Jaime Roos hizo vibrar a La Plata con un show donde repasó sus 40 años de canciones y mostró la versatilidad de su música con inocultable sentir uruguayo.
21.06.2012 | 17.19
Por Luis Rivera
El espectáculo 'Tres Millones' fue la base del show de Jaime Roos en La Plata (Foto: Paula Pérez de Eulate -Teatro Argentino)
Uno cree que va a ver un show de candombe y murga. Es la tentación natural cuando el protagonista excluyente es Jaime Roos y él llega rodeado de un grupo de músicos de la más rotunda estirpe uruguaya. Pero no. Es cuestión de abrir la cabeza, y sobre todo el alma, para dejarse llenar de música en su más puro estado, pero fundamentalmente, con ese típico sonido charrúa que hace que uno tenga ganas de saltar arriba de la butaca.
Son dos horas y cuarto que bien valen el precio de cualquier entrada. Desde la impresionante primera fila del Teatro Argentino hasta aquella lejana Tertulia donde bailan jóvenes y no tanto, al compás del tercer bis que parece eternizarse en el ritmo del “Que el letrista no se olvide”, hasta arrancar un último aplauso que los artistas devuelven con sentido agradecimiento.
Es el final de una noche a pura música donde Roos se permite transitar sus cuarenta años de carrera bajo la excusa de “3 millones”, esa película que estremece a los uruguayos y que no es ni más ni menos que las andanzas, junto a su hijo radicado en Holanda, en el Mundial de Sudáfrica. Pero esa es sólo la excusa: lo que importa es el recorrido musical que él mismo eligió para esta gira que se inició en el Gran Rex de Buenos Aires y se estiró en el Argentino.
Murga, candombe, rock, milonga, tango… Todo pasa en esos 135 minutos que comienza con el “Bienvenidos” y se despide con tres bises en los que el ritmo llega a su punto culminante.
Él se encarga de ir introduciendo cada uno de los temas que luego suenan con una prolijidad tremenda, pero también con una fuerza impresionante. Así, aclara que tocará una chacarera “con aires de chacarera y con el perdón de Santiago, por favor”, o pide disculpas por un tema que “no está del todo ensayado, pero sale igual”, o se toma unos segundos, de espaldas al público, para finar su guitarra “porque estas cosas también pasan”.
Ese hombre de bigote tradicional, de una calva que se extiende caprichosa e invariablemente, y de voz tan típica que no haría falta ninguna presentación, recorre sus 40 años de creaciones con la complicidad de un público que parece estar más en un café íntimo que en la inmensidad de este monstruo escénico que constituye el Teatro Argentino. Cuenta que pensó mucho el repertorio y que decidió poner un poco de todo.
Por eso no faltan los tanques como “Cuando juega Uruguay”, “Amándote” “El hombre de la calle” o “Durazno y Convicción”. Pero también vuelan por el ambiente una deliciosa versión de “Y es así”, un milongón en el que la pulcritud de las dos guitarras criollas conmueven hasta la piel erizada o un par de lágrimas rebeldes corriendo por varias mejillas. O “Si me voy antes que vos”, con homenaje incluido a Mercedes Sosa y un acople con el corista Nicolás Grandal que estremece con su voz y su garra. O la “Adiós Juventud” que rompe todo y pone a las 2.000 personas en el punto máximo de esa vibración especial entre los artistas y su público.
No hubo estrenos en esas dos horas largas aunque sí virajes de estilo, arreglos distintos, sorpresivos, contundentes. Hechos que tornan cada recital suyo, según sus entendidos, en un suceso irrepetible. Bien da cuenta de ello lo vivido en la noche del miércoles.
A las 21.10, con estricta puntualidad, había comenzado el show con “Bienvenidos”. Son las 23.25 y Jaime Roos agradece por última vez después de una versión impresionante de “Que el letrista no se olvide” que pone fin a una noche que llena el alma, que fue mucho más que candombe y murga.
La ficha técnica
Lugar: Teatro Argentino
Público: 2.100
Músicos: Jaime Roos, guitarras. Nicolás Ibarburu y Guzmán Mendaro, guitarras. Gustavo Montemurro, teclados. Andrés Ibarburu, bajo. Daniel “Tatita” Márquez y Walter “Nego” Haedo, percusión. Martín Ibarburu, batería. Maximiliano Pérez, Edén Iturrioz, Maximiliano Méndez, Pedro Takorian y Nicolás Grandal, coro de murga.
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