29 de Octubre de 1999
Cuando presentó Me volvió el alma al cuerpo frente a un multitudinario público adolescente, bien exigente por cierto, al producirse el posterior debate los chicos concluyeron en que "no es un espectáculo careta". Por eso les gustó. Y por eso Laura Bove hizo propia la definición.
No es careta porque la actriz a lo largo del unipersonal se desnuda, se expone, se rebela y revela como lo que es, y exhibe los motivos por los cuáles es, ella, así, Laura Bove. De hecho, el único personaje que presenta a lo largo de toda la obra es uno con el que la inicia, que surge de un texto de Oscar Viale y que es una señora que hace "strep-tease". Así comienza a desnudarse y a mostrar sus miserias. Y no para.
Los platense tuvieron oportunidad de verlo en distintos escenarios de nuestra ciudad hace un tiempo atrás, y hoy a las 21 podrán volver a verlo en la sala Armando Discépolo de la Comedia de la Provincia, en la calle 12 entre 62 y 63.
Para quienes no lo recuerden, en Me volvió el alma al cuerpo Bove repasa su éxito prematuro, se confiesa una niña explotada, se levanta de sus cenizas y pasa la receta: cuando se toca fondo hay que parar y empezar de nuevo.
UNA NIÑA EXPLOTADA
Después de 35 años años de profesión, Laura Bove entraba a un estudio de televisión y le dolía cualquier cosa. Había pasado cumpleaños, primaveras, embarazos, veranos, inviernos, años, entre decorados. Y decidió parar.
Se propuso una pausa en su profesión pero como tenía que seguir viviendo y lo único que sabía hacer era actuar, no esperó a que la llamaran, escribió Me volvió el alma cuerpo y salió a "venderse" para contar su experiencia y autodenunciarse.
"Yo me inicié en la farándula a los 4 años. No iba al colegio, a gatas terminé la primaria porque hacía giras de radioteatro con Salcedo, Alcira Olivera Garcés, y continué en radio con Fernando Siro, Beatriz Taibo, Eduardo Rudy, Eva Dongé. Era la estrellita del barrio. Aunque iba a la cama a la hora que tenía que ir, estaba en lugares llenos de humo donde escuchaba lo que no tenía que escuchar o no hacía los deberes".
"En el espectáculo cuento ésto y por eso se me cerraron muchas puertas, porque en este medio hay temas con los que no te podés meter, como la explotación infantil. Y la gente se sintió molesta. Dijeron 'La Bove está tocada'. Esto me obligó a mí a laburar con miedo porque yo estaba -y estoy- trabajando con la irreverencia de cuestionar a mis viejos. Yo no lo juzgo. Ellos tuvieron su carga también y creyeron que lo que hacían conmigo era lo más maravilloso del mundo. Y a partir de eso me voy metiendo en la complacencia, el masoquismo, la comodidad, la competencia y ahí llego a un punto en que cuento cosas que le pueden pasara cualquiera. De hecho, lo de hacer un debate, o un intercambio después de la función, surgió a raíz de que la gente me esperaba para hablar. Me agarraban, me abrazaban y se ponían a llorar".
Dividido en actos dedicados a muchas y diversas personas -actores de radioteatro, maquilladores, acomodadores, vestuaristas, vestidoras, cameramen que la acompañaron en todo este tiempo, al médico homeópata Carlos Cipolla, a los chicos de Casa Cuna, a Florencio Escardó y hasta Marita, la ex de su ex, compañera solidaria de desgracia-, Me volvió el alma cuerpo se ofrece con un programa de mano que cita el testimonio de Joan Manuel Serrat sobre los niños artistas, que resume lo que siente Laura Bove y que dice así:
"A mí, los niños artistas no me gustan. No me gustan nada porque suele ser una explotación, normalmente. Cuando yo ve un niño artista, sé cómo lo están explotando de alguna manera. Sé que por algún momento de felicidad que pueda llegar a tener aquella criatura porque le gusta cantar o bailar, tiene que tener momentos de gran tortura, como un elemento absurdamente explotado. Es un individuo que no puede decidir sobre sus sí o sobre sus no, porque hay otros.
Allí deciden los mayores. Si ellos pudieran decidir, sería maravilloso. Harían cosas de aquéllas como quedarse dormidos antes de la función, no presentarse a un estreno...Harían cosas realmente interesantes. Pero como tienen unos señores mayores que los mandan a los sitios, me dan mucha pena. Yo tengo un sentimiento siempre de pena".
Fuente: http://www.eldia.com.ar/ediciones/19991029/espectaculos1.html
Cuando presentó Me volvió el alma al cuerpo frente a un multitudinario público adolescente, bien exigente por cierto, al producirse el posterior debate los chicos concluyeron en que "no es un espectáculo careta". Por eso les gustó. Y por eso Laura Bove hizo propia la definición.
No es careta porque la actriz a lo largo del unipersonal se desnuda, se expone, se rebela y revela como lo que es, y exhibe los motivos por los cuáles es, ella, así, Laura Bove. De hecho, el único personaje que presenta a lo largo de toda la obra es uno con el que la inicia, que surge de un texto de Oscar Viale y que es una señora que hace "strep-tease". Así comienza a desnudarse y a mostrar sus miserias. Y no para.
Los platense tuvieron oportunidad de verlo en distintos escenarios de nuestra ciudad hace un tiempo atrás, y hoy a las 21 podrán volver a verlo en la sala Armando Discépolo de la Comedia de la Provincia, en la calle 12 entre 62 y 63.
Para quienes no lo recuerden, en Me volvió el alma al cuerpo Bove repasa su éxito prematuro, se confiesa una niña explotada, se levanta de sus cenizas y pasa la receta: cuando se toca fondo hay que parar y empezar de nuevo.
UNA NIÑA EXPLOTADA
Después de 35 años años de profesión, Laura Bove entraba a un estudio de televisión y le dolía cualquier cosa. Había pasado cumpleaños, primaveras, embarazos, veranos, inviernos, años, entre decorados. Y decidió parar.
Se propuso una pausa en su profesión pero como tenía que seguir viviendo y lo único que sabía hacer era actuar, no esperó a que la llamaran, escribió Me volvió el alma cuerpo y salió a "venderse" para contar su experiencia y autodenunciarse.
"Yo me inicié en la farándula a los 4 años. No iba al colegio, a gatas terminé la primaria porque hacía giras de radioteatro con Salcedo, Alcira Olivera Garcés, y continué en radio con Fernando Siro, Beatriz Taibo, Eduardo Rudy, Eva Dongé. Era la estrellita del barrio. Aunque iba a la cama a la hora que tenía que ir, estaba en lugares llenos de humo donde escuchaba lo que no tenía que escuchar o no hacía los deberes".
"En el espectáculo cuento ésto y por eso se me cerraron muchas puertas, porque en este medio hay temas con los que no te podés meter, como la explotación infantil. Y la gente se sintió molesta. Dijeron 'La Bove está tocada'. Esto me obligó a mí a laburar con miedo porque yo estaba -y estoy- trabajando con la irreverencia de cuestionar a mis viejos. Yo no lo juzgo. Ellos tuvieron su carga también y creyeron que lo que hacían conmigo era lo más maravilloso del mundo. Y a partir de eso me voy metiendo en la complacencia, el masoquismo, la comodidad, la competencia y ahí llego a un punto en que cuento cosas que le pueden pasara cualquiera. De hecho, lo de hacer un debate, o un intercambio después de la función, surgió a raíz de que la gente me esperaba para hablar. Me agarraban, me abrazaban y se ponían a llorar".
Dividido en actos dedicados a muchas y diversas personas -actores de radioteatro, maquilladores, acomodadores, vestuaristas, vestidoras, cameramen que la acompañaron en todo este tiempo, al médico homeópata Carlos Cipolla, a los chicos de Casa Cuna, a Florencio Escardó y hasta Marita, la ex de su ex, compañera solidaria de desgracia-, Me volvió el alma cuerpo se ofrece con un programa de mano que cita el testimonio de Joan Manuel Serrat sobre los niños artistas, que resume lo que siente Laura Bove y que dice así:
"A mí, los niños artistas no me gustan. No me gustan nada porque suele ser una explotación, normalmente. Cuando yo ve un niño artista, sé cómo lo están explotando de alguna manera. Sé que por algún momento de felicidad que pueda llegar a tener aquella criatura porque le gusta cantar o bailar, tiene que tener momentos de gran tortura, como un elemento absurdamente explotado. Es un individuo que no puede decidir sobre sus sí o sobre sus no, porque hay otros.
Allí deciden los mayores. Si ellos pudieran decidir, sería maravilloso. Harían cosas de aquéllas como quedarse dormidos antes de la función, no presentarse a un estreno...Harían cosas realmente interesantes. Pero como tienen unos señores mayores que los mandan a los sitios, me dan mucha pena. Yo tengo un sentimiento siempre de pena".
Fuente: http://www.eldia.com.ar/ediciones/19991029/espectaculos1.html
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