martes, 10 de julio de 2001

Demasiados pecados para una sola noche



Por EDUARDO GIORELLO

"Los siete pecados capitales". Texto: Bertolt Brecht. Música: Kurt Weill. Director de orquesta: Andrés Juncos. Dirección general: María Crovetto. Coreografía: Claudio Longo. Iluminación: Jorge Pérez. Orquesta Estable e integrantes del Ballet Estable. Intérpretes vocales: Eliana Bayón, Víctor Castells, Alberto Jáuregui Lorda, Alejandro Crea y Pablo Skrt. En el Teatro Argentino.

En el ballet con canto en un prólogo, siete cuadros y un epílogo, "Los siete pecados capitales", de Bertolt Brecht y Kurt Weill, se vuelve a elaborar una tesis que no se divorcia de otras propuestas ético-estéticas del equipo que provocó en las primeras décadas del siglo pasado una abismal ruptura en el arte escénico ("Mahagonny Songepiel", "La Opera de tres centavos", entre otras). 

La historia de las dos Ana (Ana I canta y Ana II baila) expuesta en "Los siete pecados capitales", surge de una idea de Boris Kochno y George Balanchine, quienes en el París del '33 imaginaban un ballet para hermanas siamesas. El desdoblamiento de la personalidad, la fractura de la intencionalidad y la muestra de caracteres antagónicos aunque confluyentes es la idea vertebradora de la obra, que exhibe a dos hermanas unidas por la necesidad y embarcadas durante siete años en una suerte de película de caminos que presenta la acritud de las situaciones emergentes de las apetencias materiales, que margina todo intento de inocencia.

En una total identificación con las preocupaciones expuestas en las canciones de Brecht, la música de Kurt Weill con su sutil ironía se unen en una síntesis perfecta. Como consecuencia, esta forma de ópera-ballet compone un friso vibrante de mordacidad, lúcido en la revelación de las ideas y fascinante desde la óptica plástica. La gestualidad del "team" adquiere un nuevo rango con la dinamización proveniente de imágenes, sugerentes o taxativas, del talento de un coreógrafo de fuste. Este no es el caso.

Claudio Longo en esta tarea diseñó movimientos para los siete bailarines que más tenían que ver con un trabajo de servidores de escena que una genuina planificación dancística. También resultó totalmente errónea la utilización del lenguaje de la danza clásica (barra y puntas) para la definición como personaje de Ana II, que se convierte -expresado contundentemente en el texto- en una bailarina de cabaret. La dirección general de María Crovetto confundió austeridad y economía de recursos con pobreza expositiva. 

El componente musical de "Los siete pecados capitales", en cambio, tuvo aspecto positivos fundamentalmente en la voz de Eliana Bayon como Ana I. Cantó muy bien, con intención y musicalidad, a pesar de que debió luchar con un escenario despojado al máximo y una acústica que sigue sin resolverse, que privilegia a los instrumentos en el foso y no a las voces en el palco escénico. El cuarteto integrado por Castells, Jáuregui Lorda, Orea y Skrt resultó impecable y vuelve una vez la mirada sobre los miembros del Coro Estable. La dirección de Andrés Juncos tuvo calidad aunque el sonido orquestal distó bastante del imprescindible para el estilo de Kurt Weill, que mixtura lo sinfónico con la música del cabaret berlinés de los años treinta.

El público se preguntará por qué una obra camarística como "Los siete pecados capitales" se ofreció en la sala mayor y no como estaba previsto a principio de temporada en la sala Astor Piazzolla. La respuesta es que cuando se pidió autorización para su puesta, los dueños de los derechos exigieron la versión orquestal de la obra y no la reducida que se pretendía hacer. Por lo tanto debió trocarse sala chica por sala grande.

Se perdió intimidad y atmósfera en el traslado a un espacio que no supo como llenarse. Algo similar había ocurrido el año anterior cuando se pretendió realizar un espectáculo con fragmentos de musicales de Lloyd Webber y de pronto se percataron que no se habían pagado los derechos de utilización de las partituras. Hubo que suspender, aún con ensayos ya efectuados con Juan Rodó y compañía.

La versión original de "Los siete pecados capitales" dura 34'04. Puede haber alguna variación según la versión. Esta vez se llegó a los 55' con escenas sin música que no aportaron demasiado. Lo ideal hubiera sido ofrecerla con otra obra corta (de Brecht-Weill o no).

Seguramente el hecho de permitir a la producción del ignoto "Espacio 21" la utilización de la sala Ginastera para un trabajo tan pequeño, alentará a otros grupos platenses (o no), a tener sus esperanzas. Los independientes de parabienes con esta apertura.

Hitler toma el poder en 1933 a través de su partido Nacional-Socialista. "Los siete pecados capitales" se estrena en el Théatre des Champs-Elysées, el 7 de junio del mismo año. La crisis social en Alemania era similar a la que vivimos hoy en nuestro país. Cuidado. Brotes nazis hay en todas las épocas y se sabe que la historia es circular. No todos los pecados son capitales, pero son pecados al fin.

Fuente: http://www.eldia.com.ar/ediciones/20010710/espectaculos5.asp

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