Los actores de la pieza, Pilar Cuesta, Liliana Perdomo y Eduardo Campo
Entrevista al director teatral Walter Cingolani
29.05.2011 | En La muerte de los niños cantores se entrecruza la baja de la edad de punibilidad con la sobreprotección y el síndrome de Munchausen
La muerte de los niños cantores es una obra que entrecruza la baja de la edad de punibilidad con la sobreprotección y el síndrome de Munchausen para hablar del maltrato a los jóvenes. Un tema que Walter Cingolani, a cargo de la dramaturgia, la puesta en escena y la dirección, “hace mucho tiempo tenía en la cabeza”, como él mismo contó en charla con Diagonales.
Todos los domingos, una casa se convierte en teatro para poner en escena La muerte de los niños cantores, un trabajo del grupo Fuera del Plano. El lugar se abre al público sólo para la función, por ello la dirección se informa a respuesta de correo cuando se hace la reserva por mail a fueradelplano@yahoo.com.ar o al al teléfono 452-8838. Así, a partir de las 20, una veintena de personas se disponen a disfrutar de este espectáculo no tradicional, que plantea una particular puesta –que cada espectador interpretará a su manera– sobre el maltrato a los jóvenes.
“Empecé a trabajar en esto hace unos seis meses con la idea de una enfermedad, el síndrome de Munchausen. Ese fue el germen de esta obra y lo uní con la sobreprotección y la baja de la edad de punibilidad. Desde esos lugares, la obra intenta hablar con una estética particular del maltrato a los jóvenes”, explicó el director.
El síndrome de Munchausen se da en un adulto –en general son las madres– que provoca o hace fingir enfermedades sobre un niño que está bajo su control, frecuentemente hijos o sobrinos. Es una forma de maltrato infantil en la que uno de los padres induce en el niño síntomas reales o aparentes de una enfermedad o situaciones accidentales.
“Hace mucho que tenía ese tema en la cabeza. Son madres que subjetivizan la enfermedad de los chicos, cambian placas, en un análisis de orina ponen la suya o la de otro integrante de la familia, los marcan, y cambian de médicos constantemente o van de hospital en hospital”, detalló Cingolani, quien también es Psicólogo Social.
–¿Cómo relacionó este síndrome con el maltrato y la baja de la edad de punibilidad?
–El síndrome es enfermar a propósito y yo lo relaciono con la sobreprotección: pienso en esos padres que están felices de que sus hijos de más de 30 años vivan con ellos o los llaman al celular para ver si llegaron bien cuando van a dar una vuelta a la manzana. Eso se relaciona también con el miedo a la inseguridad, que lleva a hablar de la baja de la edad de punibilidad, pero no se habla del maltrato. Según datos de 2000/2009 en las ciudades de Buenos Aires, Rosario y La Plata, en los problemas relacionados con los jóvenes, el maltrato ocupa el segundo lugar en las estadísticas mientras que la delincuencia está en el noveno. Por el lado social y político no me interesó, no quise hablar de la baja de la edad de punibilidad en ese sentido sino desde el maltrato.
A partir de esa idea general, el director trabajó en forma de taller con los tres actores: Liliana Perdomo –que ya contaba con experiencia en teatro–, Eduardo Campo –también bailarín– y la novata Pilar Cuesta.
–¿Cómo fue ese trabajo de taller para lograr el texto y darle forma a la obra?
–Trabajamos con la idea, sin ningún texto de base, el relato surgió en los ensayos, a partir de lo que ahí salía y del aporte que hicieron algunos invitados que tuvimos. A las dos horas de entrenamiento, le sumábamos otra hora de trabajo de mesa, con bibliografía o pinturas, por ejemplo, la obra Las Meninas de Diego Velázquez sirvió para la mirada que queríamos tener y a partir de ella debatimos mucho. De esa parte del taller también surge el vestuario, la iluminación, la escenografía, la puesta en escena. Es una obra colectiva.
–No es una obra convencional...
–La muerte de los niños cantores tiene una estética particular. El texto está sobre imágenes que construimos, al revés que en el teatro tradicional, en el que se arma la obra basándose en el texto. Son escenas que despegan desde lo visual y después recién arranca el texto, que no es lineal. El argumento corre por abajo y es visual, intenté que estuviera en la puesta, en el cuerpo, en los objetos, en las luces...
–¿Los objetos ocupan un lugar importante en la obra?
–La particularidad de esta obra son los objetos. Comienza en una sala de espera donde hay una muestra de fotos de chupetín bolita. Y el chupetín aparece en todo el transcurso de la obra, ese es el objeto conceptual-lineal. Hay todo un trabajo con los objetos, son objetos que cuentan...
La muerte de los niños cantores puede verse todos los domingos de mayo y junio. Al finalizar la obra, los artistas y el público presente comparten un copetín (incluido con la entrada). “Ese es el momento que aprovecho para pedirles a los espectadores una opinión, los que quieren me la mandan después y la colgamos en el blog (www.fueradelplano.blogspot.com). En teatro es muy difícil conseguir una devolución y de esta manera las tenemos y resultan muy interesantes”, apuntó el director de esta tan particular como interesante obra.
Fuente: http://www.elargentino.com/nota-141290-medios-122-Las-escenas-de-la-obra-despegan-desde-lo-visual.html
No hay comentarios.:
Publicar un comentario