EL PERSONAJE: ENTREVISTA CON BLAS ARRESE IGOR
"DESMITIFIQUÉ EL OFF Y ME ANIMÉ CON EL CIRCUITO TEATRAL OFICIAL"
Uno de los brillantes intérpretes del biodrama Mi vida después que hizo rebalsar la sala TACEC del Argentino por cuatro días consecutivos de agosto repasa su trayectoria en la ciudad de las diagonales, adelanta detalles de El Fracaso, su próximo estreno, y revela el por qué de su rechazo a una reciente oferta del Cirque Soleil para emprender una gira por dos años
“La repetición no existe”, evoca como una de las mayores revelaciones teatrales Blas, remarcando la cualidad de experiencia única como la faceta más interesante que encuentra en las artes escénicas. Sin embargo, hay algo que sí se repite en todas las escenas que Blas repasa respecto a su vida como artista. Y es el condimento infaltable, el motor: la pasión. Esa fuerza vital atraviesa cada actividad que emprende; sea esta actuar, dirigir, enseñar. Curiosamente, de repeticiones nació también su pasión. Es que cuando tenía cinco años y gozaba los beneficios de ser el menor de una familia numerosa, una noticia lo forzó a cambiar de rol en su árbol genealógico. La irrupción de Santiago, el nuevo hermano menor, propició un ataque de celos en el pequeño Blas, que canalizó tartamudeando. La repetición de cada palabra que salía de su boca era llamativa, hasta que descubrió que sólo en un momento específico el síntoma desaparecía: cuando subía al escenario de la escuela para interpretar a alguno de los próceres de las fechas patrias a conmemorar. La revelación hizo que de allí en más nada fuera igual en la vida de Blas Arrese Igor, un platense que se crió en Chascomús pero volvió a las diagonales para estudiar comunicación.
-Ni bien me di cuenta de que sólo podía hablar de corrido arriba del escenario empecé con los talleres de Teatro- cuenta Blas, y explica- Ese problema de comunicación de manera inconsciente hizo que me interesara tanto la comunicación, que me empezó a apasionar mucho el periodismo. Vine a La Plata y me recibí de periodista en 1998, siempre paralelamente siguiendo con el teatro. Trabaje como periodista para una revista de artes escénicas españolas y de a poco me empecé a dar cuenta que el teatro me estaba tomando mucho tiempo. Se me presentó un trabajo con Daniel Veronese, uno de mis primeros profesores de teatro, y a partir de ahi me empezaron a llamar otros directores. Me empecé a meter de lleno en el trabajo, era vivir de algo que me apasionaba. Para mí el teatro era un juego, no lo veía como un trabajo.
Por su versátil trayectoria, a Blas le cuesta definirse como actor: “me encanta escribir obras, dirigir, enseñar, actuar. Moverme de roles me interesa mucho”. Trabajó con Lola Arias, Guillermo Arengo, Beatriz Catani, Emilio García Whebi y Ana Alvarado, entre otros. Participó como actor en diversas producciones en el Centro Experimental del Teatro Colón, en el Teatro San Martín, Sarmiento, Centro Cultural Recoleta, Centro Cultural Ricardo Rojas, Instituto Goethe, Alianza Francesa, como así también de numeroso festivales internacionales en Bélgica, Austria, Alemania, Canadá, Brasil. A la par, incursionó por la dirección con varias obras y en 2002 abrió su propio taller de entrenamiento actoral en La Plata, y ganó el concurso para la Cátedra de Dirección I del Instituto Universitario Nacional de las Artes (IUNA), que le revelaron que la docencia es la veta que más le gusta del teatro: “En la docencia me encuentro como generando un espacio de investigación, de prueba de lenguajes de actuación, cosas que también los alumnos proponen y se genera un trabajo horizontal de búsqueda. Me pone muy creativo. Hay algunos alumnos que están desde los inicios, desde 2002, y siguen encontrando en el taller un espacio donde siguen investigando y abriendo posibilidades expresivas”, asegura abriendo más de lo común sus ojos grandes y trasluciendo en su mirada el éxtasis que le genera su tarea.
-¿Qué tipo de teatro fue el que más le gustó desde siempre?
-Con mi trayectoria fue cambiando mi mirada sobre el teatro. Tenía una mirada muy corta y acotada sobre el teatro, cuando empecé pensaba que sólo hacer teatro off, independiente y hermético, interesante, inteligente, era la única forma de hacer teatro, y lo demás era una porquería. Luego me empecé a dar cuenta, cuando me llamaron para teatro oficial, que no era teatro sólo lo que veía para 20 personas, que también se puede en teatros enormes, no sólo con textos “brillantes” o “interesantes”. Descubrí otros tipos de teatro válidos, y hoy me cuesta mucho decir “qué mala es esta obra de teatro”. Cuando yo detecto que hay trabajo y la propuesta es solida a nivel teatral, más allá de que no me guste la estética o el género, igual lo valoro. Me pasó mucho con el musical, lo veía como una porquería, hasta que hace cinco años de casualidad fui a ver Chicago y me sorprendió la calidad actoral.
-¿Hay algún género que prefiera por sobre otro?
-Me parece tan entretenida la experiencia de actuar que actúe lo que actúe en cualquier género, tengo garantizada la satisfacción del hecho artístico. Eso me pasa, y también significó un cambio, antes sólo me gustaban los materiales “inteligentes”. La pasión es el motor de todo lo que hago. Yo siento que me divierto enormemente, soy feliz haciendo lo que hago también porque encuentro nuevos materiales todo el tiempo, gente diversa.
-¿Cómo definiría su estilo actoral?
-Cuando arranqué yo lloraba muy bien en escena, lograr más intensos y verosímilmente estados de alta afectación, de llanto… pero después descubrí que también podía hacer humor, otros materiales, entrar en zonas de alta construcción de personajes. Empecé a ver divertidas las construcciones muy altas, no con baja afectación, sino con muchas construcción a nivel formal y sin tanto de uno. Me considero un actor singular, primero por lo físico. Tengo una imagen muy rara, soy muy bajito. Además trabajo desde un lugar en donde las hormas que yo produzca con la actuación trato de que estén siempre habitadas. Que internamente estén muy habitados, no solo uno acceda a la cáscara. En el teatro el cuerpo del actor está ahí, es su singularidad. Me parece fundamental que el cuerpo del actor esté atravesado, habitado. Yo trabajo en función de eso, de generar estados verosímiles, intensidad, para eso trabajo como loco. Cada función es, de verdad, un desafío total en donde tengo que estar totalmente comprometido con lo que hago. Admiro mucho los actores eficaces, que saben mentir bien. Como actor me considero sensible, no puedo no dejarme atravesar por lo que ocurre en la escena.
-¿Y hoy cómo analiza su presente teatral?
-Hoy me beneficia el hecho de encontrarme en constante movimiento, encarar no sólo la actuación sino también la dirección, la escritura. También me interesan mucho otras disciplinas artísticas. Me interesan enormemente las artes visuales, la música, la literatura siempre me apasionó. Yo tuve suerte porque nunca me costó tener trabajo pero eso se dio porque trabajo descomunalmente, nunca paré de trabajar para generar, por eso se hizo tan fluido siempre. Hubo años en los que estrené cinco o seis obras. Siempre actuando, dirigiendo, dando clases, viajando por el mundo en giras. Es un trabajo de movimiento constante. Es más este año tuve un ofrecimiento para el Cirque du Soleil, dos meses de entrenamiento en Canadá y después girar con ellos dos años, y lo tuve que rechazar, era dejar mi pareja, mi familia, mis mascotas, mi taller, muchas cosas que me interesa mucho cuidar. Además lo bueno es que como no soy sólo actor, no es que estoy en mi casa esperando que me llamen para un papel, sino que si no me llaman me pongo a escribir, o a dirigir, etc.
-En Mi Vida Después, el biodrama de Lola Arias, reconstruye, junto con siete actores, sus historias personales comunes, atravesadas por ser familiares de víctimas de la última Dictadura Militar. ¿Cómo fue el proceso de construir la personificación de usted mismo, y lograr que no lo desborde la historia que se cuenta?
-Eso no me había pasado nunca. Es muy raro porque uno no está actuando pero está en un escenario, con lo cual tiene que ir a marca, se te tiene que escuchar, que ver, transitar por ciertos estados. Lo extraño es que uno está hablando de los materiales de uno, de su vida, de sus padres. Eso hace que haya una zona de la actuación extraña, uno es más performer que actor. Para trabajarlo me tuve que distanciar, secarlos en un principio, no ver cómo me afecta la obra. Las primeras veces que ensayábamos era una catarsis, no se podían seguir los ensayos. Hasta que encontramos un registro distanciado pero afectado. Esta obra me parece que tiene la virtud de valorizar la vitalidad de la generación de los ’70, no sólo el horror y la tortura que fue. Sus ideas de futuro, proyecto, su vitalidad, no solo se reflexiona lamentosamente para atrás sino que también va hacia el futuro. En todos nosotros va a quedar muy marcada. La obra ya pasó por Noruega, Sucia, Alemania, España, y ahora en septiembre nos vamos de gira a Río, Frankfurt, Chile, Latinoamérica.
-¿Qué cuestiones le sirven de inspiración a la hora de escribir una obra?
-Hay temas que aparecen siempre en mis textos: la soledad, la infancia, la niñez, la muerte, también me interesa el humor, una mirada irónica sobre ciertos temas. El último texto que voy a estrenar en el TACEC el 15 y 16 de octubre en La Plata Arde: El Fracaso, una obra de teatro acerca de una obra de teatro que jamás se pudo estrenar. Es un texto que escribí hace diez años, lo empecé a ensayar muchas veces y siempre fue fracasando, cambié de elencos, no tuve plata para hacerlos, después si plata pero no tiempo, me pasó de todo con esa obra, y lo que me interesaba ahora es hacer una obra donde además del material se entrecruce con otras cosas como: entrevistas con actores que pasaron por esa obra que nunca fue, materiales transversales que hablan de la ficción pero no son exactamente la ficción. Es un documental sobre una obra de teatro que fracasó. El argumento es de dos hermanos que tienen una empresa de comercialización de ardillas, aman a los animales pero hacen tapados de piel, conservas, una noche llega una mujer a su casa de manera sorpresiva y modifica su vínculo, su empresa, etc. Habla sobre la ficción, lo que es ser actor independiente, el éxito, el fracaso, y también reflexiona sobre cuestiones de género, sobre el dinero, la propiedad, las relaciones de poder, las relaciones afectivas.
-¿Cómo ve el circuito teatral local?
-Creo que en La Plata el problema es que es muy difícil encontrar recursos para producir obras, posibilidades restringidas. Y a pesar de eso es increíble lo que pasa con el teatro, hay mucho profesionalismo sin vivir de eso, mucha gente apasionada, comprometido con la actividad y con su deseo de hacer teatro. En ese punto el teatro independiente está buenísimo: uno hace lo que su deseo le demanda. Pero estaría bueno que haya más apoyos oficiales.
-¿Qué le recomendaría a los actores que egresan de la Escuela de Teatro de la ciudad, para empezar su carrera profesional?
-Es difícil recomendar, porque yo no tenía pensado vivir de esto. En mi caso me funcionó tener el periodismo, otra estrategia de sobrevivencia, entonces hice con el teatro lo que quería hacer. No tenía el peso de tener que solventarme con el teatro, por eso no hacía cualquier cosa sino lo que me parecía que estaba bien. Así formé mi propio perfil, e hizo que pueda vivir del teatro que exactamente me gusta hacer. Mucha recomendación, entonces, no tengo. Sólo creo muy importante estar dispuesto a saber el desafío que significa elegir el teatro. El momento en que yo tomé esa decisión fue cuando abrí mi taller, ahí fue cuando dije que me dedicaría a eso, cuando descubrí que me gustaba mucho dar clases. El ser actor es un tipo de vida determinado, te cuestan las cosas, no te vas a llenar de plata. Así que elegirlo es estar dispuesto a tener una vida acorde a eso.
Fuente: http://sites.google.com/site/laculturosa/entrevista
No hay comentarios.:
Publicar un comentario