lunes, 31 de diciembre de 2012

Teatro: Positivo y en trayectoria ascendente


31.12.2012 | BALANCE 2012: TEATRO

Una vez más, la actividad se mostró intensa e incesante, con estrenos, clásicos, musicales, nuevas versiones y reposiciones, en lugares grandes, en lugares chicos, en la calle, en plazas o donde sea. También hubo premios y tristezas por la partida de verdaderos grandes.

Por: 
Mercedes Méndez y Nicolás Peralta


Fue un año donde el teatro continuó por la senda que en los últimos años marcó su lozanía. Y la curva continúa en trayectoria ascendente. El balance continúa siendo positivo. A pesar de que las grandes producciones son asunto de pocos (no en cuanto a la llegada al público, porque el circuito comercial funciona a pesar de tener precios altos, sino en cuanto que los nombres de los productores importantes se cuentan con dedos de la mano y se repiten a lo largo del año), esto no puede detener el impetú y las ganas de que afloren obras, salas y actores con ganas de expresarse por medio del arte dramático.

Obras de teatro que se estrenaron, incontables. Nuevas versiones,  reposiciones, en lugares grandes, en lugares chicos, en la calle, en plazas o donde sea. El teatro es algo que aflora. Importantes para destacar: Las multitudes (un trabajo escénico único y cautivante de Federico León, una experiencia teatral sin precedentes de poner 120 actores en escena, muchas veces superando desde el escenario la cantidad de público presente), Qué me has hecho vida mía (por la vuelta de la actriz María Merlino y su estética de mujeres anacrónicas), Locos re-cuerdos (los actores que siempre trabajaron con Hugo Midón lo homenajean), Las criadas (una obra de peso de Jean Genet, dirigida por el talento de Ciro Zorzoli, con la actuación magistral de Paola Barrientos y el regreso al teatro y a la Argentina de Marilú Marini), La última sesión de Freud (un duelo de actores, muy logrado por las actuaciones y la dirección de actores de Veronese como Jorge Suárez y Luis Machín), y El especulador (el regreso a la dirección de Francisco Javier, un grande, con texto de un gigante: Honoré de Balzac).

Destacables por su manera de mostrar oficio en una obra con un solo personaje en escena se pueden subrayar las participaciones de Carlos Portaluppi en La historia del señor Sommer y la de Patricio Contreras en Cenizas, obra que se destacó por una escenografía excelsa para ambientar un funeral, sitio donde se desarrolla el monólogo.

Pero también fue tiempo de clásicos: se volvió a ver Yerma (el estreno más importante del Cervantes, de García Lorca), Las brujas de Salem (que los entendidos clasificaron como pésima, un insulto para Miller), ¡Jettatore!, Macbeth y tantos otros. Fue tiempo de regresos: Julio Chávez volvió al teatro con La cabra. Nacha a la revista porteña, y Marilú Marini a la Argentina desde su amada París. El teatro ganó.

Tuvimos la visita de Tim Robbins, que presentó una muy buena versión en el San Martín de 1984. Se hizo la tercera edición de Panorama Sur, con artistas del under internacional, y que ubica a la Argentina como una sede en Latinoamérica para el crecimiento del teatro independiente.

Jóvenes directores y dramaturgos apostaron por la historia argentina con obras de Rodolfo Walsh, Evita y Malvinas, a treinta años del conflicto bélico. Y entre los cambios más importantes del teatro argentino en la postdictadura –el período que se abre desde 1983 hasta el presente–, sobresale el aumento de los centros de documentación que atesoran una memoria de la actividad teatral en diferentes puntos del país. Diversos grupos independientes, salas teatrales, universidades e institucionales oficiales y privadas, propician la conservación de documentos que permiten reconstruir la historia del teatro nacional: textos, videos y fotografías de espectáculos, libros y revistas, programas de mano, cuadernos de bitácora de puesta en escena, vestuario, objetos, grabaciones de entrevistas y demás. Este año se inauguró una red de centros de documentación en artes escénicas, que nuclea esta búsqueda. Importantísimo: volvió a abrir el teatro El Picadero, símbolo de la censura a los artistas durante la dictadura. Un signo de los tiempos que vivimos.

Como cada año, la Asociación de Críticos del Espectáculo otorgó sus galardones a lo mejor de la cartelera teatral 2012. En la ceremonia que se realizó en El Nacional, Filosofía de vida se llevó el máximo galardón. También ganó Jorge Suárez por su papel en La última sesión de Freud y Viviana Saccone por su rol en La cabra. Malena Solda (Blackbird) y Fernando Sanmartín (Por amor a Sandro) se llevaron el suyo. Lluvia constante se llevó el ACE a la mejor escenografía y Javier Faroni se llevó un premio por la producción de Casi normales.

Olvidaron quizás esa noche destacar a Agustín Alezzo, que a los 77 años sigue siendo una de las figuras más incansables y prestigiosas del panorama local. Y olvidaron que en 2012 se estrenaron Master class en el Maipo con Norma Aleandro, Viejos tiempos en El Camarín de las Musas, El círculo en su sala El Duende y ¡Jettatore!, gran obra. Pero los premios son así, caprichosos. 

Fue otro año de gran despliegue de musicales. Se estrenaron Mamma mia, Casi normales, Excalibur, El cabaret de los hombres perdidos, Forever young y algunos otros sin mucha repercusión. Quizás sirvieron para atenuar el dolor por la partida física de grandes como Onofre Lovero, Juan Carlos Gene y Lydia Lamaison, toda una institución. Pero  el show debe continuar, y la curva teatral continúa en trayectoria ascendente.   «

Rosa brillando & El hombre rebobinado

Estas dos obras fueron las dos joyas 2012 del teatro alternativo que macieron en pequeños espacios barriales. Una ceremonia teatral inspirada en el voluptuoso y transgresor universo poético de la búsqueda de sus autores en cada puesta.

volvió Nacha y cantó en el astros

Una de las divas nacionales volvió este año al teatro de revista desde el escenario del Teatro Astros. Siempre con sus canciones "Mi ciudad" y "Te quiero en palabras" con letra de Mario Benedetti, mientras la emoción ganó terreno cuando cantó "No llores por mí Argentina". Sin que le lleguen las balas de los críticos.

Brujas de Salem & Macbeth

Dos obras clásicas. Un par de grandes autores: Arthur Miller y William Shakespeare. Gran elenco ambos: Rita Cortese, Roberto Carnaghi, Juan Gil Navarro en uno, en el otro Luciano Caseres y Mónica Antonopulos (foto). Prometían y no cubrieron las expectativas.

Adiós a Lydia Lamaison

En la tarde del 20 de febrero se fue esta primerísima actriz argentina. Nacida en Mendoza, fue estrella teatral (comenzó su carrera en la compañía de Blanca Podestá), cinematográfica y televisiva. Trabajó y actuó hasta los 95 años, dos antes de su muerte.

Tim Robbins

El actor y director estadounidense vino para presentar 1984, de Orwell, en el Teatro San Martín, y fue una de las visitas ilustres para los escenarios porteños. Crítico con el Hollywood de hoy, dejó una soberbia actuación y también la promesa de volver.

LAS OBRAS DE 

Javier Daulte

Fue el director del año. Ganó el ACE como el mejor conductor de actores y también fue el que más obras tuvo en cartel: Lluvia constante (foto, con Joaquín Furriel y Rodrigo de la Serna), Filosofía de vida, 4D óptico, Qué será de ti, El hijo de puta del sombrero, y Mineros. A todas luces, una máquina de teatro.

Las Criadas/Estado de ira

El director Ciro Zorzoli tuvo un año prolífico: la reposición de su multipremiada Estado de ira, y juntó a Paola Barrientos, Marilú Marini (que volvió al teatro porteño) y Vicky Almeida en Las criadas (foto), de Jean Genet. Talento puro.

María Merlino

Es la actriz de la que todos hablan en el teatro independiente. Cumplió cinco temporadas con Nada del amor me produce envidia, y este año tambien encarnó a Fanny Navarro en Qué me has hecho, vida mía. Puro talento.

Carlos Portaluppi

El orondo y muy talentoso actor enfrentó el desafío que le faltaba: hacer un unipersonal. Fue de la mano de su compañero y amigo Guillermo Ghio, en la dirección de La historia del Señor Sommer. Una magistral clase de teatro, donde demostró por qué su hábitat natural es el escenario. Un grande.

Volvió a subir el telón

El teatro Picadero, uno de los mayores símbolos de la resistencia cultural y política, retomó una historia que un incendio había truncado. La sala del pasaje Santos Discépolo 1857 volvió a llenarse como hacía más de tres décadas no sucedía.

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