La obra del francés Xavier Le Roy tiene una actitud contestaria anacrónica. Los bailarines sin ropa no resultan provocadores.
30.06.2012 | Por Laura Falcoff
Xavier Le Roy, coreógrafo francés y ex biólogo estrenó el pasado jueves en el TACEC (Centro de Experimentación del Teatro Argentino de La Plata) su obra Low Pieces para nueve intérpretes, entre ellos él mismo. El espectáculo comenzó con el grupo sentado frente al público y durante quince minutos, entre espectadores y performers se sostuvo algo que Le Roy quiso que fuera una conversación, pero que se redujo a una serie de preguntas y respuestas erráticas: “¿Forman una compañía?”, “¿cuáles son sus nacionalidades?”, “¿por qué se presentan en La Plata?”, ¿de qué se trata la obra?”. Hubo algunas risas, varios desentendimientos por problemas de idioma y algunos silencios un poco incómodos. Luego, apagón y reaparición de los intérpretes desprovistos totalmente de ropas. A lo largo de las cuatro escenas que siguieron representaron, primero, acciones maquinales; luego agitaron sus brazos y piernas como hierbas movidas por el viento; después fueron una manada de leones y finalmente rocas, obviamente inmóviles.
Le Roy decía en una entrevista que Low Pieces habla de la frontera que divide al hombre de los animales y al hombre de las máquinas y que los cuerpos desnudos les resultaron necesarios para despojar a los intérpretes de uno los signos culturales más fuertes: la vestimenta. Esta afirmación es un poco peregrina, porque la desnudez tiene una carga cultural no menos profunda; en esta obra comienza por ser ligeramente perturbadora hasta devenir en algo totalmente indiferente en cualquier sentido que se la tome. Otra afirmación de Le Roy fue que Low Pieces propone esa participación del público que le niegan el cine, la TV, la danza y el teatro convencionales. También una aseveración cuestionable: ¿por qué atribuir a alguien que mira una película o una obra de teatro o escucha un concierto, una condición de pasividad? El trabajo de Le Roy destila un espíritu “años 60”, una actitud llamémosla contestataria que en aquella época tuvo en el arte al menos un ímpetu revolucionario, pero que hoy se ve anacrónica.
En una nueva conversación con el público, esta vez como cierre, hubo una nota simpática cuando un espectador dijo: “Me pareció bueno el esfuerzo muscular de los intérpretes, pero sobre todo me gustó la cola de la rubia”.
Fuente: http://www.clarin.com/espectaculos/solo-cuerpos-desnudos_0_728327267.html
No hay comentarios.:
Publicar un comentario