Alfredo Kraus (Hoffmann) y Paula Almerares (Antonia) en Los cuentos de Hoffmann, Teatro Colón, 1993
Y cantaste con Alfredo Kraus, ¿cómo era él?
Una paz. Uno crece con esos artistas, por la humildad y por esa energía muy especial que tienen en el escenario. Era humilde como músico, como persona y como cantante, que él me hizo sentir a la par. ¡Mirá lo que estoy diciendo! En ningún momento dijo: “Yo con esta chiquita no canto porque recién empieza”. Supongo que debe haber visto mi seriedad y mi deseo de hacer lo mejor posible. Al finalizar el tercer acto, el público se cayó de aplausos, abren el telón, nos hacen señas desde adentro, “salgan a saludar”, y el único que me dejó sola, porque él amago con salir y me dejó sola fue Alfredo Kraus. Y yo me llené de lágrimas. Era Alfredo Kraus y él podía recibir todas esas loas de aplausos y no. Eso me mató. Todavía me emociona... Fue muy mágico. Porque generalmente puede haber celos profesionales y esas cosas, pero además yo recibí de él el mejor de los apoyos y sus consejos.
Luego en 1994 cantaste con Plácido Domingo en la reapertura del Teatro Avenida…
Sí, primero en Montevideo y luego en el Teatro Avenida. Él es otra especie de “monstruo”, totalmente diferente… Carismático. Pero a la hora de estar arriba del escenario, tiene una energía aplastante. Es esa energía del canto con un sentimiento más profundo que te hace sacar la música. Empezás a temblar de la energía y decís: “Ahora sí”.
Eso se transmite en escena…
Sí. Es un dar y recibir en el momento de cantar. Es como que se crea una cámara de cristal donde hay un diálogo de lo más profundo que se llega al público. Eso se da con los grandes y con la humildad de los grandes. No con los grandes solamente. La “humildad de los grandes” es totalmente diferente a los “grandes”, porque la música es lo más transparente: uno sabe cómo es la persona cuando hace música, en este caso, cuando canta. Uno se da cuenta de la personalidad. Yo tuve la suerte de estar junto a estos dos grandes y estoy muy agradecida. No me queda ningún grande en el tintero. Pavarotti ya no puede ser, que le vamos a hacer… Estoy más que agradecida. Sigo teniendo contacto con Plácido, aunque ahora se dedica a la dirección de teatros. Supo de mí cuando fuimos a México [con Turandot del Teatro Colón]. Siempre hay buena relación, sabe de mi carrera, me apoya y es muy correcto.
Luis Lima (Rodolfo), Mirella Freni (Mimí) y Paula Almerares (Musetta)
en el último acto de La bohème, Teatro Colón, 1999
Hablando de “grandes” también participaste como Musetta en La bohème con Mirella Freni en 1999. ¿Cómo fue trabajar con ella en los ensayos y en las funciones?
A mi me parece que es un “monstruo”. Si uno no sabe dónde poner la voz esos días por la mañana y que no se sabe dónde está, te ponés un CD de ella y ya encontraste todo. No necesitás ni vocalizar con Mirella. Es una gran profesional, una gran maestra. Conmigo fue una gran persona. Compartimos camarines y nos pasábamos las estampitas para bendecirnos mutuamente. Para mí fue muy impactante cantar el último acto junto a ella, porque era la única parte en que yo podía compartir, en el momento de la muerte, agarrarle las manos, verla de cerca en su interpretación y cómo hacía las cosas. En ese momento uno aprovecha y vale más que diez años de clases. Captás todo. También hacer el aria de Musetta [del segundo acto] con ella atrás… Ella me dijo: “La verdad qué bien! Yo esta aria no la haría nunca!” (risas) Porque es difícil: es un aria que parece simple pero Musetta entra con eso. Entre camarines, ella tenía su kimono y yo el mío, así que yo le decía: “Usted lleva el kimono e hizo Madama Buttefly, pero yo paso” (risas) Una linda experiencia, que no es común y no es con todos igual. Depende… Yo soy una persona muy respetuosa: respeto mucho la trayectoria de las personas que han estado tantos años en el escenario y eso a ella yo se lo expresé.
3. A la búsqueda de los personajes
Con ese mismo personaje de La bohème, Paula Almerares había debutado a sus 19 años en el Teatro Argentino. “Ese fue mi primer rol de ópera”, recuerda. “Antes había debutado ese año en un concierto por el aniversario de la ciudad de La Plata: con Rubén [Martínez, su esposo] hicimos fragmentos de Romeo y Julieta, dirigidos por el Mtro. Mario Perusso. Él me descubrió, yo había hecho una audición a los 18 años, le gustó y ahí empezó todo. Después de La bohème, fue Micaela [de Carmen]. Yo estaba en pleno desarrollo técnico vocal y después me fui perfeccionando y abocando a otro tipo de roles”.
¿Hiciste alguna vez Mimí?
No, nunca. Porque soy lírica-coloratura y quiero conservar todo ese registro. Creo que va a haber tiempo para Mimí. Por ejemplo, este año voy a Bolonia a hacer La gazza ladra de Rossini, que es mi debut en ese papel y en ese teatro. [N. del E. Este debut lo realizó en marzo pasado]
¿Qué roles nuevos te gustaría encarar? ¿Thais de Massenet?
¿Cómo sabías? (risas) Pero la verdad que me gustaría volver a hacer Manon en una muy buena producción y me gustaría hacer Louise de Charpentier.
¿Suor Angelica no?
No. ¿Sabés por qué no? Porque quiero conservar mi cuerda. Cuando uno se tira a otras cosas que no son imposibles de hacer está bueno porque es un paso adelante, pero técnicamente y vocalmente pueden llegar a ser un paso atrás. Las cuerdas vocales son como un músculo. Creo que necesito un poco más de tiempo. Antes de Suor Angelica, haría La Rondine. Me gustaría cantar Margarita de Fausto.
Paula Almerares en un ensayo de Lucia di Lammermoor, La Plata, 2009
Después de hacer “Regnava nel silenzio” en esa audición de 1993, finalmente llegás a interpretar todo el protagónico de Lucia di Lammermoor…
Esa aria me trajo suerte en aquella audición, así que estoy muy contenta de hacerlo completo. Toda el “aria de la locura” me fascina artísticamente… No quiero abordar sólo lo vocal sino elaborar la parte psicológica. Después también tener realmente un diálogo con la flauta y encontrar otra característica. Creo que eso siempre me gustó, no sólo la parte del canto sino la parte actoral. De esa manera sacarle lo máximo a Lucia, no solamente como una persona que entra en locura y mata a alguien… Quiero que no sea el bel canto solamente, sino que haya una buena interpretación.
Luego, para el Teatro Colón, estás comprometida para Orfeo ed Euridice…
Esta vuelta he tenido el ofrecimiento de hacer el Amore porque trataron de hacer un elenco bien armado: el protagonista sería el contratenor Franco Fagioli, Virginia Tola como Euridice y yo el Amore. Yo hice siempre la Euridice con Bernardette Manca di Nisa: todas las producciones en Italia las hice con ella, que es una gran contralto. A mi me encanta hacer el Amore, es un papel que lo puedo hacer y además me permite compartir el mismo escenario con Virginia, cosa que nunca pasó.
4. Experiencias de vida / Forjar una carrera / Encontrar una misión
Tuviste bastante carrera en Italia, ya actuaste en La Fenice… ¿Qué recordás de esos años? Incluso fuiste a vivir allá…
Sí, sigo viviendo allá, tengo mi departamento en Verona. Voy y vengo. Lo que pasa es que decidí que cuando no trabajo me vengo. Si tengo diez días libres, vuelvo a la Argentina porque me rinde mucho más psíquicamente, estoy con mi familia. En Italia tengo los mismos contactos, aunque hubo muchos cambios en las direcciones artísticas y eso conlleva que haya momentos de stop. Los artistas pasamos por diferentes etapas, pero no sólo vocales sino de cambio. Hay momentos en los que uno elige estar todo el tiempo y uno necesita hacer un stop, para volver a reafirmarse, poner primera y volver otra vez. Eso a mi ya me pasó y ahora estoy en el transcurso de apuntar a otra cosa. No es otra Paula, sino que tengo otra seguridad: no tengo más 19 años. Ese período –y eso lo hablábamos con Mirella Freni– es importante para “retirarse”, recogerse, para después volver a reencontrarse y volver. Estar constantemente vigente es una voracidad que te lleva a un peligro. Es un arma de doble filo. A mi me encanta seguir con esta carrera y yo la amo, pero despacio porque no tengo apuros. Tengo posibilidades y las cosas van dando cada vez mejor y todo esto…
Además tenés posibilidad de revisitar los roles y volvés a encararlos con otra experiencia…
¡Exactamente! No es lo mismo debutarlo que volverlo a hacer. Por ejemplo, ahora, al debutar en un rol, por mi mentalidad actual, no es como si lo debutara, porque hubo un crecimiento artístico y personal que hace que yo me tome las cosas no como a los 20 años. Entonces eso hay que disfrutarlo. En esa época pasaron muchas cosas en muchos años y yo era muy chica. Estuve muy contenta, aunque también tuve bastantes sufrimientos porque a esa edad había cosas que no entendía. Cuando estaba en Italia, había una exigencia muy grande y no dejaba de ser un país donde yo no sabía cómo se manejaban las cosas. Si bien vengo de una familia de músicos y sé lo que es la exigencia –no la mala exigencia sino el orden de estudio; yo escuchaba a mi padre estudiar diez horas por día, mi madre bailar en la sala; conozco el sacrificio y tener una constancia metódica para “llegar a”– realmente tuve mis momentos duros en Italia. No es fácil trabajar con los italianos, pero cuando digo “sufrimiento” lo digo más a nivel personal, ya que estaba sola y si bien tenía la compañía de Rubén ni bien podía, era un trato al cual yo no estaba acostumbrada. Un trato como el que aparece en los libros de la Callas, donde se cuenta cómo se tiraban de los pelos y se empezaban a gritar. Todo eso emocionalmente me afectó. Hoy puedo decir que gracias a eso –qué cosa más paradójica– me sirvió para tener fuerzas personales y una cierta inmunidad… ¡Soy inmune! (risas) Creo que también formó parte de mi etapa de crecimiento, para que hoy profesionalmente pueda sentirme en mi mejor momento personal.
Está bueno que te des cuenta y lo puedas disfrutar…
Esa es la palabra. Una cosa es hacer y otra cosa es disfrutar. Hay un abismo. Ya hace tres años que estoy disfrutando y eso me gusta que lo sepan. Porque hay muchos artistas que dicen que fue todo bárbaro, pero en realidad no todo fue fantástico para mí, hubo grandes momentos de sufrimiento y ahora puedo decir que estoy muy feliz. Tengo muchas expectativas en el exterior. Siempre tuve una pierna acá y otra pierna allá. Nunca corté acá… Hay artistas que se van por muchos motivos, quizá porque no te pagan lo mismo, porque hay problemas en el país, pero yo no nací para eso. Yo nací para cantar y para cantar en cualquiera de los escenarios donde me llamen. Amo a mi público porque me recarga de energía. Estar en el Met, el Colón o el Teatro Argentino, para mí los escenarios se unifican, porque mi misión es cantar.
Entrevista de Luciano Marra de la Fuente
editor@tiempodemusica.com.ar
Enero-Agosto 2009
Para agendar
Paula Almerares protagonizará Lucia di Lammermoor en el Teatro Argentino de La Plata el viernes 14 a las 20.30 y los domingos 16 y 23 de agosto a las 17.00. Junto a ella actuarán los tenores Juan Carlos Valls (14 y 16 de agosto) y Leonardo Pastore (23 de agosto) como Edgardo, el barítono Fabián Veloz como Enrico Ashton y Christian Pelegrino como Raimondo, entre otros. La dirección musical será de Carlos Vieu y la puesta en escena de Claudia Billourou, con escenografía e iluminación de Juan Carlos Grecco y vestuario de Nidia Ponce. Participan la Orquesta y Coro Estables del Teatro Argentino.
Más info: www.teatroargentino.ic.gba.gov.ar
Fuente: http://www.tiempodemusica.com.ar/noticia/noticia.ver.php?idpost=492&idpagina=50