jueves, 14 de octubre de 1999

Dos caminos distintos

Teatro Argentino de La Plata

El Argentino, frente a la experiencia de Barcelona.

Jueves 14 de octubre de 1999 | Publicado en edición impresa LA NACION

Dos teatros de ópera incendiados acaban de renacer de sus cenizas: el Liceo, de Barcelona, y el Argentino, de La Plata.

Tragedia y renacimiento los hermanan, pero los diferentes caminos recorridos pueden servir para observar cuál es la distancia, económica y cultural, que separa a España de la Argentina.

Mientras que el Teatro Argentino se incendió el 18 de octubre de 1977, el Liceo, de Barcelona, se consumió en las llamas el 31 de enero de 1994. Los platenses tuvieron que esperar 22 años para volver a tener un teatro lírico y gracias a los siempre escasos fondos del Estado. Los catalanes demoraron sólo seis, debido al esfuerzo conjunto del gobierno y de empresas privadas.

Los españoles no dudaron un instante: el edificio del Liceo tenía que ser reconstruido con su formato original, porque ya formaba parte del paisaje urbano de la ciudad. Y, naturalmente, con el agregado de todos los avances tecnológicos disponibles.

Sin memoria

En la Argentina, los afanes monumentalistas y el nulo respeto hacia la memoria histórica, que caracterizó a la dictadura, hicieron que la sala original fuera demolida, a pesar de que gran parte de su estructura se había mantenido intacta. En cambio, decidieron dar paso a una obra que, por sus dimensiones faraónicas, se transformó en uno de los tantos monumentos inconclusos del país durante dos décadas. Y por eso, se sabe que reconstruir el Liceo costó 95 millones de dólares, mientras que la cifra total invertida en el Argentino será siempre un misterio.

A la inauguración de la nueva sala barcelonesa asistieron todos los representantes del gobierno español, tanto los locales como el presidente, José María Aznar (de otro signo político), y por supuesto, los reyes.

Fue durante el gobierno de Eduardo Duhalde en la provincia de Buenos Aires que se dio un impulso real para la finalización de la obra. Pero el apuro por cortar cintas antes de las elecciones nacionales hizo que el teatro se inaugure con un concierto sinfónico coral, porque las maquinarias para montar una ópera todavía no están listas.

El Liceo tiene su programación hasta el 2000 concertada y una completísima página en Internet. En La Plata, Duhalde prometió que antes de terminar su gestión firmará un decreto de reglamentación de la ley artística provincial que dará estabilidad laboral a los empleados de la institución y que bregará "para que el Teatro Argentino cuente con presupuesto propio, como sucede en las principales salas líricas del mundo".

Está claro: así como la Argentina no es España, La Plata no es Barcelona, y esto lo saben bien los que conforman el alma del Teatro Argentino: sus trabajadores. Orquesta, coro y talleres, a ellos les corresponden todos los honores y, también , les espera el desafío de poder poblar de magia musical a su flamante y estupenda casa.

Por su parte, el futuro gobernador de la provincia de Buenos Aires debería utilizar al Liceo de Barcelona como una referencia para seguir sus firmes pasos, como un ejemplo.

Martín Liut
Fuente: http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=157230

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Las tablas le hicieron fuerza a la motosierra

  Balance de teatro 2024 En un año con fuerte retracción del consumo y un ataque inusitado al campo de la cultura, la caída de la actividad ...