MUNDOS PROPIOS · TEATRO COMUNITARIO
El amor por el barrio y el deseo de actuar confluyen en el teatro comunitario, un género teatral que emergió tras la crisis de 2001 y que ha prendido fuerte entre un grupo de vecinos de nuestra ciudad
Desde que vieron Fulgor Argentino, el mítico espectáculo del grupo Catalinas Sur, Alicia Erregue y Miguel Angel Yamul soñaban con replicar en su propio barrio una experiencia así. Y aunque nunca en su vida habían actuado, cada vez que pasaban por la vieja estación se decían a sí mismos que ése sería un escenario ideal. De ahí que al encontrar aquel volante que convocaba a los vecinos a formar un grupo de teatro en Meridiano Vº, no dudaron un segundo en anotarse: era exactamente lo que querían hacer.
La propuesta surgía de una joven directora vinculada a un grupo de personas del barrio que venían ocupando progresivamente la vieja estación para convertirla en un centro cultural. Con esas circunstancias de fondo, el nombre para su proyecto de teatro comunitario no podía ser más oportuno: “Los Okupas del Andén”.
“El grupo nació efectivamente en 2003 como una forma de apropiarse del espacio de la Estación -cuenta Belén Trionfetti, su actual directora- Porque si bien el edificio venía siendo recuperado por vecinos desde el año 94 y ya se dictaban algunos talleres en la planta baja, en aquel momento apareció una camada de jóvenes que querían darle un impulso mayor”.
Pero tanto como apropiarse del espacio físico, el proyecto de teatro comunitario pretendía hacerlo sobre todo con la memoria de la Estación Provincial: su apertura en el año 1912, la extensión de sus ramales, el florecimiento del barrio, el Plan Larkin, su cierre en los tiempos de la dictadura y el sueño de los vecinos de que el tren vuelva alguna vez a circular.
Eso es precisamente lo que cuenta “Historias Anchas de Trocha Angosta”, la primera creación de Los Okupas, que convirtió a algunos de los protagonistas de aquella parte de la historia en intérpretes de su reconstrucción teatral.
“Además de ser nuestro primer hijo y el más querido -cuenta Miguel Angel, hoy uno de los integrantes del grupo-, es una obra que nos ha permitido viajar. A lo largo de estos años la representamos en un montón de pueblos que también quedaron abandonados cuando dejó de pasar el tren”.
Compuesto por unos cincuenta vecinos del barrio, el grupo utiliza las vivencias de sus propios habitantes como el material para construir sus obras. La memoria colectiva es de hecho la esencia del teatro comunitario, un tipo de manifestación que cobró impulso tras la crisis de 2001 de la mano de la asambleas barriales que surgieron por entonces en distintas ciudades de nuestro país.
“Muchos de los integrantes originales eran personas que participaban de las asambleas y que encontraron en el teatro comunitario una nueva forma de militancia; una militancia no partidaria, pero militancia al fin”, cuenta Belén al explicar que ese rasgo del género permanece presente en el trabajo que realiza el grupo hoy.
“Después de las inundaciones del 2 de abril, muchos de nosotros estuvimos trabajando para llevar ayuda a los barrios más afectados -menciona la directora-, pero también para contar lo que pasó, porque había una necesidad muy grande de los vecinos de expresar todo su
dolor e indignación”.
“Les vamos incorporando a las obras cosas nuevas todo el tiempo cuando nos juntamos a ensayar -explica por su parte Alicia –. Además de armarlas e interpretarlas, nosotros mismos hacemos la escenografía, el vestuario y el maquillaje. Acá todo lo hacemos entre todos y a pulmón”.
Con esa filosofía, Los Okupas del Andén es un grupo en constante evolución, que además incorpora nuevos integrantes de manera regular: desde chicos que están en el jardín de infantes a personas que superan los 70 años de edad.
“No hace falta tener una formación actoral previa para acercarse, porque no somos actores ni pretendemos serlo. Somos más bien vecinos que disfrutamos actuando. Esa es precisamente una de las características del teatro comunitario: cualquiera que quiera puede participar”, explica Miguel Angel Yamul.
Y es que además, al ver un espectáculo de teatro comunitario cualquiera advierte que lo principal no es la actuación sino las historias que hay detrás; como si actuar no fuera más que otra forma de amor.
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