jueves, 24 de julio de 2008

Dos óperas veristas, en La Plata

Cavalleria rusticana e I Pagliacci, con dirección de Perusso y régie de Landin

Jueves 24 de julio de 2008 | Publicado en edición impresa LA NACION

Darío Volonté interpretó a Canio, un papel que parecería haber sido hecho a su medida Foto: Teatro Argentino

Presentación de las óperas Cavalleria rusticana, de Mascagni, con libreto de Giovanni Targioni-Tozetti y Guido Menasci, sobre la pieza homónima de Giovanni Verga, e I Pagliacci, con libreto y música de Ruggero Leoncavallo, a cargo de los coros Estable (dirección: Sergio Giai) y de Niños (dirección: Mónica Dagorret), con la Orquesta Estable del Argentino de La Plata (dirección general: Mario Perusso). Dirección escénica, Willy Landin; escenografía de la primera, Juan Carlos Greco, y de la segunda, Greco y Landin; iluminación, Juan Carlos Greco; vestuario, Nidia Ponce. Cantantes (1ra. ópera): María Luján Mirabelli, Gustavo López Manzitti, Federico Sanguinetti, Mónica Sardi y Alicia Alduncín. Cantantes (2da. ópera): Darío Volonté, Patricia González, Luis Gaeta, Leonardo Estévez, Marcelo Puente, Mirko Thomas y Oreste Chlopecki. Teatro Argentino de La Plata. Nueva función: domingo, a las 17.
Nuestra opinión: Muy bueno

Pocas óperas de la lírica verista han causado tan profundo impacto en el público de todos los tiempos como Cavalleria rusticana e I Pagliacci , fuertemente arraigadas en códigos atávicos cuyos reflejos realistas en la vida popular tan bien captaron en el escenario y en el lenguaje musical Mascagni y Leoncavallo. Su reedición conjunta a través de nuevas producciones escénicas en el Teatro Argentino asume sólo en el primer caso los supuestos estéticos del naturalismo literario que inspiró a Giovanni Verga. Con un marco escénico que se adecua a ese realismo, beneficiándose de los contrastes dramáticos fuertes, y que encierra tanto el recogimiento religioso de la Pascua como la confrontación emocional de sus protagonistas, Juan Carlos Greco creó las condiciones adecuadas para que la régie crease un movimiento escénico de progresivo dramatismo, marchando con buen ritmo hacia el drástico desenlace. Las voces de López Manzitti (Turiddu), vibrante en los momentos culminantes (aunque con ciertos excesos) y con buena actuación, y la excelente voz del barítono Federico Sanguinetti (Alfio), o la impetuosa fuerza dramática de María Luján Mirabelli (Santuzza) configuraron bien los polos de la acción en la que Mónica Sardi (Lola), aun con su intenso vibrato en el agudo, cumple bien su papel, lo mismo que Alicia Alduncín (Lucía).

Especial desempeño tuvo la Orquesta Estable en ambas óperas (sobre todo en el Intermezzo de la primera), con la muy experimentada conducción de Perusso, aun cuando el retorno sonoro alteró ocasionalmente el desempeño del excelente Coro Estable o de algunos cantantes. Hubo muy buenos solos instrumentales.

Una puesta novedosa presidió la versión de I Pagliacci , más tendiente a la coincidencia conceptual que real respecto del libreto de Leoncavallo, apoyándose en el empleo de medios audiovisuales que privilegiaron el espectáculo circense con ribetes mediáticos. Darío Volonté (Canio) protagonizó un papel que parecería haber sido hecho a su medida, y lo hizo con buena voz; Luis Gaeta recreó muy bien actoral y vocalmente su Tonio, en tanto que Patricia González (Nedda) exhibió buenas condiciones vocales y actorales, al igual que el excelente Leonardo Estévez, de gran emisión vocal y afinación. El resto del elenco cumplió con corrección.

Por Héctor Coda

Fuente: http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1032925

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