrar esta historia. Es un thriller y se tiene que entender, y es complicado, muy agudo, había que estar muy seguro de por dónde iban las actuaciones.
Personajes extremos. La trama de Pillowman gira alrededor del Katurian (Echarri), su hermano (Belloso) y los dos policías que lo interrogan (Santamaría y Villamil). Comienza cuando el escritor es detenido por la policía. Él es el principal sospechoso de los asesinatos de los niños porque muchas de las historias que escribió son idénticas a ciertos crímenes que están sucediendo en su ciudad. Los detectives policiales deberán descubrir el misterio y entonces se toparán con el oscuro secreto que revela la intransigencia y maldad de un estado policial totalitario en un régimen opresivo.
–¿Qué limitaciones encuentra el personaje del hermano del escritor?
C.B.: –Yo tengo una forma de trabajar que meto todo en una licuadora. O sea, ninguna limitación, es un desborde total, a partir de ahí vamos viendo y se descarta lo que no sirve. Y a las escenas con Pablo (Echarri) las fuimos trabajando de esa manera, tratando de entender la obra desde esos recovecos que sirven justamente para que el texto no sea sólo información.
–¿Se puede lograr empatía con el público, dado el carácter sinistro de los personajes de los policías?
V. V.: –Creo que sí y que eso es una de las grandes claves de esta obra: la pluma es tan exquisita que logra sacar humor de donde nadie podría, creo que es el anhelo de cualquiera, algo muy difícil de hacer, y es una virtud que tiene este autor. Se logra la empatía, se logra sacar la risa en el medio del horror. Eso está muy bien porque la vida es muy dura, mucho más dura que esta obra de teatro, las cosas que pasan en la vida son tremendamente más dolorosas que lo que pasa en esto que es nada más que una obra de teatro pero que sirve para mostrar ese tipo de cosas, sirve para ilustrar y para hacer reflexionar a la gente sobre esos lugares. Hay gente que no se atreve, hay gente que no se atreve a meterse con nada. Pero creo está bueno intentarlo, incluso revisando el pasado y permitiéndose el humor sobre eso, porque pase lo que pase en la vida no nos van a sacar la risa.
Fuente: http://www.elargentino.com/Content.aspx?Id=11926
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