viernes, 16 de mayo de 2014

Ojo que llega Casero

CULTURA / Antes de presentarse esta noche en el Coliseo Podestá con su unipersonal, el multifacético actor, humorista y compositor dialogó con Diagonales.

14.05.2014 | 11:37

Por Marcelo Alonso

"Yo!, esencialmente yo", dice Alfredo Casero cuando en la entrevista le pregunto qué cambió de aquella época de Cha Cha Cha a este presente que lo tiene metido de lleno en el teatro.

Con su inconfundible sello, Casero llega este viernes a las 21 al Coliseo Podestá (calle 10 entre 46 y 47) para presentar "Ojo que llega Casero", un unipersonal que combina música y monólogos. Antes de la presentación, dialogó con Diagonales.

- Alfredo, vas a estar nuevamente en el Coliseo Podestá, esta vez con un nuevo unipersonal…

- Sí, y te digo que es uno de los pocos teatros que al que si no voy me siento mal. Porque hay teatros en los que es un lujo estar, es como andar en un auto antiguo que anda bien. Hay muchos en las provincias, que los hizo algún tano, de esos que sabían cómo hacerlos y que también sabían de instrumentos. El Podestá se hizo con la idea de circo, es un teatro que suena bien, como de circo criollo. La historia de los artistas tiene mucho que ver con esos lugares donde muestran lo suyo. Estas son cosas que me puse a pensar cuando volvía de Salta una vez. Alfredo Alcón decía que era una experiencia increíble presentarse en ese tipo de teatros.

- En la difusión del show que presentás se dice que es al mejor estilo Cha Cha Cha ¿Qué tiene de aquella época y qué de nuevo?

- "Yo!, esencialmente yo -dice Alfredo con énfasis- . En la búsqueda en el hemisferio derecho, que puede parecer una locura, pero que es un sueño. Y que te conecta con la parte volada de tu vida, que te lleva a pensar en que no te vendría mal hacerte un enema- suelta la risa-. Con Cha Cha Cha a veces las cosas que me hacían reír eran las que pensaba que no. Hay gente que le encuentra sentido a todo lo que digo, y el hemisferio derecho no le busca un porqué. Y ahí aparece el hemisferio izquierdo, que busca un por qué dije eso. Y en ese sentido Cha Cha Cha fue tremendamente racional y tremendamente irracional a la vez y en realidad, con el tiempo fue un éxito, al principio no. Mantener el grupo era importante. Mirar ahora Cha cha cha me tranquiliza. No sé donde están los originales de los programas, pero la gente los sigue subiendo a Internet. Si yo tuviera que marcar un hito en la cultura del país del año 2000 fue Cha cha cha, que marcó a cierta y determinada gente.

- Actualmente estás abocado al teatro. ¿Tenés algún proyecto en mente para televisión dando vueltas?

- En el teatro puedo manejarme con absoluta libertad. Siempre desde el escenario les he hablado en primera persona, porque yo ahí no estoy contando un chiste, es el único ámbito de libertad que tengo. En la televisión hay todo un seguimiento en el que yo estoy afuera. Y bueno, hay que dejar que la gente consuma la tele que quiere. Hay programas, noticieros, que te hacen todo un programa mostrando bloopers. La televisión se da cuenta que está pudriendo al tipo que mira y lo único que hace es un angustiante revuelto gramajo con piedras, que masticás para que al final se te rompa una muela. Me hubiera gustado que alguien hubiera hecho algo diferente. Esto es un experimento, para mí, para vos, para todos. El dueño de mi ahora soy yo, aunque hay una señora en Bosques que no lo va a entender. Después de los 40 empezás a trabajar por tu honor y te das cuenta que la vida, la juventud, es finita. Y ahí te planteas si vas a cagar o no a tu juventud.. y te das cuenta que los próximos años son interesantísimos.

- En tus presentaciones se nota la naturalidad arriba del escenario. En ese sentido ¿Cuanto tienen de improvisación y cuánto de preelaborado tus monólogos?

- Estoy improvisando ahora, porque cuando algo no es natural es un quilombo. Yo disfruto locamente del oscuro abismo que va llenando de colores lindos el espectáculo, porque así la gente está ávida y está feliz y muchas veces yo soy el más feliz. A mí la gente me quiere o no me quiere, pero de a poco me va queriendo. Soy un agradecido del público y mi único patrón, el único que me paga realmente es el que va al teatro. Ellos son quienes me dan una felicidad bárbara.

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