sábado, 28 de mayo de 2005

El independiente

La influencia que tuvo Roberto Arlt en el teatro alternativo de los años treinta.

Por Osvaldo Pellettieri

Apenas habían transcurrido dos meses desde que el golpe de estado encabezado por el General Uriburu derrocó a Yrigoyen, cuando Leónidas Barletta fundaba el Teatro del Pueblo en noviembre de 1930. Las circunstancias no parecían las más propicias para la empresa que Barletta se proponía: modernizar el teatro argentino. Desde la dramaturgia, lo habían intentado en su momento Florencio Sánchez, Armando Discépolo y Francisco Defilippis Novoa, pero ninguno de ellos había encontrado la posibilidad de concretar su proyecto renovador.

Barletta intentó atraer a autores provenientes de la literatura, entre ellos a Roberto Arlt: "Cuando Barletta organizó el Teatro del Pueblo me pidió que colaborara con él escribiendo una obra para su empresa, en la que no creía nadie, incluido yo; pero, a pesar de todo, un día me puse a trabajar sin la menor esperanza de éxito" dice Arlt en el prólogo de la obra Trescientos millones , que se estrenó en 1932.

Pese a la visión de Arlt sobre el teatro independiente ("un éxito por cien fracasos") y a las muchas veces conflictivas relaciones que mantuvo con Barletta, lo cierto es que ambos coincidían en su diagnóstico sobre la situación del teatro argentino y la necesidad de crear un teatro de arte, lejos del dominio de los capocómicos, que cuestionara el teatro popular todavía vigente, que asumiera lo europeo como modelo y la tendencia al testimonio. Abrigaba la convicción de que "se está preparando el teatro del futuro () Estamos en los comienzos de la lucha" ( Pequeña Historia del Teatro del Pueblo ).

En lo estrictamente dramatúrgico, si bien Arlt partió del realismo, en respuesta al reclamo ideológico del teatro independiente que exigía la existencia del "mensaje", propuso una estilización resultado de su entrecruzamiento con los procedimientos del expresionismo subjetivo, cuya marca más notable fue la aparición de un personaje contradictorio, un antihéroe en la crisis, una conciencia aislada, alienada, incapaz de integrarse a la sociedad burguesa. La necesidad de conciliar ese pesimismo, esa desesperanza, expresados en su narrativa, con la ideología estética del proyecto del Teatro del Pueblo fue resuelta: los procedimientos expresionistas y grotescos están puestos al servicio de la demostración de una tesis realista.

Hubo, sin embargo, un intento, quizás para escapar de la rígida concepción de Barletta, con El fabricante de fantasmas , estrenada en 1936 por una compañía profesional, la de Milagros de la Vega, que terminó en un rotundo fracaso. De todas formas, el tiempo le dio la razón y la textualidad de Arlt se constituyó en el canon estético al que debe ajustarse toda expresión que pretenda ser considerada artística. Su obra es un símbolo del triunfo de la modernidad sobre el teatro argentino anterior.

De la Revista "Ñ" , mayo 2005

Fuente: http://www.teatrodelpueblo.org.ar/sobretodo/04_historia_del_teatro_argentino/pellettieri002.htm

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