viernes, 28 de agosto de 2009

“Siempre expreso algo de mí en mis obras”

Febe Cháves, actriz, directora y docente de reconocida trayectoria en La Plata, habla sobre su trabajo, su historia con el teatro y su visión como mujer sobre esta disciplina en la Ciudad.

Viernes 28 de agosto de 2009

“Todo el mundo puede hacer teatro, aunque no todos pueden ser actores. El teatro es "la conducta humana en las condiciones de la escena", pero no hay que olvidar que también es una construcción que es ficción”. Febe Cháves, actriz, dramaturga y escritora de reconocida trayectoria en la Ciudad, asegura que el teatro es un arte que se puede enseñar y que se puede aprender. “Nadie duda que para ser músico hay que aprender y conocer el instrumento, y pareciera que conocer nuestro instrumento "psicofísico" es sencillo, pero puede no resultar así”.

La artista, que es oriunda de Bahía Blanca pero platense por adopción, desde hace algunos años dejó de lado su trabajo como actriz para abocarse de lleno a la dirección y la docencia. Cuenta que es en este último ámbito donde se siente realmente plena y que es lo que más disfruta. “Me siento feliz, cómoda, me encanta ver a los alumnos crecer, me genera mucho placer. Escribir me pone ansiosa, no tengo paciencia, ni método. No soy constante en ello. Y dirigir es un caos, aunque es fascinante ver cómo lo que escribís toma forma a partir del maravilloso trabajo de los actores. Hace doce años que no actúo y no se si volvería a hacerlo, tendría que dejar de lado todo lo que sé para volverme espontánea”.

Más allá de las preferencias de Febe en sus actividades, a lo largo de los años ha demostrado que sabe desempeñarse muy bien cada una de ellas. Ha recibido numerosas menciones y premios con dos de sus obras más destacadas, “Ostinato” y “La Resilencia”. Incluso el pasado viernes la última fue premiada en el Festival de Chascomús en los rubros Mejor obra, Mejor Actor y Mejor Dirección. En 2003 recibió la mención “Mujer Destacada Platense” del año.

El proceso creativo

Cuando se trata de escribir, interpretar, e incluso enseñar, Febe asegura que no existen “preceptivas ni recetas”. “Hay varios momentos en esto de la creación. Una obra puede ser analizada y deconstruída "post factum", es decir, después de realizada. Cada espectáculo es diferente, aún desde la escritura. Hay textos que los escribí en una tarde, otros en dos meses y otros en un año. Todos son autorreferenciales. No creo que haya un solo escritor que no exprese algo de sí en sus textos, y aunque parezca el fin último, auto expresarse, y sea una verdad de perogrullo, me ocurre que cuando veo la obra en pié, a veces me desconozco. ¿Esto es mío?, me pregunto, y otras veces me reconozco hasta lo más profundo”, explica Febe.

Su primera obra fue “un canto a la amistad”, asegura y está inspirada en su amiga Julia, quien la ayudó en sus momentos más difíciles a criar a su hija. “Ostinato tiene que ver con la pareja y yo venía de una ruptura. Pero mientras la ensayaba comencé a sentir el poder de salvación del amor, así que transformé el final”. Otro trabajo importante de la artista es “El Claudicante”, un homenaje a los militantes de los setenta, aunque desde la derrota. “Era algo que tenía pendiente, que fue puesto en evidencia por mi compañero Gustavo, militante Montonero de entonces a quien admiro profundamente”. Y “La Resiliencia” tiene que ver con el sentido del término, que hace seis años atrás poca gente sabía que significaba. Es una obra aplastante desde el dolor y sin embargo apunta a la esperanza. Es casi mi obra más querida, aún seguimos con funciones”. Febe Sostiene que en todas sus obras sus actores son el eje en el que descansa.

La artista explica que no tiene referentes fijos en el ámbito teatral. “Creo que cada trabajo es singular y único y depende de tantas variables, que difícilmente pueda un trabajador del teatro mantener el mismo grado de eficacia en cada una de sus obras”, sostiene.

El teatro en la Ciudad

Febe cuenta que su trabajo como docente, escritora y directora, lo ha desarrollado mayormente en La Plata y, en menor medida, en Buenos Aires, y asegura que “hay buen y mal teatro. Hecho por gente con formación, y por diletantes. Los que se juntan para hacer una obrita " total actuar es fácil", no requiere aprender, y los que aclaran el marco desde donde es producido. Aquí proliferan poéticas diferentes, desde marcos distintos y variados objetivos”.

Sin embargo, destaca una función de esta disciplina que se da cuando trasciende lo estético y se trata del teatro en los barrios. “El teatro comunitario, que se utiliza como recurso para aprender otras cosas, me parece fantástico”.

Con respecto al papel de la mujer, Febe explica que no cree en la igualdad entre los sexos. “Somos diferentes hombres y mujeres. Ninguno es superior, diferentes. Creo que tenemos iguales derechos pero distintas funciones. Las mujeres somos inmensamente fuertes. El hombre completa, tiene otra fuerza, otro modo, y cuando el fenómeno de la complementariedad se da, el equipo que se arma es perfecto”.

A probar suerte


Febe llegó a La Plata en 1978, estudió en La Escuela de Teatro, y realizó cursos de actuación. Ya en su ciudad natal había comenzado con su carrera de actriz a la corta edad de 13 años. Luego continuó estudiando con Raúl Serrano durante muchos años, Rubén Schumacher, Emilio García Whebbi y Luis Cano.

Recuerda que a lo largo de su carrera lo más difícil fue hacerle frente al problema económico. “El haber elegido esta profesión, hizo que tuviera que tener muchos trabajos paralelos para bancarme los estudios y para dar clases de teatro. Esto hizo que no pudiera estar tanto como hubiera querido con mi hija Paula. Ahora profesionalmente he obtenido mis frutos y he podido reparar mis falencias como madre”, explica.

Aunque lo más difícil fue seguir adelante sin la aprobación de su padre. “Hace treinta y cinco años era más bochornoso ser actriz. Me pidió que si tenía éxito, medio en broma medio en serio, me cambiara el apellido porque no quería una hija en El Maipo. Pero en el ‘82, estaba haciendo una función de "Nuestro teatro de siempre", en el Coliseo Podestá y él se apareció desde Bahía Blanca con un ramo de flores para decirme que estaba orgulloso de mí. Al poco tiempo falleció. Creo que fue ese el momento, en el cual con su aceptación empecé a disfrutar de lleno de esta profesión”.

Fuente: http://www.eldia.com.ar/mujer/nota.aspx?id_imagen=88

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