Habla Maria Esther Gamas, que actuó en la primera película sonora de nuestro cine
Si bien se considera que la primera película sonora argentina es Tango, estrenada en 1933, no son pocos los que adjudican el título a Luces de Buenos Aires , filmada en Francia y estrenada el 23 de septiembre de 1931, en el que hasta hace poco fue el cine Capitol.
La crónica del estreno en La Nacion decía que la comedia musical "es ágil, atrayente", y narra: "Tiene el mérito de que, a pesar de haberse realizado en los talleres que la Paramount posee en París, el ambiente de nuestro país ha sido reflejado fielmente. En los primeros actos aparece una estancia, y en ella hay gauchos auténticos, reuniones en torno del fogón, pastizales, cantos y bailes típicamente argentinos. Más tarde, el objetivo nos conduce a Buenos Aires. Las vistas de conjunto han sido tomadas en la misma ciudad que, por lo tanto, aparece como es, y en las restantes escenas, que transcurren en un teatro de revistas, nos encontramos con los artistas porteños más populares".
El elenco estaba encabezado por Carlos Gardel, con Gloria Guzmán, Sofía Bozán, Pedro Quartucci, la orquesta de Julio de Caro y la compañía de revistas del teatro Sarmiento, de gira entonces por Europa. En esa troupe figuraba María Esther Gamas.
Creemos que esta querida figura es hoy la única que queda de quienes participaron en esa filmación ya legendaria.
Gamas nos recibe junto a su hija, la simpatiquísima María Rosa Fugazot, en su coqueto de- partamento de la calle Agüero. Nos cuenta que viajaron a Europa en el buque alemán General Osorio, junto con el crítico de cine Néstor, que hace una jugosa crónica del viaje en la desaparecida revista El Hogar, el pianista Luis Visca, Cátulo Castillo y el omnipresente Enrique Cadícamo.
Como un ángel tutelar, viajaba también la madre de María Esther, Margarita Gamas.
-Mi mamá no se perdía una. Tenía un espíritu bárbaro y adonde iba yo iba ella. Gracias a eso, participó en la filmación, ya que hacía falta alguien que representara el papel de una vieja cocinera de campo, a la cual, además, tenían que faltarle los dientes, porque hay una escena en la que convida mate a unos puebleros que lo rechazan horrorizados. Mamá, que era chilena, había perdido los dientes de arriba por una epidemia de viruela, así que dio bárbaro el papel. De modo que no sólo se divirtió, sino que ganó plata, porque le pagaron bastante bien.
María Esther se ríe, mientras nos muestra fotos de su madre y sus compañeros.
-Durante la filmación, el estudio puso a nuestra disposición a un muchacho muy simpático y elegante. Sabía hablar francés y castellano. ¿Sabés quién era? Daniel Tinayre...
Seguimos revolviendo fotos. María Esther está contenta reviviendo anécdotas y personajes.
-¿Gardel? Sí, claro... Mirá, llegaba Carlos al estudio y ahí se armaba el gran revuelo. Todas las chicas dejaban lo que estaban haciendo y se le iban encima, lo arrinconaban... y él era feliz. Les contaba chistes, chacoteaba con todas... era un ambiente de jarana. Todo era una fiesta. El venía siempre en un coche fantástico, que decían le había regalado una señora... pero a veces venía la señora, también. Ahí se cortaba la broma. Todo el mundo serio y a trabajar. Era una señora mayor que él. Lo tenía, parece, bastante acaparado. Muy bonita de cara, pero bastante excedida de peso.
"Me acuerdo una escena en la que él debe darle un empujón a Sofía Bozán, que era su novia en la película. Al director no le gustaba como salía, y decía: más fuerte, más fuerte ... Bueno, Carlos la empujó y Sofía cayó mal y se lastimó. Carlos estaba tan afligido, quería dejar la filmación. Creo que sufrió más él que la Negra... Gardel era un tipo divino. Me da mucha bronca cuando escucho o leo pavadas que dicen sobre él... Parece mentira."
-¿Y qué pasó con la compañía de revistas?
-Tuvimos un gran éxito. Todos creían que estábamos locor por ir nada menos que a París a presentar revistas, cuando sabemos que es la capital mundial del género. Sin embargo, fue un suceso.
Hoy, Luces de Buenos Aires se pasa de tanto en tanto por televisión, y en los aniversarios gardelianos se exhibe en todo el mundo.
De ese mundo de bullicio, sólo queda esta frágil y menuda bataclana de taitantos años: María Esther Gamas. .
Texto: Enrique F. Espina Rawson
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