viernes, 29 de junio de 2012

Un canto a la libertad

ESPECTÁCULOS / Pepe Cibrián Campoy presenta su unipersonal Marica, este viernes a las 21 en el teatro Coliseo Podestá. Un homernaje a Federico Garcia Lorca y, a través de él, a todos los que fueron perseguidos por pensar distinto.

28.06.2012 | 17.50

Por Carolina Sirio.


Con su unipersonal Marica, Pepe Cibrián Campoy llega este viernes a las 21 al teatro Coliseo Podestá (10 entre 46 y 47), comenzando así su gira nacional con esta nueva creación que también lo tiene como intérprete.

Luego del intenso debate surgido en nuestra sociedad en el 2010, a partir de la sanción de la Ley de Matrimonio Igualitario en Argentina, se puso en escena Marica, una obra teatral que continúa la reflexión sobre la condición de la igualdad del hombre revalorizando a todo aquel que fue perseguido por pensar diferente.

En este unipersonal, Pepe Cibrián Campoy interpreta cinco personajes: Federico García Lorca, del asesino, de su padre, su madre y de Salvador Dalí. La obra es un homenaje a uno de los más grandes dramaturgos de la lengua española, Federico Garcia Lorca, y desde él, al hombre y sus convicciones. La obra habla de la condición de género de Federico García Lorca por la cual fue asesinado.

–¿Cuando surgió el debate sobre el matrimonio igualitario, ya tenía pensada esta obra?

–Ya hacía dos años que tenía la obra escrita. Pensé que era un homenaje no sólo a Federico García Lorca sino a mis padres por su exilio, a todos aquellos que por pensar distinto fueron sacrificados, entre otros nuestros 30 mil desaparecidos. Vengo de una familia que pensaba distinto, una familia de luchadores.

–¿Por qué García Lorca como personaje principal de la obra?

–Me atraía mucho el personaje de Federico. De muy chiquito había escuchado sobre él porque mis abuelos paternos eran muy amigos. Venía Rafael Alberti a casa y a hablar. También refugiados. Y yo escuchaba a todos estos personajes hablar, entre otros de Federico, del horror, de lo que habían vivido, también se reían, jugaban pocker, era muy mágico. Entonces tuve muchos deseos de escribir algo sobre él, volví a leer sus obras, empecé a estudiar su biografía por Ian Gibson y de pronto descubrí que todo lo que tenía que ver con lo cronológico a mí no me movilizaba. Entonces se me ocurrió la idea de pensar en mi fantasía cómo hubieran sido esas dos últimas horas entre Federico y su asesino.

Marica se basa en la supuesta relación de Federico García Lorca y su asesino en las horas previas a su muerte, creada por la imaginación de Pepe Cibrián Campoy. Pero la poética de esta obra trasciende para hablar del alma, la creatividad, el arte, la grandeza de todos aquellos que a través de sus obras, sus ideas y aun a costa de su propia vida modificaron la historia del hombre. Hace referencia a la “muerte” de todo aquel que a través de un pensamiento diferente fue castigado, relegado, "asesinado en vida".

–Esta obra va más allá del tema de la homosexualidad…

–En la obra, en el final de este vínculo tan particular que se genera entre el asesino y García Lorca, el asesino le permite decir unas palabras antes de morir pero lo apura porque tiene un almuerzo con gente muy decente y ahí viene esa famosa frase “habla marica, habla marica”, que a mí me ha causado mucho humor. Y ahí es donde Lorca hace ese alegato que yo leí en el Senado (cuando se debatía la Ley de matrimonio igualitario). La obra va mucho más allá de la sexualidad de Federico. Lo mataron por eso, pero de lo que la obra habla, y fundamentalmente pretende hablar con este alegato, es de cómo el hombre ha sido sacrificado brutalmente por las ordas fachistas, napoleónicas, romanas, por nuestras dictaduras, por todo el horror que hemos vivido sólo por pensar distinto. Todo aquel que de alguna manera fue creativo, que perturbó por lo que pensó, fue peligroso para esas formas brutales. Eso es el alegato. Es un canto a la libertad.

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