domingo, 15 de septiembre de 2013

El complejo universo de Puig

Domingo 15 de septiembre de 2013 | Publicado en edición impresa

Teatro

Por Jazmín Carbonell  | LA NACION

Vallina, Arrese Igor y Gaetani. Foto: Carlos Furman/CTBA

Triste golondrina macho / Dirección: Guillermo Arengo y Blas Arrese Igor. de: Manuel Puig / Intérpretes: Romina Gaetani, Mónica Raiola, Blas Arrese Igor, Julieta Vallina, Guillermo Arengo / Coordinación de producción: María La Greca / Asistencia de dirección: Tamara Gutiérrez / Asistente de video: Lucía Gazzaniga / Asistente de iluminación : Javier Casielles / Asistente artístico: Yoska Lázaro / Video: Santiago Brunati / Música: Diego Frenkel / Iluminación: Alejandro Le Rpux / Vestuario: Pablo Ramírez / Escenografía: Romeo Fasce y Luciana Quartaruolo / Sala: Teatro Regio,Córdoba 6056 / Funciones: Jueves a sábados, a las 20.30 y los domingos a las 19.30. Duración: 70 minutos. 
Nuestra opinión: buena

El teatro es puntual, siempre, pero mucho más cuando se trata del teatro oficial y la cita es en el Regio. Así que el telón se abre en punto. No, es cierto, el telón ya casi no figura en el teatro actual. Se prenden las luces y comienza la magia. Frente a la platea, una galería rosa, colonial, achica el inmenso escenario de este gran teatro. Una propuesta al menos llamativa que supone un intento de acercar al público, de hacer algo más intimista. Sin embargo, el profundo espacio escénico será usado en algún momento de la obra. Bien aprovechado.

Triste golondrina macho es una obra teatral inédita de 1988 del gran novelista, guionista y dramaturgo Manuel Puig. Tres hermanas una embarazada, una suicida, una atormentada encarnan los miedos, el parto, la maternidad, la locura, la soledad y la muerte. Tópicos que aparecen en estas mujeres que llevan adelante la acción. Son fuertes; incluso en la debilidad de la locura son capaces de ser. Los hombres, en cambio, se pondrán al servicio de ellas. Aun para hacerles daño.

Un texto por demás virtuoso, simbólico, casi un experimento como el mismo programa de mano anuncia funde la verdad con la imaginación, las enfrenta, las hace pelear, ¿cuál es la verdad? ¿Hay acaso una verdad? Un personaje arriesga tal vez una tímida pero contundente afirmación: el peligro puede estar solo en la imaginación, pero presentarse de forma absoluta, verdadera. Lo que no está, los que se han ido, pueden estar en nuestras mentes. La batalla está librada y probablemente no haya un solo ganador.

El vestuario realmente sobresale. Sencillo, pero de una potencia que asombra. Las tres mujeres portan el mismo vestido, largo, lánguido; los dos hombres llevan el mismo traje. Sin embargo, el color será de gran referencia. De esta manera, los vivos se presentan de negro, al tiempo que los muertos, de un gris ceniza, se hacen casi invisibles, se disuelven en el aire. La escenografía, escasa, permite más bien dejar que se desarrolle el bellísimo texto. La música, a cargo de Diego Frenkel, juega un papel importantísimo. Zumbidos, bocinas, interrupciones que dejan la escena congelada y la reviven cuando callan. De esta manera cumplen el rol de elipsis temporales, un recurso jugado que siempre cae en manos de las luces. Las actuaciones están bien, acarrean el duro desafío que propone este texto.

Una obra compleja, difícil tanto para los actores como para el público que nos mete en el universo de Puig. Un universo plagado de contradicciones. La platea aquí tiene un gran trabajo.

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