CULTURA / El artista platense Sebastián Escofet atraviesa un intenso presente que lo llevó a realizar la música de la premiada El último Elvis, de Armando Bo, y de Mala, la película de Adrián Caetano cuyo estreno está previsto para inicios de 2013.
26.12.2012 | 13.35
Dueño de una sólida carrera musical –grabó 18 discos con canciones propias y participó en trabajos de Estelares, Jorge Drexler, Fabiana Cantilo y María Gabriela Epumer–, Escofet fue sumergiéndose en el cine empujado por su interés en vincular la música con la imagen.
Nacido en 1968, se crió en una familia de músicos y si bien es multiinstrumentista, reconoce a la guitarra como su instrumento.
En los ‘80, el amor hacia el cine lo llevó a estudiar en la escuela de Avellaneda, experiencia que lo formó para encarar un camino profesional específico: poner su sensibilidad y oficio al servicio del séptimo arte.
"Mi amor por el cine hizo que tenga una narrativa distinta, ya sea en canciones o en un trabajo instrumental. Conozco mucha gente relacionada con la imagen y mi música empezó a gustarle a un montón de artistas que estaban metidos en el mundo del cine y que me fueron abriendo puertas", expresa.
En cuanto a cómo se trabaja en la intimidad de un proyecto cinematográfico, cuenta que "como músico tenés que captar la sensibilidad que la película está necesitando, uno tiene que buscar estructuras que tengan sincronicidad con la imagen y es necesario tener cintura para poder moverte de un área a otra".
En los últimos años se encargó de hacer las músicas de Revolución, el cruce de los andes, de Leandro Ipiña, y El último verano de la boyita, de Julia Solomonoff.
Tras terminar con Mala, actualmente está trabajando en la nueva película de Pablo Fendrik para ahondar una experiencia que no resulta sencilla porque, fundamenta, “en la Argentina hay una gran falencia y es que los directores no están formados musicalmente", aunque –reconoce– “hay algunas excepciones, como Leonardo Favio y Julia Solomonoff”.
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