JUAN CARLOS COPES
Camisa negra, una piedra enlazada a una cadenita que rodea el cuello, pantalón pinzado, los zapatos bien lustrados y el pelo peinado hacia atrás. Juan Carlos Copes se define y se reivindica como "milonguero", aquel que con cincuenta años de trayectoria y tras haber sido nombrado el "bailarín del siglo" se convirtió en el embajador del tango argentino en el mundo, marcando un estilo y una forma incomparable de bailar el ritmo del dos por cuatro.
Y como 50 años no es poco, Copes viene realizando un espectáculo, que hoy a las 21.30 se presenta en el teatro Coliseo Podestá, y que recorre los momentos más importantes y emotivos de toda una vida dedicada al tango.
"En el espectáculo cuento mi primer encuentro profesional, que fue con Francisco Canaro en 1957, y luego la gira que realicé con mucho sacrificio por Brasil, Venezuela, Cuba y México donde se produce mi encuentro con Piazzolla, al que tuve la fortuna de tenerlo como director musical. En ese momento él recibe un telegrama en el cual le avisan que el padre estaba muy enfermo; cuando terminó el show le di el telegrama donde le decían que volviera y eso costaba 36 horas de viaje, así que llamó por teléfono y se enteró de que su padre ya había muerto. Por eso fui testigo del nacimiento que la pieza que es un sinónimo de Astor Piazzolla que es 'Adiós Nonino'".
El espectáculo continúa con la primera incursión de Copes en Broadway en 1962, donde estrenó una milonga con María Nieves. En Nueva York también estuvo en 1986 y en 1999. A partir de ahí se abren las puertas del mundo para este bailarín. "Habíamos entrado en el mercado americano, trabajando en Las Vegas, en casi todo Estados Unidos. Parte de esto se muestra en el espectáculo hasta llegar a la época actual, mi participación en la película 'Tango' que hice con Carlos Saura y, como no me morí, me costaba encontrar el final. Por eso cuando me dicen 'Copes y ahora qué' yo digo: 'a seguir bailando porque no nos queda otra'".
En el espectáculo estará acompañado por su hija Johana y la "Compañía Copes Tango Danza" compuesta por catorce bailarines que darán marco a las distintas coreografías y también contará con la presencia de Yeni Patiño, ligada a la propia historia de Copes a través de los grandes momentos que vivieron juntos.
Copes aseguró que siempre se sintió un "diplomático sin cartera" porque "fui abriendo puertas, para bien o para mal. Ahora el tango es un boom mundial, existen academias en todas partes del mundo, y no es casual que bailarines como Julio Bocca o Iñaki Urlezaga presenten coreografías de tango. En nuestro país hay un movimiento juvenil, que yo diría que es una revolución pacífica para volver al abrazo; la juventud está demostrando que hay un camino para retomar el respeto al lugar donde se nació; hay muchas milongas nuevas, muchos profesionales, pero falta el apoyo y el espacio para que puedan desarrollarse".
"El tango es corazón, es improvisación, no hay maestros ni profesores, es un sentimiento que no se expresa con palabras sino con diálogos silenciosos", explicó el artista, quien recuerda que su niñez y su juventud transcurrió en un clima de tango constante, desde la gente que lo cantaba o lo silbaba en la calle, al que se podía escuchar en las radionovelas.
"El tango no es cantidad de pasos, se trata de cómo el hombre y la mujer se abrazan produciendo un intercambio de energía y lo que se trasmite es puro sentimiento. Cada vez que subo a bailar a un escenario necesito mi tiempo de concentración porque continúo temblando y sintiendo la adrenalina. También tengo mis cábalas como tocarnos la cola o persignarnos" contó.
Para Copes existe un término medio entre el tango de acrobacia y el que se baila en las milongas. "El tango está de moda arriba del escenario pero no pasa lo mismo en una reunión social. A mí me choca la mímica, uno puede expresar amor a una mujer sin acariciarla o sin hacer un gesto específico. A mí me cuesta bailar algunos tangos con mi hija, justamente porque es mi hija. Los dos escuchamos y obedecemos una técnica, pero no puede haber sensualidad, yo me divierto con ella pero en un tango sentido sólo obedecemos a la técnica".
Quien haya seguido la carrera de este "milonguero", sabe que existe un estilo Copes, que él define como "bailar con habilidad sin perder la elegancia", y cuenta que cuando está sobre un escenario "sentimos cuándo el público está con nosotros a partir del silencio que se produce, más allá de los aplausos que vienen después. Eso se mezcla con la hermosa angustia que siento cuando bailo un tango".
Nació en Mataderos pero se crió en Villa Pueyrredón. "Allí se respiraba tango; a los 16 años empecé a ir al Industrial, y el hecho de salir del barrio para ir al centro me puso en contacto con gente, podría decir, más cosmopolita. Mis compañeros me invitaban a la milonga en 'plan de levante', yo no entendía nada pero a pesar de no haber cumplido los 18 años, clandestinamente iba, porque había que tener la libreta de enrolamiento. La primera vez que vi a esa gente que se vestía diferente y que hacía esas cosas increíbles con los pies, recuerdo que me quedé como pegado a la pared pensando que yo no iba a poder bailar así nunca. Y a partir de ese momento me propuse intentarlo. Todas las noches a la salida de la escuela nos juntábamos una barrita de pibes y nos íbamos a las milongas. Así conocí las cinco estrellas y también las menos cinco; hasta me metí en lugares insólitos como cabaret; las chicas me preguntaban qué hacía allí y no me creían que solo quería ir a ver bailar.
"No había maestros, no había escuela, yo fui un autodidacta, aprendí en la milonga mirando. Todo venía bien hasta que en 1952, comenzaron a surgir ritmos extranjeros disfrazados de música nacional, el Club del Clan, el rock, y poco a poco las milongas se dejaron de hacer. Con mi barra de amigos estábamos desconcertados porque no teníamos lugares adónde ir. Sentimos que nos prohibieron a los milongueros. Y entonces, viendo los musicales norteamericanos, se me ocurrió hacer cosas como ellos que vendían su cultura y sus valores. Sabía que era muy difícil pero bueno acá estoy, y soy optimista porque creo que se van a ir abriendo un montón de puertas más".
Con el tango en la piel Copes está lleno de proyectos que lo llevarán a distintas partes del mundo donde tendrán la posibilidad de disfrutar su arte. "No me imagino sin bailar, ya le dije a la 'parka' que se vaya aprendiendo unos cuantos pasos".
Fuente: http://www.eldia.com.ar/ediciones/20010616/espectaculos3.asp
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