Revista Nº 196 Julio 2012
Txt: Daniela Casaretto
Ph: Gise Filc
Una película ‘de personaje’… ‘Abrir puertas y ventanas’ estriba en lo actoral, hace de la actuación su cimiento, el quid de su eficacia. Esta apuesta minuciosa y detallista, ópera prima de Milagros Mumenthaler, sumerge al espectador en una atmósfera íntima y densa; en una trama de roces y tensiones; de afectos, duelos, pérdidas y fricciones fraternales… un plan en el que la calidad de las actuaciones rige.
Tres jóvenes hermanas, Marina (María Canale), Sofía (Martina Juncadella) y Violeta (Ailín Salas) acaban de perder a su abuela; desamparadas y casi adolescentes, quedan al frente de una gran casa que sostener...
Ante la adversidad, los personajes crecen, elaboran y resuelven… se reinventan en un juego dialéctico de creación y adaptación que emula las dinámicas de la vida real. Simples y complejas, mañosas y problemáticas como cualquiera, unidas e independientes, las tres se funden en un delicado relato de imágenes que ni explicitan, ni consienten nuestras ansias de linealidad. A puertas abiertas, el espectador entra y vive hora y media junto a ellas, habita entre ellas, siente desde ellas… y el reto actoral no es menor, demanda del elenco un exceso de entrega, de familiaridad, de espontánea naturalidad frente a cámara. Sin arraigo a estereotipos, las actrices encarnan tres vidas narradas con silencios, gestos y miradas, acciones cotidianas y cuadros sugestivos… Nada en ella sobra... multipremiada coproducción suizo-argentina, la película dota la pantalla de un logrado espesor de realidad: construye climas, hace tangibles espacios que ni nombra, ni muestra; entre huecos, elipsis, detalles, objetos y un tupido mobiliario vintage; entre largos travellings y subjetivas que forjan un tiempo suspendido; el film no se preocupa por explicar, más bien sugiere… provoca, impele a las inferencias, convoca a las imaginaciones, induce unas u otras reconstrucciones; apremia una paciente observación de espía…
¿Qué piensan que transmite la película?
Ailín: Uno se encuentra con una obra muy sensible, capaz de reconstruir climas y relaciones humanas muy reales y de una manera muy sutil: con pequeñas acciones, con silencios, con el fuera de campo, con lo ausente presente… A través de una casa repleta de objetos que habla por sí sola y que invita al espectador a ‘espiar’ algo del pasado y del presente de los personajes.
Martina: Creo que la película aborda, desde una perspectiva intimista, un momento de conflicto y tensión entre tres hermanas a quienes aflige, desde chicas, la soledad: son huérfanas, pero la pérdida ya formaba parte del pasado y ahora la muerte de su abuela les significa otra pérdida, que condensa todo al extremo. Es una película de tres jóvenes hermanas que ya no cuentan con referentes, con una contención adulta.
¿Qué esperan que genere en el espectador?
María: Creo que no es una película para cualquiera, puede ocurrir que te encante o que termines quedando totalmente afuera de la propuesta. Hay espectadores que suelen conectar con este tipo de viaje más sensible, que logran entregarse y disfrutar; mientras otros no, porque sólo buscan entender, prefieren todo bien explicado y dicho; siguen otros tiempos y ritmos de acción y poco o nada disfrutan de este tipo de realizaciones. En esta película hay muchas cosas veladas, que se van desplegando sutilmente en el transcurso.
‘Abrir puertas y ventanas’ no es lo que suele decirse ‘un film comercial’... ¿qué la hace ‘diferente’?
Martina: Que plantea la vida desde una mirada propia y humana, no hay una buena y una mala, todas están llenas de dudas y de sentimientos contrariados, como en la realidad.
Confío plenamente en que la obra pueda llegar a los espectadores, porque los personajes están en presente constantemente, todo lo que hacemos está vivo, es humano, no hay nada estereotipado o caracterizado. Los diálogos esconden otros diálogos, palabras no dichas sobrevuelan en los vínculos entre las tres hermanas; nunca hablan de lo que deberían o querrían hablar… Hay entre ellas muchas trabas, mucha incomunicación.
¿Eso les planteó dificultades a la hora de interpretar sus papeles?
Martina: ¡Muchas! … pero entendí que aunque en un principio no supiera cómo abordarlo, no tenía que acelerarme por encontrarlo… el personaje vendría solo. Eso es algo muy difícil de entender, ya que como actriz, muchas veces, sobreviene una gran ansiedad por llegar a un resultado y eso puede ser muy contraproducente: uno termina forzando el personaje y deja de ser natural, genuino, mágico. Al ser el del guión un mundo tan privado, a veces me costaba comprender sin estereotipar, sin juzgar al personaje… me costaba no encasillarlo. Por eso es esencial contar con un buen proceso de ensayo, para poder confiar. Sólo eso, ¡ya es dificilísimo!
Ailín: Mi personaje fue difícil de encontrar, y también creo que sin los ensayos no hubiese llegado a entenderlo nunca: Violeta está pasando por un duelo, se pasa el día tirada en los sillones, no se involucra en los conflictos de las otras dos hermanas y, a la vez, está muy enamorada… fue muy interesante crear ese mismo personaje desde situaciones tan diferentes, y poder verla distinta según el caso, disfruté mucho de eso.
Por otro lado, tuve que desbloquearme para interpretar el lado musical de Violeta… Las chicas me ayudaron mucho en los ensayos, María me dio clases de guitarra…
María: En mi caso, tuve muchos momentos de crisis en los que pensé que no iba a poder… me costaba encontrar el tono de voz grave de Marina, o llegar a sugerir su mundo interno, sus pensamientos y opiniones a través de la mirada… pero el trabajo con Milagros y con la coach actoral, Maria Laura Berch, fue muy intenso y minucioso. Fue una maravilla poder contar con tanto tiempo y dedicación en los ensayos, con un espacio donde desplegar y trabajar cada dificultad para llegar al rodaje más blanditas y preparadas.
¿Qué les dejó la experiencia de trabajar en esta película?
Ailín: ‘Abrir puertas y ventanas’ representa un momento bisagra en mi carrera, tanto a nivel actoral como personal. Si bien sigo viviendo la actuación como un juego, siento que, en este caso, me descubrí actuando desde un lugar más adulto, en la búsqueda del personaje con una conciencia a la que no estaba acostumbrada. Sin perder lo intuitivo, que es lo que yo más utilizo a la hora de componer un personaje, en esta oportunidad, me descubrí en otro tipo de exploración, una en la que mi personaje y sus vínculos iban madurando de a poco, con el correr de los ensayos. Fue una experiencia muy intensa y enriquecedora.
María: En mi caso se trató de un verdadero debut: mi primer trabajo profesional como actriz de cine, mi primer largo, mi primer protagónico; en fin, significó un aprendizaje enorme a nivel personal y profesional; y el inicio de muchas cosas, sea conocer con mucha más profundidad los gajes del oficio desde adentro, sea el desafío de poner en práctica y en cuestionamiento constante el modo de actuar.
Martina: Haber filmado esta película me dejó la convicción, como actriz, de que me encanta trabajar, ensayar, probar, experimentar de la mano de un director que piensa su película a partir de las actuaciones, como fue el caso de Milagros. Estoy muy agradecida de haber participado tan joven de este tipo de propuestas.
¿Qué rescatan de trabajar con ella como directora?
Ailín: Fue una experiencia muy linda. Ella es muy exigente, yo la veía muy lúcida con las marcaciones que nos daba, no nos abandonaba nunca, estaba muy atenta a la actuación y eso para un actor es muy valorable y se agradece. Ella es muy talentosa, así que fue un placer.
María: Milagros es muy clara y sabe lo que quiere… eso es determinante para los actores a la hora de construir el personaje. Ella tenía bien claro lo que iba a contar y nos acompañó con mucho cuidado en los ensayos y en el rodaje. Es una directora muy exigente, desafiante, comprometida, con ganas de contar. Disfruté mucho, pero no sin padecimientos (risas).
Martina: Milagros desde el principio se focalizo en ensayar las actuaciones. Siempre estuvo pendiente de eso, hasta en el rodaje. Fue hermoso trabajar con ella porque además de preocuparse por la actuación, nos cuidó y contuvo, y eso hizo que hubiera menos expectativa y más realidad a la hora de filmar.
¿Por qué creen que las seleccionaron en el casting?
María: Milagros nos dijo que nos eligió porque vio en nosotras una sensibilidad con la que iba a poder trabajar, una base necesaria para buscar juntas lo que quería contar…
¿Qué hay de cada una de ustedes en el personaje que interpretaron?
Ailín: Violeta se la pasa sumergida en su propio mundo… Eso es algo que puedo vincular conmigo misma en algunos momentos… (Risas).
María: Yo encuentro algo de hermana mayor y responsable en Marina con lo que me siento bastante identificada; algo medio ‘nerd’, una autoexigencia y preocupación por hacer las cosas siempre bien.
Martina: En lo personal, en lo referente a mi manera de ser, no hay casi nada, muy poco… quizás me reconozco en eso de ser de una manera con tu familia, con tus hermanas y de ser distinta con los de afuera, como si todos asumieran su rol. En Sofía creo que eso se ve… por su manera de vestirse y su inquietud por querer cambiar de ambientes constantemente. Eso es algo muy interesante de la película, porque logra reflejar algo que sucede en la realidad. Ahora, si lo pienso desde otro aspecto, de mí en el personaje está todo, porque puse toda mi energía y mi cuerpo en Sofía: me vacié para alojarla a ella.
¿Notan diferencias entre la acogida del público local y extranjero?
María: Con la película tuve la suerte de estar en muchos festivales… creo que en Europa el gusto del público fue mucho más unánime para bien, quizás por el hecho de estar más habituados a ver un tipo de cine más lento, o quizás por tratarse de ‘un público de festival’, que no busca ir a ver cine comercial. En cambio, en Cuba o Argentina, la gente es más extrema, o le gusta o no le gusta para nada. Este público no está tan acostumbrado a este tipo de cine… igual me parece buenísimo que cada vez tenga más lugar en las salas comerciales.
¿Qué sintieron la primera vez que vieron (y que se vieron en) la película?
María: La primera vez que vi la película fue en un cine enorme en Locarno, en Suiza… donde salimos premiados… tenía muchos nervios, pero me permití disfrutarla, verla y nada más, sin juzgar. Después, cuando la fui viendo más veces, me puse más crítica… conmigo, con mi trabajo.
Ailín: Yo lo viví con mucha emoción, fue en el Festival de Mar del Plata. También soy una persona bastante autocrítica con lo que hago, pero eso no me impidió para nada poder disfrutarla, ¡y mucho!
Martina: En mi caso, confieso que me tuve que preparar para verla, porque en general siempre me cuesta. Pero me sorprendió que fue la primera película que hice en la que no me vi a mí misma, la vi a Sofía, con su ser y su estar tan distinto.
Suena muy gratificante… ¿tienen alguna escena favorita?
Ailín: Las que nos muestran a las tres juntas, porque en una misma situación se pueden ver los diferentes vínculos que se construyen entre las tres hermanas… ¡Para mí fueron las escenas más difíciles!
Martina: Sí, cuando escuchamos ‘Back To Stay’ de Bridget St. John en el sillón y las tres nos ponemos a cantarla; y también me da mucha gracia cuando estamos con Marina en la cocina mientras llueve, en el estreno no podía parar de reírme pensando: ¡Qué hechas percha están! (Risas). Una de las escenas más difíciles fue la de la carta de Violeta, sobretodo porque es muy difícil mantener un estado de quiebre emocional durante mucho tiempo; pero el equipo fue muy respetuoso y hubo siempre un clima de concentración y silencio, en especial en las escenas fuertes.
María: Sí, pienso igual… mis escenas favoritas son la del sillón, cuando las tres hermanas cantamos, y la del final, que estamos sentados con Sofía y Francisco escuchando música. Pasamos mucho tiempo juntas antes del rodaje para conseguir acostumbrarnos al cuerpo de las otras, tomarnos con naturalidad.
¿No se conocían?
Ailín: A Martina ya la conocía, habíamos sido compañeras de teatro en lo de Nora Moseinco, y a María la conocí en el casting... Me cayeron muy bien desde un principio, hasta me entraron ganas de ser su hermana menor de verdad. (Risas).
María: Como fue una etapa larga de casting, siento que pude ir conociendo a las chicas en diferentes etapas de su vida. Con Martina quedamos en el primer elenco, en el que ella iba a hacer el personaje de Violeta, que termina haciendo Ailín. Me acuerdo que mi primera impresión de ella fue que era muy chica y muy lanzada en cuanto a la actuación; me maravilló mucho eso. Después, como la filmación se retrasó un año, ella creció y pasó a ser Sofía… siento que crecimos juntas en este proceso y eso es muy lindo.
Casi que ensayaron más allá de los ensayos, en la vida real…
María: Fue lindísimo todo el proceso previo al rodaje… Nos juntábamos a cocinar, a tomar sol, a pintarnos las uñas, nos quedamos a dormir en casa y salimos al cine… Encontré en las chicas dos pequeñas grandes actrices y dos hermosas personas. Ailín entró al proyecto pocos meses antes de filmar, era muy tímida. Fue muy lindo ir conociéndonos, entrando en confianza: yo le daba clases de guitarra y nos fuimos haciendo amigas entre las tres.
¿Cómo conviven con la fama?
María: No me llevo con la fama por ahora… ¡por suerte! Me daría medio vértigo que me reconocieran por la calle y eso…
Martina: Tampoco creo ser famosa… En todo caso, lo único que quiero es que a la gente le guste mi trabajo y ser conocida sólo por eso. La fama, según como uno la procese, podría ser un problema, porque te quita humildad, y eso es lo que no quiero que me suceda nunca: creérmela o sentirme superior.
Supongo que la fama la estará tocando más de cerca de Ailín, por su papel de ‘Clara’ en ‘En Terapia’…
¿Qué otros proyectos tienen en vista?
María: Yo ahora estoy filmando Babylon, un unitario dirigido por Gastón Portal, y también estoy con funciones de TOPOS, dirigida por Cyntia Smart, los viernes a las 21 en el teatro EL Túnel. Estoy empezando a ensayar y preparar dos películas, súper independientes… Y por otra parte, tengo mi banda, MERMELADA, con la que estoy terminando de grabar nuestro primer disco… tenemos pensado tocar durante la segunda mitad del año.
Martina: Ahora estoy actuando en una obra de teatro que se llama La Laguna, de Agostina López, todos los domingos a las 20:30 en el Camarín de las Musas; y en cine terminé de filmar hace muy poco ‘Habi la extranjera’, ópera prima de María Florencia Álvarez. … Y aunque me gusten hacer otras cosas, sigo creyendo que ésta es mi vocación.
¿Todas ven en la actuación su vocación?
María: Actuar es de las cosas que más me gusta hacer, es un trabajo con el que crezco día a día como persona, y con el que me divierto jugando a ser otras ‘Meris’ por un rato. No sé si seré actriz toda la vida… ¡veo muy lejano el resto de mi vida! … pero sé que hoy es lo que me gusta hacer. De chica quería ser miles de cosas, y debo haber fantaseado con ser actriz, pero así como fantaseé con ser monja o presidenta (risas). Cuando terminé el colegio empecé a estudiar letras, porque me gusta leer y escribir, pero me aburrí rápido y fui volcando más y más tiempo y energía en mi formación musical y actoral… No me imaginaba convertida en actriz profesional, se fue dando, supongo que lo fui eligiendo a medida que lo transitaba.
Ailín: En cuanto a mí, por ahora, ¡no encontré otra cosa que me guste más!
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