Sintetizando en poco menos de media hora las pautas sonoras y estéticas que los guían desde hace ocho años, los platenses entregaron “a”, uno de los mejores discos del año que se fue. Chivas Argüello, cantante y compositor, explica cómo traducir los mil rostros de la ausencia en una docena de latigazos urgentes y eléctricos.
Sucesor de “Rock 2 Tonos” (2006) y “normA” (2008), el flamante “a” confirmó a la banda que en estudios integraron Sebastián Argüello -guitarra y voz-, Richard Baldoni -bajo y coros-, Pablo Coscarelli -batería- y Gualberto de Orta -guitarra- como aspirante firme a dejar huella perdurable en el linaje grande del rock platense. Masterizado por el británico Graham Sutton, el álbum abre resquicios para la exploración de nuevos territorios y se da el gusto de incluir al inefable e infalible Gustavo Astarita como coprotagonista en una de las canciones.
¿Considerás que “a” planteó innovaciones en el sonido de la banda?
Sí. Haber grabado todos los instrumentos por separado hace que haya especial atención en el tipo de sonido. No es un cambio dramático ni sustancial, pero creo que mostramos un hilo nuevo dentro del tejido musical de la banda. Las guitarras de Ugo están trabajadas muy especialmente; agregamos además en varias canciones un moog, que es un sintetizador monofónico con sonidos muy interesantes, ejecutado por Richard... Hay algunos juegos nuevos que llevan el sonido de la banda a otro lugar.
¿Cómo fue el contacto con Graham Sutton?
Llegamos a él vía Javier Zuker. Recibo su llamado un día, nos ponemos a charlar sobre el disco y me comenta que Graham estaba viniendo a Argentina. La verdad es que yo no lo conocía, y Zuker -que es un melómano importante- me lo recomendó 100%. Ahí escuché algunos trabajos que hizo con Jarvis Cocker y Bark Psychosis -su propia banda- y me pareció de primera. Lo contacté y le mandamos “Freezer” para que haga una prueba de mastering. Ya habíamos hecho tres pruebas anteriores acá y en EEUU, y la de Graham fue definitivamente superadora, le agregó un tipo de sonido que nunca antes habíamos tenido desde el mastering, reforzó la mezcla, colocó la música en un plano que nos encantó. Así fue la elección.
Hay partes de los temas que podrían funcionar a otros tempos, incluso a la mitad... ¿El frenesí es un mandato para normA?
No, para nada. Hacemos la música que nos sale, buscamos por un lado en común que es el rock, y cada tema viene con su propio tempo. Y muchas veces el frenesí es más bien conceptual: para mí “Cable” también tiene frenesí, y es un tema lento.
¿Qué se le puede aportar a estilos como el post-punk o la new wave en el siglo XXI?
Pregunta difícil. Creo que el mundo cambió mucho, y los estilos se rigen básicamente por su entorno. Hoy resultaría ajeno hacer una canción de protesta a la Dylan; si bien las guerras continúan, el espíritu es otro. De todas formas creo que somos una banda de rock, ese el género “madre” que nos envuelve mejor, creo. Lo que le aportamos tiene que ver con la energía, con el ímpetu, los conceptos son los mismos.
¿Cuántos temas quedan afuera por cada uno que editan?
Para este disco teníamos cerca de 25; grabamos 14 y quedaron 12.
¿Hoy por hoy, ser vanguardista sigue teniendo que ver con la subversión de códigos y lenguajes o consiste sólo en rescatar con cierto “savoir faire” ingredientes semi-olvidados?
Un poco y un poco. Además, diría que lo más vanguardista es hacer lo que uno quiere sin restricciones de género ni estilos ni voluntades comerciales. No creo que seamos vanguardistas, creo sí que hemos hecho un camino desfachatado por fuera de los cánones musicales habituales y lo hicimos con naturalidad.
Si te dijeran que normA es una banda "conceptual", ¿coincidirías? ¿Qué porcentaje se lleva lo cerebral y cuál es el margen para lo espontáneo?
Creo que es una banda conceptual y me gusta esto porque hace una diferencia. normA surge de una idea: “pienso, luego existo2. No sabría determinar cuánto hay de espontáneo o cuánto de pensado porque lo hacemos naturalmente, siempre intentando algo diferente, claro, sobre una base de rock.
Te referiste a normA como una “banda-guía”... ¿Percibís que ya existan bandas de pibes reelaborando algunos de los parámetros que ustedes trajeron a escena?
Sí, y no es una cuestión sensorial, directamente me lo han dicho. Me parece que sucede algo con la banda en relación con aquellos que tienen un interés por lo que históricamente se ha creado en La Plata desde el punto de vista musical, normA sigue una trayectoria comenzada por Virus, Las Canoplas, Mister América, Peligrosos Gorriones. me gusta pensar que estamos en esa línea histórica y que además aportamos lo nuestro. Por supuesto con la salvedad de que Virus fue una máquina de hits populares increíble. Muchos chicos respetan esto como nosotros lo hacemos y se sienten orgullosos de ser parte de un momento musical muy importante en la ciudad, que haya bandas que los respetan y ofrecen algo digno.
¿Coincidís con que las letras son menos fragmentarias que las de otros discos?
Las letras del disco son bastante variadas. Creo sí que en algunas, como “Rosa” o “Freezer” hay un poco más de pretensión poética, si se quiere.
La mayoría de las letras está en primera persona o la sugiere ¿Salen como vienen o te planteás llevar todas las ideas a ese lugar?
En este disco las dejé venir así. En otros traté de hablar en tercera persona, pero en “a” hay otras fuentes de inspiración, otras historias, más íntimas, por eso generalmente son vivencias personales u observaciones.
¿Te reconocés abordando temas recurrentes? ¿Cuáles?
Sí, me preocupan casi siempre las mismas cosas; les hablo a mis amigos, a gente con la que estuve, con la que comparto o compartí la vida, ironizo sobre esto también, muchas veces diciendo algo horrible con una música alegre, o tratando un tema profundo con cierta acidez. Me interesan también el contexto social, o socio-político, la música, la historia, el arte y la cultura en sus términos más amplios.
Gente que se vuelve gris, velorios, mentes que cambian, desapariciones... La adultez es un festival de pérdidas. ¿Las canciones son el único exorcismo posible?
Tal vez. La música es un milagro increíble. Creo que la adultez te lleva a analizar las cosas desde otro punto de vista, y comprendés cosas que antes eran solamente frases hechas, como por ejemplo: “yo canto para ser feliz”. Ahora comprendo que la vida musical es eso, tratar de ser feliz y alcanzar micro-momentos de felicidad, en el recital, en la sala de ensayo, saliendo a tocar a lugares en los que nunca te hubieras imaginado que estarías, desde un bar alejado del centro en Santiago de Chile hasta el glorioso Gran Rex de Buenos Aires. Pero respeto mucho la naturaleza de las cosas, no intento exorcizar por ahí, simplemente sale.
Además de músico, sos artista visual ¿Pensás que hay intersecciones entre ambas disciplinas, o creés que son compartimientos estancos? Y si hay cruces, ¿dónde los percibís?
Trabajo con video, y muchas veces se cruzan los compartimentos, desde una imagen en un laburo o la realización de un videoclip para la banda. Y lo que me sirve mucho es el tema del relato, creo que es tan difícil construir un relato audiovisual como una buena canción. A cada canción seguramente le corresponde una imagen, y viceversa, cada imagen o secuencia puede tener su música interna. He escuchado a algunos directores hablar de “música” cuando describen escenas de películas. Tienen mucho que ver el ritmo, el color, el tono, los cortes. Es un tema que tengo todo el tiempo en la cabeza: ¿si estuviera haciendo una canción, qué imagen pondría en este momento? Y viceversa, cuando tengo la cámara en la mano muchas veces trato de imaginarme una melodía que vaya con esa imagen o ese momento.
Ya que estamos, ¿cuáles son tus cineastas “fetiche”?
Cineastas fetiche... David Lynch, Federico Fellini, Alfred Hitchcock, Gus Van Sant, Antonioni, Harmony Korine, Fritz Lang, Stanley Kubrick. Clásicos y no tanto.
¿Qué película te hubiese gustado musicalizar?
Alguna de Gus Van Sant, creo que es el que más apuesta al rock para sus films.
Con tanta experiencia y tantos discos escuchados, ¿queda lugar para la sorpresa, para abrirse a nuevas influencias?
Siempre hay cosas nuevas que sorprenden y renuevan, claro que sí. Y a veces también pasa que las mismas influencias tienen otro color con el paso de tiempo, y le descubrís siempre algo nuevo, como pasa con The Police, Wire, Talking Heads, XTC, Velvet Underground o Joe Jackson.
¿Qué disco te cambió la forma de escuchar música? ¿Qué disco considerás perfecto?
The Piper at the Gates of Dawn, de Pink Floyd.
¿Se piensan a sí mismos en términos de carrera? ¿Qué futuro están seguros de no querer para la banda?
Nos pensamos como participantes de un juego; el futuro es divertirse, hacer discos, tocar en lugares dignos y tener la mente abierta para cambiar. Por supuesto que los años te forman una especie de basamento, desde donde te parás para hablar. Esa solidez te lleva a tocar igual para veinte que para seiscientos o miles, y eso es algo que se valora mucho, forma parte de ese respeto mutuo entre los que tocamos y el público, que se establece tácitamente.
Cuando un grupo empieza a ser reconocido y seguido, aparece algún grado de presión vinculado con lo que “la gente” espera que le ofrezcan ¿No lo sienten, lo sienten y lo consideran, o lo sienten pero les importa un bledo?
Es verdad que hay una especie de “norma normA”, y nos siguen diciendo que el primer disco tiene un valor especial. Pero creo que eso pasa con todos los grupos que tienen una buena idea inicial: luego van mutando alrededor de los mismos conceptos y al mismo tiempo van incorporando elementos nuevos. Es el tipo de banda que me parece interesante. Tal vez nos repitamos, no lo sé, espero que podamos tener la concentración y el compromiso interior de hacer lo que nos surja naturalmente.
Entrevista y textos: Francisco Lagomarsino.
Fuente: http://www.eldia.com.ar/joven/notas.aspx?idn=352520&f1=20120120
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