Le llevó más de 30 años y el dolor lacerante que ríe llorando en Pandora Box (hecha apenas tres años después de su partida a Alemania) al compositor Mauricio Kagel regresar. “Siempre es difícil volver a casa” sentenció Dal Masetto y Kagel -según confesó en una entrevista reciente- se fue sabiendo que no volvería. “(...) cuando me fui de Buenos Aires sabía que no iba a volver, pero a mi padre y a mi madre no les dije nada”.
Guardián del secreto de su propio destino Mauricio Kagel no tardó mucho en renovar los aires provincianos de la Europa del 50. Sureño en el Norte, norteño en el Sur, el compositor lleva encima la nubecita de la inubicuidad, estigma que lo obliga a ser cosmopolita, a escribir música que no es de aquí, ni de allá (pero que es de acá, nadie como los argentinos para hacer sonar un bandoneón, para acoplarlo como Las Simplegadas al cuerpo- espíritu). Mauricio Kagel, el padre del Teatro Musical, un hijo nostro, volvió. Enhorabuena.
El Colón lo homenajea, los ciclistas cual brisa llevan su mensaje y el diario Hoy (prepárense) lo entrevistará en breve.
A Europa
Corría 1950 y Julio Cortázar, antes de irse a Francia -un lugar donde su erre glotal era leída como una delicadeza del lenguaje- introdujo a Kagel en la terra ignota de la música contemporánea.
Sureño en el Norte, norteño en el Sur, Kagel lleva encima la nubecita que lo hace ser cosmpolita
“Le hizo escuchar al grupo Nueva Música, el segundo grupo de música contemporánea en Argentina”, dice desde su jaula enfiebrada Luis Mihovilcevic -profesor de Teatro Musical en el Conservatorio de Chascomús, compositor él mismo, músico de Sonoridades Alternativas, director del Grupo Teatro Musical del Sur, en síntesis: discípulo de Kagel- Kagel se fue a Alemania en el 57.
Fue Pierre Boulez quien se lo sugirió. Durante una gira por Buenos Aires, el músico estudió sus partituras y le propuso viajar a Europa. Con una beca del DAAD del gobierno alemán, Kagel ingresó en 1957 a la Westdeutscher Rundfunk (WDR) de Colonia. Desde entonces, quedó inmediata y permanentemente involucrado en la autodenominada “segunda generación de compositores de Darmstadt”.
Estilo
Pero ¿cuál es el estilo de Kagel? Bueno, como todo lo que se precie, es único. Aunque -dato inevitable, humano- abreva en diferentes fuentes.
“En épocas en que las vanguardias trabajan con el estructuralismo, Kagel -dice un Mihovilcevic engripadofue en otro sentido.Su trabajo está muy relacionado con el dadaísmo, con el juego dadaísta que tiene en la indeterminación, en la propuesta un dato de su conformación”
Así, Kagel se le animó a una reversión de la música del Perro Andaluz - que es surrealista pero no entraremos en detalles, (o sí los surrealistas agregan al dadaísmo el dato del automatismo psíquico, el libre juego del inconciente sin la represión del conciente. Dicen que mientras pergeñaban la película Buñuel y Dalí escuchaban tango y Wagner, Wagner y tango sucesivamente)
Kagel se fue a Alemania en el 57. Fue Pierre Boulez quien se lo sugirió. El músico estudió sus partituras
La originalidad de Kagel radica precisamente en que no niega sus raíces latinoamericanas sino todo lo contrario que es un hermeneuta y un exégeta de la herencia occidental desde la periferia. Porque si “ser argentino es una fatalidad”, ¿que mejor que aprovecharlo?
Gabriela Scatena
Fuente: http://pdf.diariohoy.net/2006/07/10/pdf/s01-sup.pdf
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