domingo, 8 de mayo de 2011

Entre escombros, los fantasmas del Cine Roca no quieren partir

La demolición del viejo cine Roca sobre la avenida 1. Este fin de semana terminaba de trabajar la topadora que redujo a escombros el inmueble que albergó durante décadas aquella sala recordada por varias generaciones de platenses


DEMOLICION DE UN VIEJO CINE PLATENSE

Definitivo adiós a una sala que durante 40 años sirvió un menú fijo: lujuria, risas y balazos frente a la Estación

Por ALEJANDRO CASTAÑEDA

El Roca se fue yendo en etapas. En la primavera del 89, el cine había cerrado sus puertas. Y ahora, la demolición confirma su definitivo adiós. Ya poco quedaba de lo que fue aquella vieja sala, ese templo largo y pecaminoso que nunca se cansó de servir el mismo plato: tres películas por función y el repetido menú de sexo y balazos.

Cuarenta años antes, en 1949, lo había inaugurado la familia Burin para colorear con sus afiches audaces la fauna de una zona con olor a choripán, hipódromo y cacería. Fue una sala de hombres, cuando ese término significaba algo. Las mujeres sólo entraban desde la pantalla, a puro jadeo, para animar a tanto solitario con tarde libre. Entonces, el barrio era otro. La Estación era la Estación, un lugar clave para el barullo de una ciudad que allí encontraba uno de sus rincones más zafados y ruidosos. Y en ese paisaje de saldos y extraviados, de burreros y buscavidas, el Roca fue revalidando sus credenciales: un supermercado de pistolas y corpiños que vio más lencería y tiroteos que cualquier otra sala de la ciudad.

LOS NUEVOS TIEMPOS

Cuando el negocio del cine empezó a declinar, el Roca aguantó de pie hasta donde pudo, sin cambiar ni su receta ni sus dosis. Pero, los nuevos tiempos, día a día lo fueron acorralando. Además de la crisis de siempre, la mejor oferta televisiva, los altos costos, el paulatino eclipse del un barrio que se fue apagando, todo esto le fueron restando concurrencia y futuro. Y no hubo sheriff ni estrella ni ejército salvador que pudiera ayudarlo.

Estas salas de programación tan rígida, tienen poco futuro. Es como que la clientela se resiste a pagar para poder ver lo que la realidad le da gratis. Cuando este público se dio cuenta que había más suspenso y peligro en las veredas que en la pantalla, entonces prefirió quedarse en casa viendo los noticieros. Y lo mismo pasó con el erotismo. Las vampiresas del Roca fueron resignando protagonismo. Muestran menos que las tapas de cualquier kiosco. Y las vedetes de TV, internet y el video condicionado acabaron dejándolo como pintoresco testigo de una época sin cine digital ni siliconas. Aquello de "Prohibido para menores de 18 años", pasó al olvido. Ya no hay nada prohibido. Los mafiosos que desde la pantalla metían miedo, pueden ser aprendices al lado de lo que se ve a ras del suelo. Cuando el sexo y la violencia, sus viejos tributos, dejaron de ser zonas reservadas, el Roca de a poco fue preparando su despedida. Y así estuvo hasta el final: sin cambiar las butacas ni la programación, vomitando imágenes audaces desde un proyector a carbones que llenó de ratones y entretenimiento a los solitarios del camino.

Fue, hasta el cierre, el cine platense donde más se bañó Isabel Sarli. Y el que desde sus vidrios llamó a curiosos y paseanderos con su oferta perfecta de goce y peligro. En sus muros derruidos quedaron besos, cabalgatas y aventuras de todos los colores. Su largo pasillo fue un verdadero refugio para los rateros. Entonces, gracias a la benevolencia del boletero que no pedía documentos, se podía hacer doblete: zafar de la clase de matemáticas y asomarse a ese mundo de fantasía que llenaba de temblores nuevos la hora de la siesta.

En los últimos años, el local se sumó a la fiebre vendedora de una zona de compradores al paso y ofertas llamativas. Ahora, el certificado de defunción confirma la extinción de una casona que se había muerto mucho antes. El viejo proyector que resistió hasta hoy, debe guardar en su apagada pupila los restos de mil duelos del oeste y de mil apretones de amor. Cuando sus paredes caigan del todo, habrá un vacío más en ese barrio que de poco se va quedando sin calma, sin trenes y sin recuerdos.

Una reliquia del viejo cine


Entre los escombros de la obra de calle 1 se podía ver este fin de semana el viejo proyector del cine Roca. Se trata de un Carl Zeiss de 35 milímetros, fabricado por esa firma alemana en los años 40. Un aparato similar, que durante décadas funcionó en el Cine Select, se exhibe actualmente en el primer piso del Pasaje Dardo Rocha.

Fuente: http://www.eldia.com.ar/edis/20110508/entre-escombros-fantasmas-del-roca-no-quieren-partir-laciudad21.htm

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