martes, 15 de mayo de 2012

¿Qué pasó anoche?

Espectáculos / Con Diego Peretti y Julieta Cardinali, la primera emisión de En terapia deja mucha tela para cortar sobre las posibilidades del relato cuando los personajes son quienes tienen la palabra.

15.05.2012 | 11.23

Por Daniela Camezzana

Marina (Julieta Cardinali), los lunes a terapia

Luego de una presentación concisa y sin demasiados preámbulos, entramos en el consultorio del analista Guillermo Montes aunque todavía no podamos saberlo porque en el plano no hay espacio para otra cosa que no sea el rostro de Marina que por primera vez se deja ver completamente bañada en llanto. O sea, por un lado es nuestro primer contacto con el personaje que interpreta Julieta Cardinali, que cada lunes tendrá sesión por la Tevé Pública a las 22.30, pero también es la primera durante el tratamiento que se muestra con tal grado de entrega. Sin dudas un momento clave de la terapia de la que en el acto el espectador se vuelve parte.

Esa es la gran virtud del guión, adaptado para la versión local por Esther Feldman y Alejandro Maci, el espectador no sólo no es omnisciente sino que ni siquiera puede equiparar su conocimiento a ninguno de los dos personajes. Sin embargo a medida que avanzan los 28 minutos que dura el capítulo se sostiene la sensación de ser testigos de algo único e irrepetible que está por suceder pero que apenas podemos intuir de qué se trata atando cabos sobre los que la terapia avanza.

A diferencia de las ficciones a las que estamos acostumbrados, la palabra no es un elemento que describa los hechos, En Terapia es el relato lo que vale por sí mismo mucho más allá que si da cuenta de lo que en verdad sucedió. Como dice Marina cuando finalmente Montes interviene para indagar qué sucedió la noche anterior, “¿Querés la versión larga o la conclusión? Porque la conclusión es muy simple.” Pero no viene al caso.

Así desgranando el relato de la paciente podemos saber que es doctora y trabaja en un hospital, está en una relación con un tal Andrés (vaya nombre eligieron para el prometido de la Cardinali), que hace un año que va a terapia y terminó en un baño de un bar teniendo sexo con un extraño. Aunque en verdad nada de todo eso importa porque la conclusión a la que arriban después de los 28 minutos sin corte es otro incluso de la que el analista se esperaba. En ese sentido el guión es extremadamente sólido lo que permite ir desplegando un mismo suceso como el tan mentado ultimátum de Andrés no en base a ocultamientos u omisiones de información por parte del libretista sino pidiendo más y más detalles al personaje hasta que en algún momento titubea. Y algunos silencios son demasiados dicentes.

Como describe su propio tratamiento Marina en un momento “ya lo sabemos acá se dicen muchas palabras” y es completamente cierto En terapia no hay grandes acciones o desplazamientos. Incluso en este primer capítulo los planos son tan cerrados que cada mínimo movimiento de manos o cambio de la expresión del rostro se vuelve sustancial para la trama. Porque en definitiva Marina está continuamente buscando el reconocimiento casi a cualquier precio (como cuando describe como masturbó un hombre en un bar y le pregunta ¿te da asco que te cuente éstas cosas?) Pero aún cuando la atención está completamente concentrada en ella no le basta.

Si bien la actuación de Julieta Cardinali alcanza momentos dramáticos bien logrados, se instala en ese tono convirtiendo a su personaje en una mera víctima. Marina se hunde en un mar de lágrimas sin poder explotar cierto costado cínico que su par Laura despunta con mucho estilo en la versión norteamericana. Lo que además de volver el personaje más querible y encantador lo convierte en una verdadera bomba de tiempo capaz de poner en un brete al propio analista. Algo de eso aparece en el momento en que ella le cuenta a Guillermo que se lo imagina tomando un whisky y seduciéndola pero aparece como un chispazo más que como una amenaza a la transferencia que han sabido conseguir.

Por su parte, Peretti en la composición de su personaje explora un registro poco convencional en las tiras argentinas basado en elementos mínimos y más efectivo en los silencios que en las intervenciones conservando cierto grado de distancia propia del analista. Aunque la conclusión de Marina sea que está perdidamente enamorada de él desde que comenzó la terapia y salgan a flote algunas cuestiones no resueltas en la terapia. Pero se acaba el tiempo y queda para la próxima.

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