Consagrado como actor, director, dramaturgo y pedagogo, Juan Carlos Gené se atrevió a enfrentar el año pasado su gran desafío personal: la puesta de Hamlet sin saber que esta obra sería su gran legado.
31.01.2012 | 17.15
Como toda historia bien contada, los hilos de la trama son invisibles y sin embargo ante la triste noticia del fallecimiento del director esta mañana que conmocionó al mundo del teatro es imposible no recordar sus palabras con respecto a Hamlet, su último trabajo en teatro. “Nunca quise montarla. Era una especie de aventura que me causaba estupor y que excedía mis posibilidades de producción” contaba el actor, director, dramaturgo y pedagogo Juan Carlos Gené al momento del estreno de la obra en el Teatro Presidente Alvear.
“Siempre tuve particular veneración por ese texto, una vinculación especial. Como si tuviese un hermano desgraciado con quien no podía comunicarme, por el misterio que lo envuelve. El teatro nos permite amar a personajes de los cuales uno nunca sería amigo. Hamlet es imposible de comprender. Todo el mundo termina despidiéndolo como a un dulce príncipe, a pesar de haberse convertido en un asesino múltiple.”
Sin embargo a sus ochenta largos, el director sintió que estaba en condiciones de medirse con el clásico con un elenco más que peculiar compuesto por Mike Amigorena (en el rol protagónico), Horacio Peña, Edgard Nutkiewicz, Eduardo Bertoglio, María Celeste Gerez, Luisa Kuliok, Luciano Linardi, José Mehrez, Esmeralda Mitre, Camilo Parodi, Milagros Plaza Díaz y Néstor Sánchez.
Lejos de querer aplicar su sello personal a la historia “ajustó sus acciones a las palabras” encarando la puesta como un trabajo complejo donde su aporte como el de los actores no se pudiera delimitar. “Como director me tocó crear el clima de trabajo para que esa máquina creativa se ponga en marcha con fluidez, para conseguir la unificación de la totalidad.” Y al mismo tiempo logrando volcar en la obra sus saberes tanto como director como pedagogo.
Hamlet para él era la medida de lo teatral y quizás por eso su último gran reto. Es más supo decir “mantuve una fraternidad secreta con ese ser maldito y peligroso, lleno de contradicciones inentendibles. Reflexioné mucho sobre esta obra y creo que podría ser un sistema de formación total que para actores, escenógrafos, vestuaristas, iluminadores a través de su estudio.”
Sin embargo no fue este el primer encuentro con la historia, Gené participó en la versión que dirigió David Stivel para televisión en 1964 en el rol de Polonio, un papel poco común para un joven y fue este encuentro que selló de por vida su condición de actor característico. Gené que debutó en un espectáculo en el patio de su casa natal en Córdoba y Billinghurst dirigido por Alonso, el mucamo de la casa.
Formalmente se subió a las tablas por primera vez en 1951 a los 20 años bajo la dirección de su maestro Roberto Durán. Desde entonces el director no dejó de trabajar e incluso a mediados de esa década estrenó la primera obra de su autoría, El herrero y el diablo. En la década del sesenta se destacó como dramaturgo y actor en las películas Tute Cabrero y Quebracho, así como libretista de Cosa Juzgada por televisión.
Entre su filmografía figuran La Raulito y Golpes a mi puerta, mientras que escribió decenas de obras teatrales como El Inglés y Krapp, la última cinta magnética. A raíz del Golpe Militar, Gené tuvo que exilarse y se radicó en Venezuela donde vivió hasta 1993. Allá fundó el Grupo Actoral 80 además de crear el CELCIT actividad que desarrollaba hasta el día de hoy.
A su regreso se desempeñó como director general de Canal 7 y director general del Teatro San Martín de Buenos Aires. Pero nunca a pesar de su compromiso dejó de lado su labor como artista que lo llevó hacia el final de sus días a medirse con el mismismo Hamlet a pesar de sus miedos y estar completamente a la altura.
Fuente: http://diagonales.infonews.com/nota-172491-%C2%A1Cuanto-pesa-esta-corona!.html
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