lunes, 17 de septiembre de 2012

Silvana Roth: toda una dama

Publicado el 17 septiembre, 2012 por Leedor

Una de las glorias del cine argentino, Silvana Roth fue entrevistada hace unos años por Abel Posadas. Recordamos esta nota, y la homenajeamos.

Por Abel Posadas

SILVANA ROTH: RETRATO DE UNA DAMA


En 1997 y con motivo de una investigación sobre cine, hablamos por vez primera con Silvana Roth. Vivía por entonces en Luis María Campos. Fue en ese departamento donde mantuvimos largas conversaciones con ella. Luego se mudaría a Boulogne Sur Mer y por un tiempo su nombre no apareció en guía. La señora Silvana Rota, tal su verdadero nombre, genovesa y nacionalizada argentina, se nos apareció como una intelectual muy filosa, sabedora de que aún tenía enemigos debido a su reconocida filiación política. No dimos trascendencia a su postura, hasta que una tarde sonó el teléfono en casa y la atendimos. Paula Félix-Didier, no sin un enconado odio que no le conocíamos, lanzó la pregunta: Qué quiere ésa?

Entonces nos dimos cuenta de que Roth no sufría de paranoia. Al propio tiempo, las crónicas que Daniel López publicaba en La Razón de aquellos años y que se referían a películas argentinas, la tenían como uno de sus blancos favoritos. Tampoco de parte de Roth había perdón alguno. Pagaba con la misma moneda. Estaba dispuesta a dialogar siempre que existiera el respeto como puente conciliador. De lo contrario, se mantenía ajena a cualquier insulto. Encontrarse delante de alguien como la Señora Historia, según uno de sus apodos, no resultó fácil en un comienzo. Es decir, si hablábamos del cine que llegaba hasta 1943 o 1944 los carriles eran más accesibles. Luego, ya no. Vamos a dejarla hablar con su propia voz.

“Me crié en Entre Ríos y San Juan, hija única, muy mimada y comprendida por sus padres. Era una alumna aplicada a la que gustaba mucho leer y recitar, lo que hacían las muchachas de mi época. La diferencia residía en que yo me crié en un ambiente donde había desde deportistas, actores, escritores y un mundo de gente bohemia que frecuentaba el boliche de papá, una pizzería de cierta fama por aquel entonces. Se tocaban todos los temas, mis padres eran librepensadores. Creo que esa atmósfera me fue poniendo en contacto con otra realidad, la que se ocultaba, la sordidez de los años 30, la desocupación, el hambre, el fraude. Más tarde supe, ya en el negocio del espectáculo, de compañeros muy bien vestidos cuyas penurias ocultaban a través de la sonrisa. Los suicidios de aquellos años me marcaron: Storni, Quiroga, Lugones. No voy a ofrecerle un grand guignol. Es sólo que quiero decirle que desde muy jovencita tomé conciencia de una sociedad engañosa. Yo jamás viví en un limbo.

Fue uno de los actores que frecuentaban la pizzeria, Lalo Harbín, popular sobre todo en radio, quien le dijo a mis padres que me permitieran aproximarme al cine. El se encargó de que Moglia Barth me hiciera una prueba en la SONO. El resultado fue un plano con una línea en La casa del recuerdo (Luis Saslavsky-1940) y este plano fue tan comentado que pronto entré en circulación. Le dirigía unas palabras a Nury Montsé, que fue mi gran y querida amiga para siempre. Soy nacida en 1924, de manera que era muy jovencita aunque nunca dejé el secundario y me recibí de maestra. Después la maquinaria de la publicidad me presento como alguien que daba clases gratis a los chicos del barrio. En fin. Luego, años más tarde, estudiaría Ciencias Políticas y conseguiría una licenciatura en la Facultad de Derecho. Lo que Ud. dice sobre mis personajes socarrones, con tendencia a la burla como en el caso de Adolescencia (Francisco Mugica-1942), es verdad. Me gustaba mucho hacerlos. Nunca entré en el molde de las ingenuas a pesar de lo que dicen varias publicaciones. Para eso estaban María Duval y las hermanas Legrand.

Sin embargo, en mi opinión, yo no hubiera tenido tanto éxito si no hubiese sido por el teatro y las comedias con Enrique Serrano, Gloria Guzmán y Esteban Serrador. En la SONO no me hubiera quedado nunca. No me gustaba Atilio Mentasti. LUMITON era por completo diferente. Y SAN MIGUEL, un lugar bastante desangelado. Ahora bien: en todos los estudios había rumores de drogas y de tranvías, hombres y mujeres bisexuales. Yo nunca supe de nadie, a no ser que ellos se presentaran como tales en el ambiente. Supuestamente he trabajado con varios de ellos, aunque prefiero no dar nombres porque esto sería ya un programa chismoso de TV. .

Manuel Romero era una estrella y para estar con él había que tener paciencia porque a veces gritaba mucho. Además, era muy pero muy rápido y uno creía que iba a enloquecer por el ritmo. Nada diferente a la TV aunque nunca trabajé en ella pero me lo imagino. Mi suerte cambió cuando Manuel Peña Rodríguez, el productor, me contrató para hacer varias películas. Esa es la serie, como dice Ud., de las heroínas protofeministas. Yo no lo creo pero es su opinión. Es verdad que hay algunas mujeres pioneras como las de "Allá en el setenta y tantos"… (Francisco Mugica-1945) o "Mirad los lirios del campo" (Ernesto Arancibia- 1947). O inclusive una superproducción como "Esperanza" (Francisco Mugica-Eduardo Boneo-1949) que se rodó en Chile con un gran actor del teatro judío como Jacob Ben-Ami. Creo que daba el tipo o que el público me veía de esa manera. Hablo solamente de las películas que me interesaron porque hay muchas de las que es mejor no hablar. Por ejemplo, tomemos "De turno con la muerte" (Julio Porter-1951) que marcó mi final en aquella etapa. Se hizo de taquito. No sé lo que le ocurría a Roberto Escalada pero no nos entendíamos. Además, a mí no me iba el ser seducida y abandonada. Eso estaba bien para Delia Garcés. A mí Delia me gustaba mucho antes de que Zavalía y Arancibia intentaran transformarla en una especie de mezcla entre Lillian Gish y Greta Garbo asexuada.

De "Escuela de campeones" (Ralph Pappier) guardé el guión de Manzi durante muchos años. Los bocetos dibujados los traía Pappier todos los días y la escenografía era de veras un sueño para los actores. Aquel barco que nos traía a Jorge Rigaud y a mí fue construido en estudios. Uno andaba en él y creía marearse. Fue un rodaje inolvidable. Ahora que le pedí un favor a Pappier: estaba cansada de morirme en varias películas seguidas y le rogué que filmáramos la agonía de mi personaje al comienzo. Accedió y le estoy muy agradecida.

Me interesó y me sigue interesando "Edición extra" (1949), no sólo porque el guión de Villalba Welsh y Alejandro Verbitsky era audaz para la época, sino porque Moglia Barth la dirigió con entusiasmo. Se basaba en un hecho real y mi personaje se transformaba en compinche del de Jorge Salcedo. Creo que me veo de este modo, no tanto enfrentada al mundo masculino sino más bien siendo compañera de ese universo. Se puede ser muy femenina y tener al propio tiempo un costado que exceda la estupidez habitual de las mujeres convencionales. Llámele como quiera. Naturalmente, roles como éste no abundaban en aquel cine y me he visto metida en dramones que prefiero no recordar. Si debo hablar de parejas cinematográficas, la mía es la de Carlos Cores. De todos modos, veo las películas pero no me veo a mí. Era muy joven, fotografiaba bien aunque de ahí a ser una actriz… Me acuerdo de lo que me dijo Esteban Serrador: “Te falta vida, Silvana. Cuando tengas algunos amantes y dos abortos vas a graduarte”. Me causó gracia en aquel momento. Luego comprendí lo que quería decir: experiencia vital y no sólo referida al sexo. Yo empecé a los 15 años y me fui a los 25. Valor industrial, venta de entradas, tampoco. Para eso habría que hablar de Zully Moreno, Mirtha Legrand y luego de Laura Hidalgo. Merello, claro está, en un caso aparte. En teatro, tal vez vendiera entradas, pero no en cine.

Había un aprendizaje, es verdad. Y yo sentí que en "Se abre el abismo" (1945) había aprendido mucho con Pierre Chenal. El tenía la costumbre de no darnos todo el guión de la película sino lo que se rodaba diariamente. Sabíamos cómo eran los personajes pero debíamos estudiar de a poco para el día siguiente, el de rodaje. Esto enojaba muchísimo a Guillermo Battaglia y a Elsa O Connor pero tanto Ricardo Passano como Judith Sulian y Armando Bo entendíamos muy bien de qué iba la cosa. Con Sebastián Chiola yo tenía un problema y era el de su voz. Muy buen actor pero… no sé por qué no me entendía con esa dicción y los tonos. Además, los problemas en los rodajes siempre existieron. Quedamos varados en Chile con Esperanza porque no llegaba la plata y Mugica se volvió a Buenos Aires. Yo me defendí haciendo teatro para seguir viviendo y la película la terminó Boneo. Pero la pasamos mal. Eso se lo puede contar Héctor Olivera, que se hizo muy amigo de Fernando Ayala o Ayalita para quienes lo habíamos conocido en LUMITON.

Había excelentes característicos, como se les decía entonces a los mayores y de ellos aprendíamos bastante. Y además de Peña Rodríguez, el que me ayudó y, no tengo problemas en decirlo ahora que soy viuda, con quien mantuve una relación sentimental, fue con Narciso Ibáñez Menta. Era de veras un maestro de actores, un maestro que todavía me llama desde España porque quiere saber cómo sigue la Nena según el apodo que me puso. Ocurría conmigo que, si bien me gustaba la actuación, no entraba del todo en el ambiente. Me corrí para el lado de la política con la llegada del peronismo. Conocía a Evita desde su época de radioteatro por Belgrano y la tuteaba. Luego ya no pude. A mi entender tenía pasta de política en un aspecto fundamental: tenía aliados pero no amigos. La única actriz cercana a ella que yo conocí, a lo mejor hay otra gente, fue Anita Jordán, que murió muy joven y era pareja de José Gola.

Antes de abandonar el cine iba a intervenir en una película dirigida por Juan Carlos Thorry y que se llamaba "Escándalo nocturno" (1951). Estaban allí también Elina Colomer y José Cibrián. Elina pidió ir antes que yo en cartel. Me negué. Se lo comenté a Fanny Navarro y Fanny me obligó a ir a decírselo a Eva. Ella me sonrió y me dijo: “Silvana, me extraña de Ud. que está para cosas más importantes".

Y en aquel momento quise que me tragara la tierra. Por entonces ya había conocido a quien sería mi marido. Pude seguir haciendo radio, algo que me resultaba extremadamente difícil. Aunque parezca mentira, yo no le tenía miedo ni a la cámara ni al público del teatro pero sí a los integrantes del elenco estable de Radio El Mundo. Me acuerdo que estábamos haciendo "El ocaso de una vida" dirigidos por Armando Discépolo. Este hombre era de temer. Decía “Así, no. Así, tampoco” pero no marcaba el tono. De modo que fui a ver a Carlos Arturo Orfeo y le dije que me iba. Tuvieron que llegar a un arreglo con Discépolo aunque seguí mirándolo con desconfianza. En Splendid hice también varias adaptaciones de películas a las 17 horas aunque los del elenco de El Mundo, todos muy buena gente, eran verdaderos monstruos.

Fanny, a quien yo conocía desde mis tiempos con Narciso, era una mujer realmente difícil. Su relación con Juan Duarte no le trajo ningún beneficio. Creo que ella lo quería de veras, aunque aprovechó esa relación para pasar al frente en el cine. Y este negocio no funciona de esa manera. Es una pena que no hubiera entendido lo siguiente: ella, por indicación de Duarte, fue elegida presidenta del Ateneo Femenino Eva Perón. Yo era la vice. Cuando Ud. ocupa un cargo, cualquier cargo, no se lo haga sentir a los otros, no los humille porque eso se paga. Y Fanny, que había tomado a la familia Duarte como sustituta, se creía la dueña del mundo. No es verdad y lo desmiento con conocimiento de causa, que ella prohibiera a nadie. Eso es mentira. Carecía de autoridad para tal cosa y tampoco iba a prestarse a semejante desatino. Por el contrario, me consta que ayudó a gente como Iris Marga o Alberto de Mendoza. Me gustaría no decir lo que voy a decir: varias personas a las que ella concedió favores –desde Iris Marga a Blackie- decidieron ignorarla cuando se inició la persecución de Apold luego de la muerte de Evita. Por otra parte no podía trabajar en política, ya que no gobernaba bien sus impulsos. En política se trabaja con frialdad calculada y ella era incapaz de esto. Ahí estaba omnipresente la figura de Juan Duarte, un ex viajante de comercio muy dado al sexo compulsivo.

Luego tenemos a los de la vereda de enfrente. Ud. puede ver hoy el acto que organizó el Luna Park la Unión Democrática y observar a esos señorones decadentes. Lo han filmado todo. Sigo sin entender cómo muchos de mis compañeros del mundo del espectáculo pudieron nucleares en algo tan reaccionario. Si Ud. menciona a Zavalía o a Saslavsky lo comprendo. Eran realmente acaudalados y no podía esperarse otra cosa de ellos. Pero que Tinayre abriera la boca luego del golpe de Estado de septiembre del 55, cuando fue uno de los que más se benefició con el peronismo, escapa a mi comprensión. Los llamados esteticistas bueno, en fin, lo comprendo. Ahora, ¿cuál es la cultura que ostentaba el señor Tinayre? A juzgar por lo que ha filmado leyó a escritores muy de segundo orden. Técnica le reconozco, pero estilo no. Y sin estilo, no hay arte. Leonardo Favio tiene un estilo y no se lo perdonan. Sencillamente, es peronista. Y lo mismo pasaba con el mejor Hugo del Carril. Si Ud. trata de justificar a esa gente gorila, entonces vamos a finalizar diciendo que, pobres, estaban enfermos. No lo estaban. Lo que tenían era miedo al cambio. ¿Y quiénes sembraron el odio? A juzgar por lo ocurrido luego de septiembre de 1955, cuando llegó la hora de la revancha, no fuimos nosotros. ¿Es posible justificar el bombardeo a Plaza de Mayo? Ellos habían regado diariamente el odio hasta que se les presentó la oportunidad de liquidarnos, de prohibirnos durante largos años –le recuerdo aquí que Nelly Omar se comió diecisiete años de censura total-. ¿Quién de ellos terminó como Fanny en la miseria y en la vergüenza luego de haber sido una primera figura? Y ahí tenemos a Delia Garcés, por ejemplo, trabajando siempre con golpes de Estado. O a Mirtha Legrand que vuelve a la TV muy oronda después del golpe de marzo de 1976, de ese golpe tremendo que marca un antes y un después en Argentina. Me estoy cansando de hablar de esto.

Sobreviví trabajando en la resistencia. Casada felizmente tuve dos hijos. Cuando el primero murió siendo ya adolescente –lo mató un auto la Avda del Libertador- volví a derrumbarme pero no estaba dispuesta a dar lástima. Hay un mercado para alegrarse con el sufrimiento de los vencidos. Y luego, con el tiempo, descubrí que no había sido olvidada. Frecuentábamos con mi marido la terraza de Argentores en verano. Allí fue cuando Mario David me propuso trabajar en "El ayudante" /1970). Me acuerdo que le dije algo así como “Dejate de pavadas. ¿Quién quiere ver a una momia del pasado?”. Alentada por mi marido, acepté. El rol era difícil y ese cine algo nuevo para mí. Tampoco sabía que el papel, aunque breve, tenía semejante relevancia porque esa madre es la culpable de los problemas del chico. Si me gustó la experiencia, no lo pasé tan bien con el rodaje porque yo estaba acostumbrada a los estudios y eso se había terminado. Ahora se alquilaba o se conseguía prestado un departamento y se filmaba. Eso no me provocó una gran seguridad, algo que tal vez se note en la película, una película que creo es valiosa.

Y después llega la historia conocida: se va desgastando el gobierno de facto instaurado en 1966, y desde comienzos de los años 70 está en marcha el Operativo Retorno. Trabajé duro junto con mis compañeros y fue un honor para mí llegarme hasta Madrid y acompañar a Perón en aquel vuelo, el primero. Lo que sigue a continuación es una historia que debe escribirse todavía y que desemboca en el terrorismo de Estado de marzo de 1976. Desde entonces y hasta 1981 fui nuevamente perseguida. Me allanaron la casa y se llevaron, según los diarios, “una sofisticada ametralladora” que no era otra cosa que un revólver común. Mentiría si dijera que me detuvieron. Eso no lo sufrí. Estuve presa en mi casa y vigilada durante un tiempo bastante largo. Después, Malvinas, las elecciones, la derrota eleccionaria y sí, tuvieron que seguirme pagando lo que no había cobrado como Diputada de la Nación. De eso vivo. De lo contrario debería andar haciendo bolos en los canales de TV. El menemismo carece de política social, no la tiene. Y los que llegan ahora, los de la Alianza, van a terminar en el desastre. Acuérdese de lo que le digo. Pareciera que los políticos se han olvidado del ciudadano común. Viven en un limbo. Y si a Ud. no le importan los problemas cotidianos de la gente, es mejor que no se dedique a la política. Ha sido una vida nada fácil pero vivida con todo. Ahora, por las mañanas, cuando me miro en el espejo, recuerdo la frase que Medea elige para liquidar a Jasón: “Te espera la vejez”. Aguda la muchacha, ¿no?”

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