Revista ¿Qué hay en Danza? Año III número 31 La Plata, septiembre de 2012
PROPIETARIO Mercedes Tonelli
Lo que se vio en la ciudad
¿Quién hubiera imaginado una fusión de elementos de mitología griega con malambo? Cruce urbano, la compañía de artes escénicas que dirige Jorge Caballero, lo hizo. Se presentaron dos funciones a modo de preestreno en el Centro Cultural El Bombín y todo en el montaje fue original. Sólido. Elaborado. Soberbio.
Estaban presentes las máscaras, el coro, los personajes principales resaltados, la temática y algunas ropas, a la manera del antiguo teatro griego; y por otro lado los movimientos y la música eran autóctonas.
Con una dinámica que por momentos se volvía algo lenta, a lo largo de la obra las escenas recreaban los principales momentos del mito del Minotauro, en las que se alternaban declamación, canto, danza y expresión corporal.
Si bien todos los sentidos resultaban estimulados, sobresalía el impactante contenido visual en este trabajo. Es una obra llamativamente estética, en la que se combinan elementos masculinos, fuertes, enérgicos, poderosos, con la suavidad y la elegancia femenina; hay oposiciones de luces muy interesantes, sonido y silencio, color y sombra, movimiento y quietud.
El comienzo es potentísimo, muy impactante y se vuelve difícil de sostener igual tensión después.
Sorprende la versatilidad de los artistas, que mostraron un gran dominio de todas las disciplinas, sin que una sobresaliera sobre otra. Todos, y eso también es lo llamativo, se desenvolvían bien en el canto, en la danza, en la actuación, en el uso de la voz.
El coro tiene un trabajo muy interesante como conjunto, y a su vez en diálogo con los personajes principales. El guión de la obra responde en forma fiel a la historia cronológica del mito, y las caracterizaciones de Ariadna, Minos, Asterión y Pasifae son todas muy intensas, viscerales.
A pesar de la enorme violencia que engloba toda la tragedia, el egoísmo, la avidez de poder y las traiciones que subyacen en la historia, el clima es lento y silencioso; las variaciones van de la mano de la música.
Para lograr este efecto se requiere de la cooperación del público y es una lástima que muchos de los asistentes no hayan podido mantener la calma durante, tan sólo, una hora.
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