martes, 10 de mayo de 2011

25 años del Taller de Teatro de la UNLP

Barruti dijo “de acá no nos vamos más”

El pasado 5 de mayo 2011, las puertas de Taller de Teatro de la universidad se abrieron para dejarnos entrar. En el día de su cumpleaños número 25, recorrimos los espacios, tomamos los objetos y nos sumergimos en un mundo de historias que hoy plasmamos en imágenes y palabras.

Entrar a ver teatro al Taller de la universidad, no es sólo ir a una sala a ver una obra. Es sumergirse en una vieja casona recuperada, con tintes de humedad y abandono de varios años que no se han querido borrar. Es encontrase con los tangos sonando lejos, como contando las historias de cientos de objetos que descansan en la previa a la sala principal. Es, además, 25 años de historia teatral, actoral e individual de todas la personas que se iniciaron en el año ´86 con el “Colo” Norberto Barruti; se sumaron luego, o están siendo parte hoy de esta comunidad llamada Taller de Teatro de la U.N.L.P.

En 1986, Barruti no vivía en La Plata pero tenía un proyecto profesional y su familia en la ciudad. Es así que decide, en el apogeo cultural que significo la reapertura democrática, realizar un taller de teatro aprovechando la universidad como marco de referencia. La efervescencia cultural, el volver a estar en la calle, en los espacios públicos, generó una primer convocatoria de casi 400 personas (entre universitarios, trabajadores, sin experiencia teatral, de otras disciplinas, conocidos de…) que quisieron formar parte.

“El primer tiempo fueron talleres que dictaba Norberto sobre la metodología de las acciones físicas, que es la línea en la que él se había formado fuertemente; la estructura era de talleres, y empezamos a trabajar sobre esa metodología”, recuerda Laura Lago actriz desde la primer camada y anfitriona ese jueves 5 de mayo que nos acercamos a la puerta de calle 10 entre 54 y 55. “A su vez, se trabajaba desde la expresión corporal, la música, entrándole por otros lados a lo teatral, desde la misma gente que se acercaba y tenía otros conocimientos. Se formó desde el inicio, un grupo de gente que trabajaba”.

La idea del “Colo” siempre fue realizar montajes; hacer teatro. No sólo enseñarlo o aprenderlo, sino hacerlo. Pero, dónde.


El buscado espacio propio

El primer espacio físico que les brindó la universidad fue en unos salones del colegio Nacional. Después, como la gente fue tanta, y se empezaba a ensayar el primer espectáculo, Barruti gestionó el Salón Dorado de ese mismo colegio. Se comenzó a ensayar, pero también quedaba chico. Entonces surgió la posibilidad de trabajar en lo que hoy es el Pasaje Dardo Rocha.

“El Pasaje en ese momento estaba muy venido abajo y tenía una estructura administrativa muy propia del período histórico que estábamos viviendo. Para entrar o salir de los salones nos pedían documentos. Eso generaba mucho rechazo, porque era lo que se estaba intentando dejar atrás, y a su vez desorganizaba el trabajo porque no te dejaban entrar y vos tenías que ensayar”. Decidieron seguir ensayando en Plaza San Martín, porque la idea era hacer el trabajo.

“Estando en medio de esa tierra de nadie, sin saber lo que iba a pasar, Norberto habla con quien era el secretario de extensión de ese momento, Rastelli, y le dice que en el Pasaje no podemos ensayar más, que tenemos la voluntad de seguir, pero que necesitamos un lugar”.

Rastelli le da la llave de la casona de calle 10, y le dice que se queden ahí hasta encontrar el espacio indicado. Sin embargo, no había que continuar la búsqueda.

“El lugar estaba… esto (el zótano) lleno de agua y escombros; atrás donde está la utilería escombros, mugre. Había sido una broncería, después por muchos años fue la escuela de periodismo y la imprenta de la universidad. De la imprenta había quedado, el piso de arriba de pinotea: negro”.

La cuestión es que cuando llegaron con una única llave, Barruti dijo “de acá no nos vamos más”. Hizo copias de llaves, y el lugar comenzó a estar ocupado, para siempre. Se empezó a dar clases, se ensayaba, pero no se podían hacer funciones.

“Una vez que nos instalamos acá se formalizó la relación con la Universidad. Y se fundó el Taller de Teatro de la U.N.L.P, no era el teatro de la universidad sino el Taller. No era un elenco, sino un lugar de construcción. Pertenece a la universidad en ese ámbito de espíritu extensionista tan fuertemente ligado con la comunidad. El Taller, no nació de la universidad, sino de un hacedor del teatro”.


Recuperando el porvenir

Se empezó a recuperar, de a poco, el espacio. En una primera época a pulmón, rasqueteando el piso, haciendo una instalación eléctrica para poder ver y leer los materiales de estudio, teatrales y de investigación. Se cocinaba con fogón, porque no había gas. Mientras, continuaba la reparación del lugar; no para sobrevivir el día a día sino, para permanecer. Como el Taller pertenecía formalmente a la universidad, se pudieron hacer estudios y legajos para que la institución tomara como objetivo rescatar la casa.

“Comenzamos a saber qué era el lugar. Durante la broncería, en la parte de adelante donde está la biblioteca, el hall donde espera el público y la boletería, era el lugar de exhibición y había rieles que iban hasta donde está la sala más grande que era donde estaba el taller, y se traían las bañeras y objetos que se producían. Entonces la casa también tenía su historia. Era un patrimonio”.

Teniendo en cuenta el cuidado patrimonial se empezaron a recuperar los espacios. “Las paredes estaban deterioradas, así que se quitó todo el revoque. Ahí, se vio cómo se trabajaba en ese momento la construcción con ladrillos, y empezamos a ver toda esa parte del edificio que tiene belleza e historia, un saber de los constructores”. El trabajo, se hizo por proyectos, pero básicamente con mucho trabajo de las personas del lugar; los que hacen el teatro desde otra perspectiva.

Aquí, entra en juego una relación particular con el público. Empezó a haber una circulación de gente y eso mantuvo al lugar vivo. Había un espacio para a ver teatro. “Surgió la muestra de objetos antiguos, que es un interés que tienen Norberto y cuando él mostró las cosas, ´para que las voy a tener, las muestro mientras la gente espera la función´, se armó un circuito que la gente viene y dona. Y así los muebles, las estanterías, las sillas, cosas que se usan en las escenografías”. Se empezó a tener mucha relación con el público y de a poco se empezó a transformar en lo que es. En los tanguitos sonando mientras se espera que se abra la sala; en el vinito al terminar la función.


Los montajes

Como grupo de trabajo, el primer espectáculo que estrenaron fue “Si muero, dejad el balcón abierto” por el 50 aniversario del asesinato de Federico García Lorca. “Era mucha gente, había música, danza, en una estructura dramática con poemas de García Lorca y de otros autores”.

En otras épocas, se trabajó con autores extranjeros, “El proceso” es una adaptación del libro de Franz Kafka hecha por Alberto Mediza. Un joven exiliado Uruguayo que desarrolla buena parte de su trabajo en Buenos Aires donde muere a los 36 años de edad, dejando un legado muy prolífico que rescata su discípulo Barruti. Textos que surgen a partir de re-escrituras, cómo el caso de “A los muchachos” que es un (un nuevo texto) sobre un texto de Brussa y Ricci que se llama “El Clásico binomio”.

Pero, Barruti es un gran conocedor de los géneros nacionales y, eso lo caracteriza. De los clásicos argentinos: el sainete, el grotesco y el melodrama. “El lugar tiene esa particularidad de haber puesto un sainete clásico de Alberto Vaccarezza ´El conventillo de la paloma´. O ´El organito´ y ´Babilonia´ de Discépolo. Más allá que de los textos se mantiene una ambientación de época, la lectura es actual. No elije las obras por ser clásicos, sino por lo que esos clásicos pueden hablar de ahora que no significa ambientarla en los ´90, hay todo un criterio de la actualización”. Hay una lectura actual de un clásico.

Como desde los inicios, lo que marco al Taller de teatro fue el hacer, los festejos los plantearon a principio de años como lo que van a estar haciendo. “Todo lo que hacemos lo dedicamos a los festejos. En ese marco surgieron algunas cosas, como la reunión con la Pulseada (que cumplió 9 años de existencia), donde hicimos 2 funciones especiales; una fue de ´Babilonia´ que vinieron los chicos del hogar al teatro y, la otra ´A los muchachos´ que la hacemos en el hogar del Padre Cajade”. Además se está realizando un documental por los 25 años, que todavía no está terminado. Y por último, van a reencontrarse -homenaje mediante- con personas que han pasado por el Taller, pero que en este momento no están en la cotidianidad de este espacio.

Texto: Ma. Martina Goya


TALLER DEL TEATRO DE LA UNLP.

10 NRO. 1076 E/ 54 Y 55 TEL. 4232283

Fuente: http://www.aquilaplata.com/destacados/teatvuni.html

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